29/6/10

Conociéndonos III: las relaciónes difíciles y una oportunidad para crecer



No sabemos, no recordamos por qué hay seres en nuestro entorno que parecen ocuparse siempre de poner trabas y obstáculos en nuestro camino, quizás esa sea su misión en esta vida, tal vez sean como ángeles que solo de esa manera pueden ayudarnos a despertar nuestras conciencias dormidas.


Es muy agradable y sencillo estar bien con quienes piensan como uno y tienen experiencias de vida y una forma de ver similares, pero resulta todo un desafío poder relacionarnos bien con aquellos seres que tienen una forma de percibir aparentemente muy distinta y que a veces parece ser opuesta e in-compatible para nosotros. 

Pero las relaciones difíciles, y a pesar de experimentarse como muy penosas, son una magnífica oportunidad para crecer en comprensión, conciencia y compasión, y para conocimiento de nosotros mismos.

Hace unos años, mientras hacía un curso de Feng-Shui le pregunté al maestro por una posible solución de un caso real y cercano, cuando las energías de una vivienda eran muy negativas y por lo tanto afectaban malamente a sus moradores. Sabiendo que la situación planteada no era nada fácil, de alguna manera esperaba un remedio mágico, pero la respuesta fue: “cuando nos enfrentamos a fuerzas muy poderosas no sabemos si seremos capaces de vencerlas, si estamos suficientemente preparados para ello, a veces es mejor evitar el enfrentamiento.”

Esto significaría, dentro del arte del Feng-Shui de armonizar las energías de una vivienda con sus habitantes, tener que dejar el lugar y buscar un ambiente más sano, favorable y equilibrado.

Hay relaciones que nos resultan sumamente conflictivas y que pueden durar muchos años e incluso toda la vida, y que además no sabemos o no podemos dejar. Solo quien ha tenido la experiencia de un familiar, un jefe o alguien cercano que pareciera abocarse por todos los medios posibles para hacernos la vida más difícil y complicada, puede comprender la angustia que se puede llegar a vivenciar.

Es de lo más penoso y desagradable sentir que alguien se empecina, y a veces pareciera que con cierta obsesión, en evitar que despleguemos las alas del alma, nuestros potenciales recursos y valores.

En momentos de reflexión y viendo que no podemos salir de una relación así solemos culpar al destino: “yo no elegí el lugar donde nací, ni a mis familiares ni a las personas que conocí”; y cuando se trata de la pareja: "si bien yo decidí y acepté, fue algo que se presentó, simplemente se dio así."

Desde el estudio de las conductas humanas sabemos que para que alguien pueda dedicarse a mortificarnos, des-valorizarnos y hacernos daño, a veces muy difíciles de reparar, nosotros tenemos que permitirlo de alguna manera, así sea en forma in-consciente. Una conducta sádica no podría sobrevivir en el tiempo sin una victima masoquista, es una relación complementaria.

Por eso deberíamos preguntarnos íntimamente si nuestras propias conductas no están favoreciendo y atrayendo de alguna manera esta clase de relaciones. Es significativo que quienes suelen sentirse perseguidos o victimas de una relación muy conflictiva, muchas veces experimentan lo mismo también con otras personas y en diferentes ámbitos. Y entonces el problema ya no es solamente lo que dice o hace el otro sino qué y cómo hacemos, pensamos y decimos nosotros.

Si podemos elevar un poco la mirada por sobre el ego y nuestra particular relación-situación podremos ver seguramente que, salvo casos especiales de doble personalidad por ejemplo, en general las conductas agresivas e in-tolerantes de las personas no se dirigen exclusivamente hacia nosotros, sino mas bien forman parte de una manera de ser y relacionarse con el mundo. Son así porque no conocen otra forma de ser.

Podríamos catalogarlos de in-conscientes e ignorantes de las consecuencias negativas de sus actitudes, pero también podríamos contemplar que tarde o temprano esta forma de ser solo va a producir rechazo en los demás y como resultado limitación, sufrimiento y aislamiento para ellos mismos. 

No se trata de buscar justificaciones, pero si podemos ubicarnos y ver y comprender desde una perspectiva más amplia, finalmente sentiremos compasión por estos seres y sus actitudes.

En cualquier caso siempre lo más importante será la actitud que tomemos nosotros frente a una relación así, cómo la experimentamos y respondemos: reaccionamos con ira y resentimiento y nos quedamos sufriendo por el orgullo herido y el sin-sentido de una situación supuesta-mente no querida ni buscada; o nos elevamos por sobre la contingencia y el ego y actuamos con amor y comprensión viendo una experiencia y una oportunidad in-valorable para aprender, crecer y cambiar actitudes propias. 

En lugar de quedarse esperando eternamente algún cambio en los demás, tomar la iniciativa, elevar y modificar la perspectiva propia sobre la situación puede hacer milagros en cualquier relación.

Desde una actitud de profunda compasión podemos comprender sin juzgar e incluso aceptar las conductas de los demás que percibimos como erróneas o injustificadas hacia nosotros, pero esto no significa tener que convalidarlas ni mucho menos soportarlas toda la vida como una pesada carga kármica, lo que nos provocaría un in-calculable e inútil derroche de energías.

Como decía el maestro de Feng-Shui, cuando las fuerzas opuestas son muy poderosas y no estamos muy bien preparados, a veces es mejor evitar el enfrentamiento, la lucha; en el caso de las relaciones muy conflictivas y ya in-sostenibles, implicaría una actitud de desapegarse, soltarse y salir de ellas para buscar nuevos vínculos afianzados en los lazos invisibles de un desarrollo y una realización interior común.

13/6/10

100 palabras para todo en la vida

La esperanza es el umbral para creer, creer es el umbral para saber, saber es el umbral para crear, y crear es el umbral para la experiencia.


La experiencia es el umbral para la expresión, la expresión es el umbral para llegar a ser, y el llegar a ser es la actividad de toda la Vida y la única función de Dios.


Lo que esperas, lo creerás eventualmente; lo que crees, lo conocerás eventualmente; lo que conoces, lo crearás eventualmente; lo que creas,lo experimentarás eventualmente; lo que experimentas, lo expresarás eventualmente; lo que expresas, lo llegarás a ser eventualmente.



“En Casa con Dios”, Neale D. Walsch.