“El que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará
también; y aún mayores que éstas hará porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).
¿Quién no ha deseado alguna vez poseer cierto poder para
solucionar mágicamente un conflicto
interno-externo que lo enferma y aparenta
sobre-pasar las humanas posibilidades? Muchos lo han buscado, algunos lo han
creído, otros lo han negado y unos pocos lo han encontrado en su corazón.
La forma de vivir del hombre que crea obstáculos físicos,
mentales y emocionales que no permiten el propio fluir ni el de los demás hace
que sea necesario purificar y
des-aprender condicionamientos para poder acceder finalmente a una vida
simple y natural que alguna vez tanto amamos.
El arquetipo y el ejemplo del Mago representan el poder que
sub-yace en cada uno de realizar una verdadera transformación interior, de
vivenciarse en armonía con la Sabiduría del Todo conociendo la esencia, la
energía y la mente de los fenómenos y sus causas, pudiendo así iluminar y
resolver cualquier situación de la vida.
Los hechos de los Magos solo se comprenden cuando se conocen sus
fundamentos naturales y la esencia Divina del hombre, algo que una mayoría
considera practicas sobre-naturales, pertenecen en realidad al orden de las
cualidades y propiedades de los elementos que trascienden el conocimiento y la
visión comunes, en todo caso son hechos extra-ordinarios.
Por otra parte el propósito del Mago no es el de adquirir
poderes y producir fenómenos, aunque de
todos modos obtiene ciertas facultades como fruto de su trabajo interior, por
añadidura, y que llegado el caso le permitirán ayudar a otros.
La Magia bien entendida y los prodigios de los Magos no se
producen por generación espontánea ni constituyen dones de sangre, son el fruto
del esfuerzo y la auto-disciplina que pueden llevar toda una vida y a veces manifestarse plenamente recién en las próximas.
La formación del verdadero Mago es la de un Maestro
espiritual, en la antigüedad eran así llamados los sabios para los cuales no
había nada concerniente al hombre, la naturaleza y el Universo que les fuera
ajeno pues poseían un conocimiento integral de la Vida, así al mismo tiempo
podían ser sacerdotes, artistas, médicos y astrólogos.
El poder de creación del hombre despierto, su facultad más elevada
y aquello que más lo acerca a lo Divino, se corresponde con la Alta Magia asociada a la
Magia del Verbo: “En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo
haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: Quítate y échate al mar, así sucederá" (Mateo 21:21).
El gran error de la mente racional de haber separado primero
a las ciencias de lo espiritual y luego la especialización y separación en
compartimientos de las primeras hoy día los mismos científicos lo han
comprobado, aunque por cierto estamos más cerca
aun de la negación que de un re-conocimiento oficial-académico y/o
generalizado, así es la evolución humana, lenta y cíclica.
La física cuántica re-descubrió que la materia y la energía
no son otra cosa que dos aspectos de una misma realidad, que todo posee cierto grado de consciencia y no existe
nada que pueda llamarse in-animado. Los
Magos-Maestros de la antigüedad ya conocían el mundo sub-atómico sin otro instrumento
de precisión más que la sabiduría intuitiva de sus mentes en profunda
meditación y unión con la Sabiduría Infinita.