Nacer y vivir, como partir a un largo viaje, es empezar a olvidar, pero también es el primer paso para comenzar a re-cordar (volver a pasar por el corazón).
Se percibe como algo muy difícil y complicado
desarrollar y experimentar una conciencia de unidad en un mundo de aparentes
dualidades y de supuesta separación, sin embargo si podemos ver que este
sentido de unidad nos da la posibilidad de relacionarnos y comprendernos más y
mejor entre nosotros y con Todo lo que hay, si podemos empezar a visualizar que
puede hacer que nuestra vida y la de los demás sea más armoniosa y plena, más
pacífica y feliz, entonces estaremos dispuestos e inspirados a realizarla.
Desde una perspectiva espiritual, del ser interior, no
podemos sino sostener que somos un alma, un espíritu, una conciencia, o como
quiera llamársela, que habita en un cuerpo físico y que viene a este mundo de
la manifestación a experimentar lo que de otro modo, nunca podría vivenciar.
A partir de este principio, y aunque pueda parecer
obvio por lo general núnca lo es, ya podríamos deducir que nuestro ser
interior, como tal no tiene ego ni personalidad, no es masculino ni femenino,
ni bueno ni malo, no tiene raza ni religión, simplemente es, es una parte del Todo; mientras que el cuerpo físico, nuestra
túnica de piel humana, se manifiesta como macho o hembra, con una forma, un
carácter, una personalidad, etc.
Así, si podemos comunicarnos y relacionarnos de
corazón a corazón, de alma a alma, establecemos un vínculo donde no intervienen
la dualidad, las creencias, las opiniones, los deseos, las diferencias, la
mente analítica con sus limitaciones, hábitos, esquemas y vicisitudes, es en
verdad otro idioma.
Nuestra cultura, a través de eónes, nos enseñó la
necesidad y la felicidad de lograr complementarnos externamente, y básicamente,
a través de la unión con alguien de otro sexo, mas precisamente del sexo opuesto.
Sexo opuesto o complementario? En verdad los géneros
más que opuestos son, o deberían ser, complementarios, sin embargo todavía se
mantiene enquistada la visión de las conductas opuestas o contrarias. Y a pesar
de algunas proclamas de reconciliación,
en la intimidad de la casa en general se sostiene la necesidad y conveniencia
social de los opuestos.
Y esto es así porque se ve todo desde la perspectiva
del logro exterior y el rol social, no recordamos nuestro ser interior y la
consciencia de Unidad. Lo que nos separa de los demás es el hecho de percibir
solamente sus uniformes de piel humana, sus egos.
Desde el punto de vista energético, todos recibimos
energía yin o femenina de la tierra, la materia prima para la supervivencia,
los instintos, etc., y energía yang o masculina desde el cielo, sutil,
espiritual, etc., sin estas dos clases de energía no podríamos funcionar
físicamente, todo en el mundo de la manifestación que hoy conocemos, funciona
así. Quienes desarrollan disciplinas holísticas como la acupuntura, el do-in,
el shiatzu, el yoga, la gemoterapia, etc., saben de la importancia de mantener
el equilibrio y la armonía energéticos como medio de conservar la salud física,
mental y espiritual.
Una energía no es mejor
que la otra, las dos son necesarias y en equilibrio, son en verdad
complementarias. Seria inútil intentar alcanzar estados superiores o
espirituales de conciencia, sin antes haber ordenado los aspectos terrenales, los chacras inferiores. El
siguiente paso es equilibrar el aspecto material con el espiritual, “para
llegar al cielo, hay que pasar primero por el infierno”.
Las cualidades energéticas no tienen que ver con los
géneros, ni con los egos, algo que suele ser difícil de entender porque siempre
suponemos que, por ejemplo, toda mujer en tanto que perteneciente al género
femenino, debe ser yin, y desde ya lo
mismo, al revés, sucede con los hombres que por supuesto deben ser yang.
No hay nadie que sea completamente yin, ni alguien que
sea completamente yang, lo más común es que tengamos un predominio de uno de
los dos tipos de energías. Así también, en algunos aspectos de nuestra vida
podemos asumir conductas más yin, y en otros tener una actitud más yang.
Cuanto más logremos armonizar y equilibrar nuestras
energías, por ejemplo a través de ejercicios para los chacras y los
meridianos, más cerca estaremos de salir
de la conciencia de polaridad, de separación.
Cada hombre y cada mujer deben primero conquistar y
realizar en sí mismos, en su interior, su propio aspecto energético
complementario para salir de la conciencia de dualidad, solo así podrán volver
a ser Uno en sí mismos para después poder experimentar la unidad con Dios, el
Gran Espíritu, con el Todo. Es un trabajo que se debe realizar internamente, en
uno mismo, nadie nos puede dar este don.
Solo realizando la unidad en nosotros podemos llegar a
ver al otro como un alma, una consciencia trascendente, como una parte del Todo
que habita en un cuerpo físico, y no solamente como un cuerpo que tiene un ego,
una personalidad y un género. Solo así podremos empezar a relacionarnos de
corazón a corazón, en el sentido de lo más esencial, y entonces también
llegaremos a sentirnos Uno con nuestra Tierra y con el Universo.