"Si yo pudiera explicar una sinfonía de
Beethoven, no sería necesario tocarla”. (Daniel Baremboim)
El mundo gira cruel y uno se deja llevar...hacer para tener y así poder ser alguien en la vida, sobrevivir, es seguramente
la motivación (consciente o no) más común que mueve al
mundo; recién cuando aprendemos a re-conocer las limitaciones de los deseos y
condicionamientos y nuestro ser interior-superior ilimitado podemos encontrar
un sentido profundo para ser, hacer y tener.
Así como existen la magia blanca y las artes oscuras, co-existen en el mundo la evolución y la
involución. ¿De dónde saldrá la luz que pueda elevar la condición humana
actual? Por cierto que no de las ambiciones y las aspiraciones de poder del
ego.
El hombre puede creer o no en un Plan Superior y pensar que todo es producto del azar, sin embargo hay muchas evidencias de la intervención y transmisión, directa o a través de seres por algún motivo elegidos, de la Gracia Divina en la historia espiritual de la humanidad.
El hombre puede creer o no en un Plan Superior y pensar que todo es producto del azar, sin embargo hay muchas evidencias de la intervención y transmisión, directa o a través de seres por algún motivo elegidos, de la Gracia Divina en la historia espiritual de la humanidad.
"Elabora tu propia salvación" decía Buda, el Sol ilumina a todos por igual y el sendero hacia la Realización está abierto para todo el que lo
quiera seguir, pero no es automático, la decisión y el trabajo son individuales: formarse y
cambiar uno mismo para salir de la ignorancia-oscuridad, alcanzar la sabiduría-luz
y ser un ejemplo vivo de aquello que se predica.
La Verdad es una sola pero las
interpretaciones abundan y una misma cosa es nombrada y considerada de diversas
maneras Hay egos que a partir de ciertos conocimientos y experiencias religiosas
creen que pueden salvar al mundo, y de hecho permanecer en la memoria colectiva.
Pero a la mirada más profunda se delata que confundidos en su intimidad terminan por
confundir a los demás. El cambio empieza por casa. Nos dice el Dalai Lama que
si no sabemos o no podemos ayudar, por lo menos no hagamos más daño.
La comprensión profunda, la ecuanimidad,
el amor, la compasión, etc. son todas manifestaciones de sabiduría que permiten
soltar ataduras, liberarse y ayudar a otros a liberar el sufrimiento. Ser como un niño expresa el estado de alegría
y paz del Iniciado luego del segundo
nacimiento, una mente abierta y flexible y un corazón tierno se impregnan más fácilmente
de la Luz.
Semejante estado del Ser no significa ingenuidad, falta de consciencia o indiferencia por el sufrimiento de los demás, constituye una expresión de sabiduría. Si otro sufre por mi enfermedad y yo sufro por su dolencia lo único que vamos a lograr es potenciar el sufrimiento.
Siempre es importante ver nuestras intenciones para hacer lo que
hacemos. Es auspicioso tener buenas intenciones pero sin el esfuerzo del recto hacer
de poco sirven. Nunca nadie se iluminó solo por tener buenas intenciones o
pensamientos, la frase “pienso, luego existo” debería cambiarse por actúo, luego existo.
Una secuencia lógica sería primero ser para luego hacer lo correcto, pero sin el hacer nunca llegaremos a Ser. Nuestro
devenir depende del trabajo perseverante de purificar y elevar acciones,
conductas, pensamientos, palabras y emociones.
La motivación para la Gran Obra del
alquimista, ("En Benarés te la enseñarán con la fórmula Om Mani Padme Hum". Grillot De Givry) , es en esencia su desarrollo interior, la materia misma de la Obra, pero nunca se le revelará al artista el
signo de la Estrella de los Magos sino a
través de la disciplina de la práctica, la purificación y la transformación: mantener el fuego constante.
En la doctrina del Zen, Ser, Ver y
Actuar se consideran sinónimos e inter-cambiables, la paradoja es que producido
el Despertar se desvanecen las
dualidades y ya no hay ser y no-ser, hacer y no-hacer, pensar y no-pensar,
etc., y nada puede ser sostenido con ningún apoyo.
Para Ser hay que hacer, ese es nuestro
desafío como seres humanos. Leer de vez en cuando, asistir a retiros, conferencias
de maestros o meditar media hora por día y luego, la mayor parte del tiempo,
estar enfocado en la personalidad y sus intereses materiales
relacionados, el tener, no ayudan a lograr una verdadera transformación.
El buscador no puede ignorar el principio de no hacer nada que no esté en sintonía con su
genuina aspiración espiritual, nada que no sea para el bien común, la común-unión, algo que
gran parte de la humanidad olvidó. La vida cotidiana en cada pequeño detalle
nos brinda la gran oportunidad, como una bendición, (“Señor, Señor, como me
glorificas”. Cristo), de poder practicar nuestra mayor aspiración.
Ser es ver y poder vivenciar que no
somos un nombre, un cuerpo y un ego, somos seres espirituales transitando una
vida material. Esta comprensión debiera presidir todos nuestros actos. Las
herramientas abundan y los caminos no
faltan pero se necesitan el esfuerzo y la perseverancia en el estudio, la
reflexión y la práctica, el hacer.
Para entrar en la corriente hay que entrenarse como un atleta y aprender
a nadar muy bien, de otra manera es mejor no tirarse al agua. Entrenarse
significa disciplina, el orden como un ritual, estar siempre conscientes de
quienes somos y trabajar para experimentarlo en todo momento y lugar. En la
filosofía taoísta del Tai-Chi se considera que lo espiritual sin el entrenamiento
es la esencia sin la aplicación; la práctica sin el acompañamiento espiritual
es la aplicación sin la esencia.
Si solo vemos las formas y apariencias
de las cosas y nos dejamos arrastrar por los deseos, las ilusiones y las
emociones nuestra mente y nuestra percepción se vuelven superficiales, limitadas y cada vez más
densas, nuestro corazón se endurece, la fuerza de la vida disminuye y aparece la
enfermedad.
Aquel que transitó todos los pasos del
buscador de la verdad, sus dudas, sus caídas, sus penas y alegrías y que
alcanzó una elevada perspectiva para discernir, que no es elegir o rechazar
sino comprender, la relatividad del ego y la Realidad y es su alma la que dirige su ser,
puede ser llamado Maestro de la Vida.
En su sabiduría expresada en sus
virtudes siempre está dispuesto a dar con generosidad, pero no necesita
convencer a nadie ni tener seguidores y
no juzga a quienes lo rechazan o le expresan in-gratitud; su hacer es impersonal, simple y natural y en armonía con la naturaleza, el mundo, la
vida y el Universo.