“Si no poseyésemos amigos arriba
que nos regalasen sus riquezas espirituales, estaríamos perdidos”. Aivanhov
El verdadero Maestro muestra y enseña un camino pero como líder no busca
ni necesita hacer proselitismo. Al contrario, por ejemplo el Dalai-Lama o el
Papa Francisco en sus conferencias por el mundo no solo no dicen, ni siquiera
sugieren, que sus respectivos caminos sean los mejores, sino que además no se cansan de promover la armonía,
basada en el respeto mutuo, entre las distintas tradiciones espirituales. Aprender
para valorar y respetar otras formas de ver es muy útil para enriquecer la
propia perspectiva.
Desde un sentido iniciático, la Verdad es la fuente de donde emana el Todo. Aun en nuestro plano relativo las verdades no pueden ser contradictorias,
sino no serían verdades, sí son muchas
veces complementarias. Y si bien las formas, los métodos o rituales son
distintos, el fin exotérico de las corrientes espirituales tradicionales es en
el fondo el mismo, fomentar la práctica de
los valores humanos esenciales.
A veces uno no deja de asombrarse por la bondad, la humildad y la
infinita compasión que profesan los Maestros, una compasión inteligente, libre
y ecuánime que no es la usualmente aceptada de expresar lástima por alguien o
percibirlo como un ser inferior, ni tampoco es la seudo-compasión teñida de
apego e intereses egoicos (esperar algo a cambio) limitada a los familiares y
amigos más cercanos.
Si hay una característica esencial común al verdadero amor
y a la compasión más elevada es que son universales,
no admiten diferencias de ningún tipo, y es solo así como se re-encontrarán los hombres.
“Los seres de disposición negativa, o los que están oprimidos por la
negatividad y el dolor, deben ser considerados tan valiosos como encontrar un precioso
tesoro”. “En cierto sentido esos seres ponen a prueba la habilidad que uno
tiene para mantener su adiestramiento básico. Por eso merecen especial
atención”. Loyong (Adiestrar la mente), Verso 4; Budismo Tibetano; versión del
Dalai-Lama.
Otra característica admirable es la fuerza interior, que
uno quisiera poder desplegar ya, que poseen los seres más evolucionados para romper cadenas, quizás de muchas vidas, y
amar a los demás más que a sí mismo. Por otra parte el aura de los Maestros,
que puede extenderse por kilómetros, cargada de energía prístina influye y
beneficia en gran medida a todos los que se hallan en su radio de influencia.
Por eso aun sin hablar la sola presencia de un
gran ser, si nuestro corazón está abierto, nos puede inundar de enorme
dicha.
De acuerdo a la visión teísta, si Dios dispusiera que los hombres
despertaran de sus ilusiones egoístas y fueran Uno con El los seres humanos ya
estarían todos iluminados. Por supuesto que nadie puede creer que El no lo
quisiera, pero el hombre debe por sí mismo recorrer un largo camino y realizar
un arduo trabajo para ascender a las cumbres más elevadas.
No es una elección
más, es el destino de todos, por un camino u otro, antes o después. Podemos
recibir ayuda pero nadie nos va a regalar la iluminación por antigüedad o bondad ni va a hacer el trabajo por
nosotros. En la parábola del sembrador
Jesús describe en detalle lo difícil que es que una semilla caiga en tierra fértil y brote.
Vivir criticando los defectos ajenos y no re-conocer ni hacerse cargo de
los propios, es decir no des-envolver el propio potencial interior-espiritual,
son maneras de contribuir a obstaculizar
el des-envolvimiento de los demás, como una piedra en el camino.
La frase budista “ignora tu propio bienestar y anhela el bienestar de
los demás” es para comprenderla y aplicarla en el contexto de seguir la
conducta del ideal de la compasión y si de verdad queremos evitar un modelo
egoísta de ser, pensar y actuar que niega o ignora las consecuencias de las
propias acciones en los demás.
Muchas personas creen que las enseñanzas espirituales son
algo abstracto, una suerte de utopía, que son verdades pero im-practicables en
la vida diaria. Estas personas encubren su miedo a la libertad pensando que, ya
sea por su edad, experiencia, creencias conocimientos, etc., ya no tienen nada que aprender, en otras
palabras es una manera de justificar sus limitaciones como la carencia de la
más mínima humildad. “Adaptarse a una sociedad enferma es de alguna manera estar sano”
Y sin embargo hay tantas cosas de la vida, el mundo y el universo que ignoramos…
Lo cierto es que si no empezamos por ubicarnos en la situación de a-lumno
(sin luz) dispuestos con humildad y perseverancia a estudiar y aprender tomando
consciencia de nuestras limitaciones y del
valor y beneficio para todos de la sabiduría espiritual, y no se hace algún
esfuerzo por llevarla a la práctica, todo queda en una teoría plena de buenas
intenciones.
La verdad no necesariamente es lo que uno quisiera que fuese, o lo que nos conviene que sea, por eso entre los que dicen querer conocerla, no todos poseen la fuerza necesaria para integrarla a sus vidas. Las perlas de las que habla Jesús son las
verdades que el hombre todavía no está preparado o dispuesto para comprender y realizar.
Expandir
la consciencia mediante el estudio y la lectura es beneficioso desde cualquier
punto de vista, pero lo único que quedará firme, que se hace carne en nosotros y que nos podemos llevar y
recuperar en otra vida son aquellos conocimientos-verdades que pusimos en práctica.
La actitud espiritual básica de trascender el ego, salir del cerco de
uno mismo, los propios intereses y el entorno más cercano para tomar plena
consciencia y ocuparse de los demás es una forma práctica de adquirir, entre
otras virtudes, fortaleza interior, ecuanimidad y sabiduría. Además de esta
manera las propias dificultades o carencias, incluso la enfermedad, se
contemplan desde una perspectiva más abierta y elevada, se aceptan y se vuelven
así menos dramáticas.
Por otra parte no tiene sentido andar enfrentándose y luchando con el
mundo porque el verdadero enemigo está en nuestro interior y no afuera, son las
ilusiones mentales y emocionales que acostumbramos proyectar en los otros. En las
Artes Marciales Tradicionales con la práctica se des-cubre finalmente que el verdadero desafío
y/o el combate es siempre con uno mismo.
En un universo inter-dependiente no puede haber fenómenos o causas
in-dependientes, y si creemos que algo o alguien viene a molestarnos, a
complicarnos la vida, a tratarnos de forma injusta, deberíamos tomarlo como una
bendición u oportunidad, pues seguramente significa que hay algún aspecto de
nuestro ser relacionado que debemos purificar, cambiar o perfeccionar.
Como corolario a esta síntesis tal vez lo mejor sea poner énfasis en que todos, sin distinción, tenemos el potencial interior, algunos más despierto que otros, de ser los maestros de nuestra propia vida.