3/9/13

Posición por estima: distancia recorrida, rumbo y desvíos por abatimiento y deriva



"El sufrimiento no es vencido por dejar el dolor atrás, es vencido por llevar el dolor de los demás." (Dalai Lama)


Uno en todos, todos en uno…
Si solo se comprende esto,
¡No te preocupes más por no ser perfecto!(Tao Hsin, budismo Zen)


La separación como oposición a la unidad y la cooperación implica algún tipo de desequilibrio y/o enfermedad, así sea por la disgregación de las substancias básicas en el cuerpo, como en la separación del hombre de su prójimo, de la naturaleza, del mundo y del universo.

Ningún aspecto de la vida debiera considerarse y menos tratar de resolverse a su mismo y propio nivel, de otra manera solo se atienden los síntomas y no las causas profundas que los provocan. Cualquier intento de  establecer o forzar un mutuo entendimiento siempre choca con la barrera del ego y su personalidad.

Solo elevando la perspectiva hacia un plano espiritual  por sobre  la mente mecánica y  la estrechez del ego sumergido en su ignorancia y sus propios condicionamientos e intereses, se puede acceder a un verdadero entendimiento entre los hombres, de corazón a corazón, de alma a alma.

Las virtudes  no pueden imponerse por la fuerza de decretos humanos o divinos, es como querer cambiar algo sin que en lo interior profundo  nada cambie. De nada sirve adoptar o cambiar ideologías, sistemas filosóficos-políticos-económicos-sociales, leyes y normas, si no se eleva la consciencia del hombre.

Por cierto que cuando escasean sanos y vivos ejemplos suficientes y consistentes para seguir y aquellos por cuya responsabilidad llamamos formadores (y de alguna manera todos lo somos) están lejos de seguir y respetar los valores re-clamados, todo parece más difícil y el desafío  mayor. Pero entonces el mérito y el resultado de superarse a sí mismo, a los condicionamientos propios y ajenos, también será mayor, la decisión puede ser el primer triunfo.

A pesar de las mejores intenciones no se puede pretender la igualdad absoluta en lo  moral e intelectual como en la imaginación creativa y en las virtudes del maestro espiritual. Por un lado cada ser es único en cuenta a sus características individuales y por otra parte la Vida es una Unidad. Como sucede hoy con la mayoría de los valores y las verdades,  la libertad  es mal-interpretada y/o dis-torsionada para beneficio personal dando lugar entre otras cosas a la ambición ilimitada.

Los valores más elevados como lo espiritual más sublime se buscan, se adquieren y se trabajan, y cuando existen se manifiestan en la conducta cotidiana como una forma de engrandecer y valorar las cosas más simples de la vida. Una vez encendido, el fuego espiritual de por si in-extinguible  acompañará con su luz y su calidez a quien lo posea por el resto de sus días y de sus vidas.

La indiferencia por los valores humanos, que en su extremo y cada vez más llega hoy día a la inversión de los mismos, es una tendencia que  viene desde lejos en todo lugar, como lo atestiguan los mensajes de advertencia de  grandes maestros y pensadores de épocas anteriores. Cuando se convierte en una costumbre adoptada se establece un círculo vicioso donde las conductas de los seres des-almados que afloran aquí y allá con mayor o menor intensidad representan y encarnan el verdadero estado anímico que sub-yace oculto  en el resto.

La negación y la indiferencia pueden ser resultado de una enorme ignorancia y también un importante mecanismo de evasión y salvación del ego, re-conocer que los hechos existen es  el primer paso pero no alcanza si no los hacemos pasar por la mente- corazón y obramos en consecuencia. ¿De qué serviría saber con alguna certeza dónde estamos si no es para poder decidir cómo y hacia dónde queremos ir?

El principio del placer de la mano de la codicia del ego, sin importar cómo se logra ni a quienes se pueda perjudicar, parece ir constituyéndose en una nueva religión. No se trata de negar el placer, que puede ser tan simple y hermoso como contemplar un atardecer con un sol intensamente rojo, sino de no aferrarse a él haciéndolo el centro y la razón de la vida.

Cuando la mínima diferencia, así sea una mirada, da lugar a la agresión verbal y/o física, los ladrones matan a sus víctimas porque sí, ¿por placer?, la corrupción acompañada de la impunidad forma parte del modelo y todo aquel que piense distinto es considerado un enemigo, o dónde el odio, el genocidio, la hambruna, la pobreza y el exilio por razones políticas, raciales y religiosas o simplemente por ignorancia y avaricia del poder son una constante, más que decadencia o degradación lo que se ve es un real desprecio por la vida.

Además de los efectos destructivos que estas conductas producen en sí mismas funcionan como estresores ambientales: alerta permanente, mayor sensibilidad en el sistema nervioso, adicciones, ansiedad, ira, fobias y enfermedades psicosomáticas. Cuando las normas morales y de convivencia están altamente distorsionadas, no existen o no se respetan, reinan el miedo al otro, la in-seguridad y la in-certidumbre en todos los aspectos de la vida. 

Así como a veces desde nuestros super-egos nos consideramos infalibles también somos increíblemente vulnerables, ya se comprobó que nuestro ADN es susceptible a influencias físicas y energéticas del entorno (Bruce H.Lipton, "La biología de las creencias"). Mientras tanto las urgencias psiquiátricas aumentan y los adolescentes empiezan a consumir drogas a edades cada vez más tempranas, los chicos de 20 años presentan un deterioro como una persona de 80.

Los seres más sensibles, quienes vivencian intensamente (o sienten más su ausencia) la verdad, el amor y la libertad como aspectos esenciales que hacen a la dignidad del ser, son los primeros y los que más sufren la situación ambiental y si pudieran o si supieran cómo hacerlo serían los primeros en bajarse de un salto del tren del horror.

“Cada enfermo de cáncer debe padecer lo que la humanidad no re-conoce. Nos encontramos frente al hecho trágico de que algunas personas sobre-llevan el sufrimiento en nombre de muchas otras para re-establecer, al menos en parte, el equilibrio del destino humano que ha perdido su armonía.” (Rudolf Steiner)

Alguien puede decir que, por distancia geográfica o por hábitos culturales propios, se encuentra lejos de tales hechos que no forman parte de su realidad, por lo tanto no le incumben ni menos está a su alcance hacer algo al respecto. Esta forma de ver no es otra cosa que negar a la Humanidad como un Todo, a la evolución con sus correspondientes ciclos como un hecho planetario y el no poder comprender y aceptar la existencia de una consciencia humana que en forma de energía envuelve nuestro planeta y nos afecta a todos.

Si bien en principio elevarse es una elección y un esfuerzo individual, por eso hay maestros, discípulos e in-diferentes, para quien realmente alcanza un elevado estado evolutivo-espiritual su tarea más apreciada de ayudar para  elevar a los demás núnca termina, ya sea en la Tierra como desde el Cielo, mientras haya alguien que precise o invoque  su guía.

Puede pasar mucho tiempo terrestre antes de volver a nacer, y entonces   veremos y sufriremos las consecuencias de nuestras propias conductas y las de nuestra generación, por acción u omisión, una vez más aparece aquí la sabiduría de la Ley de Compensación.  

¿A dónde va hoy la Humanidad? ¿Seguimos un rumbo  que pueda hacer al Hombre más feliz de transitar por esta vida y por este mundo? ¿Buscamos defender la paz?...¡¿Qué paz?! Lo cierto es que no vamos en conjunto por un camino con corazón que nos aliente a cultivar la verdad, el amor y la compasión sin distinciones. ¿Por qué sino unas 30 millones de personas se suicidan al año? En Estados Unidos el suicido es la segunda causa de muerte entre adolescentes (Informe Sociedad Psicoanalítica Argentina).

Para un observador más o menos despierto no es difícil ver las consecuencias de nuestra forma de vida actual: una confrontación final de todos contra todos. Algo ya anunciado a través de la clarividencia espiritual (Antroposofía)  que sucedería como paso previo y ¿necesario? a un nuevo ciclo y  estado de consciencia.

Nuestra esencia interior-espiritual arrastra y está cubierta por innumerables velos de ignorancia y egoísmo  de tal manera que ya no solo no nos resulta algo natural y espontáneo considerar nuestro ser interior, no tenemos consciencia de él y por lo tanto menos aún del alma de los demás.

¿Quiénes son los otros o el medio sino nosotros mismos? La célebre frase conócete a ti mismo nunca es suficientemente comprendida, el auto-conocimiento empieza por aprender a discernir entre el ego y el ser interior, entre la ilusión y la verdad, es un trabajo esencial que nadie más que uno puede hacer y al mismo tiempo es un saber que trasciende lo individual. Conocerse a sí mismo en su sentido más elevado significa poder comprender, conocer y ser Uno con  los demás, la naturaleza, el mundo y el Universo.

Podemos seguir esperando, vida tras vida, que tal vez la fuerza de una ola nos lleve hacia otras perspectivas, o empezar a trabajar para elevarnos ahora. El día que podamos y sepamos derramar el amor verdadero, que no es una re-acción ni una conducta que espera devolución,   hacia todos los seres, empezaremos a vislumbrar un Destino de Gloria en lugar de creer que la vida es un ajedrez  para experimentar placer y acumular objetos materiales.

Todo en el Universo sigue un Orden natural sin el cual sería imposible la armonía estelar, dentro del cual sub-yace el sentido de nuestra propia evolución. Como es en el Cielo es en la Tierra nos dice la sabiduría hermética, tanto en lo más simple y pequeño como en lo más grande y complejo.

La escasa o nula contemplación por el destino de los demás es el resultado de haber llegado a sobre-pasar los límites del egoísmo y la separatividad, y así  vamos en contra de las Leyes y Principios que gobiernan el Orden y la Vida en el Universo que no es otra cosa que ir en contra de nosotros mismos. Sin la máscara del ego la Humanidad es Una así como la Tierra vista desde el espacio y desde la visión espiritual no tiene fronteras. Como somos por dentro somos por fuera, pretender separar lo interior de lo exterior es la mayor ilusión. Sea Dios con nosotros.