21/6/15

¿Existe un comienzo?

No es que el budismo niegue la teoría de un Dios-Creador, pero considera la hipótesis no sólo innecesaria, sino también incompatible con los hechos conocidos. Si para poder existir el mundo debió haber tenido un creador que lo antecediera, ¿cómo es que este mismo creador llegó a existir, y por medio de qué leyes estaba gobernada su naturaleza?

Si tal ser fue capaz de existir sin un creador, la única razón para asumir su propia existencia es removida, porque el mundo mismo puede igualmente existir sin una causa que le anteceda. ¿Pudiera decirse entonces que el universo y el proceso de vida tuvieron algún comienzo, o estamos obligados a pensar en términos de comienzos sólo debido a las limitaciones de nuestra propia mente?

Un comienzo es un evento que tiene que suceder en un punto específico del espacio y del tiempo. No puede ocurrir en el vacío sin tiempo porque las tres condiciones del tiempo, pasado, presente y futuro, que son necesarias para que suceda cualquier evento, no pueden darse en un estado sin tiempo. Para que cualquier evento suceda, debe existir el tiempo antes de que suceda (pasado); el tiempo en que sucede (presente) y el tiempo después de que sucede (futuro).

Pero el tiempo es todo él un concepto relativo: deben existir eventos sucediéndose para hacer posible que el tiempo exista, y es sólo a través de ciertos eventos sucediéndose regularmente, tales como la rotación diaria de la tierra y los cambios de estaciones, como el tiempo puede ser conocido y medido.

El acontecer de eventos necesita de la existencia de cosas. Por cosas queremos decir objetos que ocupan espacio y que por sus movimientos entre sí marcan no sólo divisiones en el tiempo, sino también áreas medibles en el espacio. Espacio y tiempo son entonces una unidad; un todo cualitativo con partes cuantitativas o relaciones. Podemos considerarlas por separado, pero no podemos adelantar ninguna declaración sobre una que no involucre en cierta manera a la otra.

En una pincelada ésta es la base de la Teoría de la Relatividad. El conocimiento del espacio y del tiempo depende de la consciencia y de la posición sin ningún punto fijo de observación. El movimiento espacial y temporal es común tanto al observador como al objeto observado, de tal manera que lo que puede ser conocido no es una cosa sino simplemente una relación.

Cuando esto es comprendido se desprende que nunca pudo haber existido un comienzo, un origen que surge de la nada del universo o del proceso de vida. Es cierto que el universo como lo conocemos se desarrolló de la materia dispersa de un universo previo, y cuando desaparezca, sus restos, a la manera de fuerzas activas, darán nacimiento, después de un tiempo, a otro universo en exactamente la misma forma. El proceso es cíclico y contínuo.

El complejo espacio-tiempo es curvo, y en una construcción curva de interrelaciones no puede haber un punto de origen o salida, de tal manera que en estas series de causas relacionadas es inútil buscar una Causa Primera.

Tenemos la tendencia a buscar primeras causas y las pensamos necesarias sólo porque nuestras mentes están condicionadas a la relatividad temporal y espacial; la mente, por su propia naturaleza, debe operar dentro del mecanismo del cual es ella misma una parte; sólo puede tratar con relaciones. Esta es la razón por la que se dice en textos budistas no es posible descubrir el origen de los fenómenos, y no se puede encontrar el origen de los seres obstruídos por la ignorancia y entrampados por el deseo .

De la misma forma que un universo da origen a otro a través de la energía residual que continuamente se renueva a sí misma, eso es por medio del principio de la indestructibilidad de la materia, en esta misma forma la vida de un ser da origen a otro ser que no es el mismo en identidad y que no implica un ser inmutable, permanente.
Aquello que los une es llamado en el budismo kamma, o actividad volitiva; la continuación del proceso causal es llamada samsara, o los ciclos del renacimiento; la actualidad del renacimiento y de la existencia sin ningún principio permanente de identidad o ser es llamada anatta.

Cuando se dice que los ciclos del mundo o períodos del mundo, conocidos en el budismo como kappas, son de una duración inmensurable, debe ser recordado que todos los conceptos de tiempo son relativos; los medimos desde nuestra propia posición. 

En un contexto espacial inmensurablemente más vasto, el contexto del tiempo se alarga correspondientemente, de tal manera que eventos que cubren millones de años con nuestros cálculos, pueden ser medibles en términos de segundos.

El cerebro puede enredarse con el concepto de infinitas construcciones espaciales-temporales que encajan o se impregnan entre sí interminablemente en todas direcciones, pero no está totalmente fuera de las posibilidades de la imaginación humana.

Aparece con bastante frecuencia en el pensamiento budista; hay un número infinito (expresado convencionalmente como diez mil, o incalculable) de universos y treinta y un planos de existencia que tienen amplias diferencias en la medida del tiempo.

Lo que es impensable es un estado no-causal donde ni el espacio, ni el tiempo ni los eventos tienen existencia alguna. Esto tiene que ser comprendido por medio de la percepción directa, lo que significa deshacerse de las cadenas de la relatividad y de sus conceptos y procesos, y contactar dentro de uno mismo el asankhata o elemento incondicionado.

La mente pensante, racional y discursiva, al agotar su exploración de los fenómenos y descubrir que todos ellos son impermanentes y carentes de realidad esencial, debe trascender este mecanismo, parar los impulsos generativos, y así producir la liberación final de todos los procesos. Esta liberación final es llamada Nirvana.


Dimensions of Buddhist Thought” por Francis Story (Buddhist Publication Society, Sri Lanka, 1985). Traducción española con permiso del Ven. Bhikkhu Bodhi de la Buddhist Publication Society. 

13/6/15

El bote vacío


El camino para apartarse de la confusión
y quedar libre del dolor 
es vivir en el Tao,
en la tierra del Gran Vacío.

Si un hombre está cruzando un río,
y un bote vacío choca con su esquife,
por muy mal genio que tenga
no se enfadará demasiado;
pero si ve en el bote a un hombre,
le gritará que se aparte.

Si sus gritos no son escuchados,
volverá a gritar una y otra vez,
y empezará a maldecir.
Y todo porque hay alguien en el bote.
No obstante, si el bote estuviera vacío,
no estaría gritando, ni estaría irritado.

Si uno puede vaciar el propio bote,
que cruza el río del mundo,
nadie se le opondrá,
nadie intentará hacerle daño.

Así es el hombre SABIO:
SU BOTE ESTA VACIO.


THOMAS MERTON

10/6/15

El maestro del regreso

En el occidente religioso es muy común el uso del término culpa o culpable, y el debido arrepentimiento, en referencia a la falta de responsabilidad que consideradas en un sentido general o abstracto suelen provocar malas interpretaciones y/o confusiones.

Cuando alguien siente en su corazón  culpa o pecado por alguna acción de nada sirve apegarse a ella y recordarla permanentemente, esta actitud produce la alienación de la acción  y ésta con el tiempo se vuelve patológica: el sentimiento de culpa o auto-acusación-castigo crea auto-rechazo, tristeza, depresión, desprecio por la vida y finalmente enfermedad.

En principio ser responsable significa saber responder con ecuanimidad en cada situación y para ser plenamente responsable hay que estar totalmente libre de condicionamientos; lo cual implica poseer la condición de un ser muy elevado, un bodhisattva por ejemplo, que en su infinita compasión nos ve a todos por igual. Pero  hay otra forma de ver la responsabilidad, más cercana al hombre común, que no tiene que ver con castigo o culpa y en este sentido solo significa sé que lo hice o lo dije, en un momento determinado y en circunstancias específicas.

La sabiduría del maestro jasídico Isaac Meir de Ger nos da una hermosa y práctica visión del tema:

“El que habla de una cosa mala que hizo y reflexiona sobre ella, recuerda la vileza que realizó, y está atrapado dentro de lo que recuerda, con todo su ser atrapado en lo que recuerda, y así está atrapado aun en la vileza. Y seguramente no podrá cambiar porque se hará tosco su espíritu y su corazón se corromperá, y además se apoderará de él un humor triste. ¿Qué queríais? Revolved inmundicia de una u otra manera y seguirá siendo inmundicia. Durante el tiempo que estoy cavilando sobre esto, podría estar ensartando perlas para alegría del cielo. Por eso está escrito: “Apártate del mal y haz el bien”, apártate por completo del mal, no te demores en su camino y haz el bien. ¿Has obrado mal? Pues compénsalo obrando bien”.

"Aquel de vosotros que esté sin pecado que arroje la primera piedra". Si nuestra luz languidece equivocamos el camino, y suele pasar no una sino muchas veces, entonces no se trata de echarle la culpa al camino ni a nadie, sino de ver por qué nos equivocamos, después de todo el verdadero compromiso  es siempre con uno mismo.

Con este mismo sentido la palabra chatah del Antiguo Testamento que suele traducirse por pecado, en realidad significa errar (el camino); y carece del aspecto de condenación que sugieren las palabras pecado o pecador. Por otro lado la palabra hebrea teschubah equivalente a arrepentimiento, significa regreso (al ser interior, al camino recto, a Dios) y también carece del sentido de auto-condenación.

Así, el Talmud emplea la expresión el maestro del regreso (el pecador arrepentido) y dice de él que está aún por encima de aquellos que no pecaron nunca. En la parábola de la oveja perdida Cristo nos dice que:“... habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.