“Cada momento y en todo lugar hay alguien que sufre y gime por querer sentir sobre su piel lo que nunca ha tenido, lo que siempre ha esperado… y es amor” (Lalo de los Santos).
La naturaleza es como una bendición, nos brinda su riqueza y magnificencia, sus hermosos paisajes y abundantes materias primas para la alimentación, pero la naturaleza-riqueza humana no suele aparecer compartiendo esa bendición.
La naturaleza es como una bendición, nos brinda su riqueza y magnificencia, sus hermosos paisajes y abundantes materias primas para la alimentación, pero la naturaleza-riqueza humana no suele aparecer compartiendo esa bendición.
Sobre la des-nutrición infantil y sus consecuencias: “La formación del sistema nervioso central está determinada en los
primeros dos años de vida.
Si durante este lapso el niño no recibe la alimentación y
estimulación necesarias, se detendrá el crecimiento cerebral y el mismo no se
desarrollará normalmente, afectando su coeficiente intelectual y capacidad de
aprendizaje; corriendo el riesgo de convertirse en un débil mental.
Este daño afecta a toda la sociedad ya que la principal
riqueza de un país reside en su capital humano, y si éste está dañado, ese país
no tiene futuro”.
(Dr. Abel Albino, presidente de la Fundación Conin Argentina).
Otro tema que va de la mano del anterior que a nadie parece interesar, o se prefiere ignorar, es qué efectos produce en la niñez y en el futuro
desarrollo integral del ser humano el des-amor. Sin embargo si en verdad
consideramos a los valores humanos como la principal riqueza de un país, y de
toda la Humanidad, no podríamos dejar de considerar la importancia del amor
como nutriente esencial.
En la pretensión del hombre de ignorar estos temas subyace la negación de los demás
en la imposibilidad de considerar las consecuencias des-medidas de los propios
actos, una
indiferencia que como el karma siempre lo va a perseguir. En el imaginario colectivo-estúpido se supone
que los chicos son concebidos y formados, o deben serlo, en un ambiente familiar de amor y
calidez, cuando en la realidad esto no es así, y no hablamos de casos
excepcionales.
No hay estadísticas, o al menos no se dan a conocer o no
conviene, no hay prensa, sobre el
des-amor en un mundo orientado hacia el éxito material y el logro de los
mandatos sociales-familiares considerados como modelos y fines en sí mismos que determinan el sentido de la vida.
No se puede tratar seriamente en el seno de la sociedad el
tema sobre la falta de amor en la niñez,
y luego también, y sus consecuencias si cada uno no empieza a tomar consciencia de su importancia,
de cómo y para qué vivimos y qué significa en toda su dimensión ser humano (¿a imagen y semejanza del
Creador?). No hace falta más que ver nuestro interior más profundo y observar
alrededor la vida cotidiana para comprobar cuanto amor falta.
En una reciente conferencia en
el Museo del Mar, preguntaba Tom Ping consultor y asesor cultural español al público: “¿Los
artistas, creadores, quienes protegen u organizan la cultura en Mar del Plata,
aportan y expresan algo contra la barbarie desatada ante sus ojos?”.
Y luego refiere: “Desde la antigüedad hasta Picasso y
los contemporáneos, los artistas realizaron sus mayores obras desde el
pensamiento, la sensibilidad y la inclusión del dolor ajeno, la injusticia y la
ética, entre otros”.
La violencia en todos sus aspectos, psicológica, verbal, física,
familiar, de género, en las escuelas, en la calle, etc., es un hecho cotidiano considerado sin más como un fenómeno social
característico de nuestro tiempo. Como en un callejón sin salida se toman
medidas contingentes pero nadie parece advertir y/o re-conocer las causas
profundas: la falta y/o in-diferencia por los valores humanos básicos.
Todos los des-equilibrios humanos que generan conflictos y
daños para sí mismo y los demás hunden sus raíces en el des-amor. Sin esta
comprensión es imposible siquiera tratar de re-vertir la situación así sea a
largo plazo. La des-unión, la des-consideración y falta de respeto por la vida y
el sufrimiento de los demás que llevan al des-equilibrio y la des-integración
social son consecuencias del des-amor.
Puede parecer obvio, de sentido común, preguntarse ¿Por qué nos
pasan estas cosas? Sin embargo en lugar de profundizar en las causas se elige
el camino más fácil de atender, tapando con parches, solo los síntomas. Una forma mas de hacer cambios externos para que nada cambie en el ser interior.
Los valores humanos no se pueden imponer por recetas médicas,
discursos, decretos ni predicación, de nada sirvieron los Mandamientos, surgen
desde el des-envolvimiento interior creando un nuevo y más elevado estado de
consciencia y si en verdad se pretende in-culcarlos se debe empezar por dar el
ejemplo.
No se trata de una cuestión emocional o de creencias
religiosas o filosóficas, no es una teoría, la fuerza del Amor del cual se desprenden la
compasión, el respeto, la ecuanimidad, la integridad, la cohesión, el orden y la armonía, etc.,
es nada más y nada menos que la Sabiduría motor del Universo.