Comunicar y compartir tienen la misma raíz que comunión, se
trata de aquello que es común a todos los hombres, así podemos comunicarnos desde lo
esencial-espiritual que armoniza, une,
integra, o desde las diferencias contingentes que limitan y
separan. Ser sociable o extrovertido no significa comunicarse mejor que alguien
reservado o contemplativo, todo depende del grado de unión-relación que se pretenda
y pueda establecer.
No es nada fácil expresar un pensamiento sutil, y menos aún
si se trata de una vivencia, en una frase o palabra justa que lo pueda evocar. Para el escritor es un arte que solo el
genio discursivo puede re-solver, para el iniciado es un reto que la parábola, la metáfora o la analogía a veces pueden insinuar.
La palabra-pensamiento en su aspecto esotérico se representa
con la espada de doble filo que puede crear e iluminar o limitar y herir.
Cristo nos enseñó la importancia de aquello que sale de nuestra boca.
No solo existen las palabras para comunicarse, también el
lenguaje no-verbal, como el corporal, es una forma de expresión. El arte en su
aspecto más creativo y elevado es un intento de expresar y realizar lo
in-expresable del alma. En un sentido más amplio las conductas y la forma de
vivir de una persona hablan más sobre su consciencia y su perspectiva de la
vida, es decir su estado del ser, que aquello que sus palabras puedan decir.
Desde lo espiritual la sola presencia de un gran ser irradia-comunica, a través de su aura,
energías de bienestar, de pureza e integridad aun sin hablar, el silencio puede
ser más elocuente que las palabras. Esta vivencia también se da en la
contemplación de la naturaleza y en la
relación cotidiana con nuestros hermanos menores, las mascotas. Para los seres
más sensibles, una sonrisa espontánea, una mirada cómplice o un abrazo de oso comunican más afecto
que ninguna palabra.
El método de la ciencia académica es la observación, pero no
se trata de una observación pura sino
que se basa en analizar, desmenuzar, dividir y etiquetar. Este método en tanto
es considerado científico y racional se ha constituido en paradigma para todo
en la vida en nuestra sociedad. De esta manera cuando vemos una flor, un
paisaje o una obra de arte tenemos la necesidad imperiosa de verbalizarlos,
analizarlos y catalogarlos en lugar de simplemente disfrutarlos.
Lo mismo ocurre en las relaciones inter-personales en donde
en lugar de escuchar y percibir al otro tal como es, el deseo obsesivo de
analizar y buscar la razón en todo nos lleva a la soberbia de querer modificar
su punto de vista, y su vida, e imponer el nuestro.
Ninguna influencia superior, sea un Maestro encarnado o un Angel, va a comunicarse y/o intervenir en nuestra vida derramando su sabiduría divina sin pedir nuestro permiso, tal es el respeto y la consideración de los seres de luz hacia los seres humanos; una relación-comunicación de la cual tenemos mucho que aprender.
La belleza esta en los
ojos del que mira
nos dice una máxima espiritual. En las Ciencias Sagradas la observación se
convierte en contemplación, es decir observar desde el templo interior del
espíritu, lo que implica respetar, valorar, no juzgar ni pretender modificar aquello que
se observa. Percibiendo la unidad de la vida en todas las cosas poder vivenciarse
Uno con el otro, así sean los seres sutiles de la naturaleza, los ángeles o el
prójimo, es la más elevada forma de comunicación.