17/8/16

El sendero perdido II (los fundamentos)



¡Si deseas que crea en lo que conoces, enséñame lo que haces! Eliphas Levi

Hay quienes confundidos, o perdidos, y alucinando con el discurso de algún líder, creen que la única salida para terminar con todos sus males y encontrar así el equilibrio, la salud física- mental y la felicidad en sus vidas consiste en seguir in-condicionalmente al gurú y su doctrina. 

Pero así como para construir una casa hay que empezar por los cimientos, en nuestra vida para edificar el templo que albergue y permita manifestar al espíritu hay que empezar por consolidar los fundamentos que le otorguen  los adecuados y eficaces medios de acción.

La normalidad es una convención aceptada por la mayoría en un determinado espacio-tiempo, la historia de la humanidad está plagada de paradigmas en su momento irrefutables, que luego fueron cayendo uno a uno. En el terreno terapéutico y de acuerdo a una máxima expresada por los psicólogos “no hay nadie normal”, todos tenemos algún tipo de des-ajuste o neurosis. 

De ahí y aunque nos consideremos normales (o que venimos de otro planeta) que sea tan importante la introspección y a veces la ayuda psicológica-humanitaria es más urgente que la espiritual-religiosa. Sin la función equilibrante de la consciencia se pueden producir los trastornos  más graves.

Existen los milagros  por la fe como la curación por ejemplo, hay muchos testimonios como para negarlo, pero si un milagro consiste en corregir un error, no necesariamente ni siempre lo que padecemos  es un error, puede ser un remedio. Y así a veces debemos transitar por determinadas experiencias que consideramos desagradables o in-merecidas como un designio para esta vida (una oportunidad para aprender, crecer o simplemente para quemar Karma).  En general no está dentro de nuestras humanas posibilidades el saber el por qué y menos aún evitarlas, pero si podemos aceptarlas para luego transformarlas.

Se puede no tener gran conocimiento libresco o erudición pero eso no impide poder vivir en plena armonía con el Cielo y la Tierra, se es más sabio cuando se está más cerca, y más consciente, de la Verdad (del Todo que está en todo), hay muchos ejemplos no solo de santos y maestros. Por otra parte hay quienes supuestamente fieles a un camino espiritual saben de memoria la doctrina pero ni se conocen a sí mismos, sus debilidades y sus errores, cómo afectan sus acciones a los demás, cómo se relacionan con la vida.

No son libres ni espontáneos  porque se limitan a repetir como una grabación  la doctrina aprendida, en cualquier contexto y con todas las personas  sin conocer sus necesidades reales;  en definitiva en sus vidas prácticas suelen ser inestables e inflexibles. Saben mucho de teoría y de rituales pero no poseen sabiduría, al no conocerse a sí mismos no pueden conocer a los demás.

Creer, o hacer creer, que uno lo sabe todo es una forma de cerrarse y negar otras realidades.

Es imposible acceder a los planos superiores o espirituales sin haber primero integrado y equilibrado los planos inferiores que son tan necesarios como los primeros, y si se los llama así (inferiores o bajos) es por una cuestión de orden ascendente-evolutivo  (por ejemplo los chacras) y su grado de vibración. Como todo lo que existe en el Universo los diferentes niveles son inter-dependientes.

Si bien el mundo físico, los deseos de los sentidos  y el apego a ellos, no es nuestra meta última, la estabilidad de los cimientos, la piedra angular, es una condición necesaria para toda posterior construcción-evolución. 

No podemos ni soñar con obtener y desplegar aptitudes espirituales si primero no consolidamos nuestra propia supervivencia y nos enraizamos a la tierra (nuestro hogar en esta vida), viviendo en armonía con la naturaleza; si no aceptamos, purificamos y respetamos nuestro cuerpo; si no valoramos el trabajo (el servicio); si no podemos equilibrar pensamientos, emociones y deseos y a la vez desarrollar nuestra auto-estima, auto-nomía y el poder de la voluntad. Es decir los temas básicos de la existencia que se corresponden, como centros de energía, con los tres primeros chacras.