14/7/09

El camino espiritual





“Nadie alcanzaría la verdadera espiritualidad sino tuviera antes un atisbo de ella en su alma. De ser cierta la creencia general que los hombres, así como son, no son espirituales, tampoco podrían llegar a serlo jamás, pues tal como el alquimista necesita un mínimo de oro para obtenerlo como por arte de magia en grandes cantidades, es indispensable tener ya un poco de espiritualidad, para, de ahí en mas, no conocer limites en el desarrollo de esta facultad” (Rudolf Steiner).










El camino espiritual no siempre empieza buscando algo o alguien exterior, algo que a uno le falta o que desearía ser, a veces empieza buscando un sentido a lo que ya se tiene, se hace y/o se es. Es frecuente que las cosas que se nos aparecen como más obvias a la percepción, terminen siendo no tan obvias. 

Por eso sería conveniente hablar de lo espiritual diciendo que es aquello de lo más esencial y elevado en el ser humano, aquello que está en el origen y es la causa de todas las cosas, eso que no se ve, no se percibe a primera vista, y que también, por otra parte, se manifiesta  plenamente en pensamiento, palabra y acción en esos seres que conocemos y llamamos Maestros.

No siempre parece ser el mismo idioma cuando se habla de espiritualidad y de religión, cuando los dogmas y/o las personas se cierran en la in-tolerancia. En tanto consideremos lo espiritual como lo esencial, lo más elevado del ser, todas las religiones son espirituales, pues todas tratan sobre lo esencial y la manera de elevar al ser humano.

En cambio, lo espiritual no es necesariamente siempre religioso, en el sentido de no seguir y/o reconocer una única doctrina verdadera, se trata de una percepción de Unidad por sobre todos los dogmas.

La palabra religión significa literalmente unir, re-ligar, alude a un credo en particular, o, en plural, al abanico cada vez más numeroso de formulas registradas. Así, y para su desarrollo, cada religión posee una estructura más o menos rígida que la sostiene: un dogma, una moral, y rituales, que a su vez la distingue de las demás, y que también a veces las separa, al igual que a sus respectivas comunidades.

Y si percibimos algo espiritual en una forma de ver y de experimentar la existencia, no por eso deberíamos etiquetarlo siempre como un dogma, una religión o creencia determinada.

Tener que esforzarse y trabajar toda la vida para fortalecer el ego y desarrollar el yo, y un día empezar a dejarlos de lado, produce inevitablemente, sobre-todo en una primera etapa, un sentimiento de angustia como el dolor de las lágrimas no lloradas, sentimiento que genera dudas y miedo al cambio, miedo a dejar conductas y hábitos aprendidos, lo que nos puede llevar a la negación de lo espiritual: "esto me resulta muy interesante y muy bueno, pero no es para mí", o "como teoría es muy buena, pero es impracticable". 

Por otro lado, cuando no le encontramos un sentido profundo a nuestra vida, o nos sentimos separados y vemos lo efímero de todas las cosas exteriores, podemos experimentar un sentimiento de infinita tristeza.

En esos momentos tiene que ser más fuerte el anhelo de elevar y abrir la conciencia, el amor, la compasión y la comprensión, que el deseo del ego de conformarse con la vida material de los sentidos, también hay que desplegar un cierto anhelo de libertad, de aventura, pues estas cosas deben ser vivenciadas y no solo comprendidas y/o compartidas intelectualmente. Así como hay placeres del cuerpo, también hay placeres del alma.

De cualquier manera y por no importa qué camino, hay que seguir siempre ciertas pautas de entrenamiento, como se sigue en definitiva en cualquier actividad que uno considere altamente beneficiosa, y sostener la confianza en un modo de ver y sentir, confianza que solo crecerá a medida que uno se interne cada vez más en el sendero. 

Puede ser muy enriquecedor, y también favorable para una apertura mental y una mayor comprensión, conocer, aprender y/o incorporar pautas seguidas en otros caminos que no sean el nuestro, por ejemplo: practicar la meditación de origen budista, o el yoga, en el cristianismo.

Seguir un camino espiritual, no significa alejarse del mundo, es más bien poder mirar con otros ojos, no es un camino de logros, de éxitos, es uno de soltar, de dejar ir. Si lo que vamos percibiendo por el camino elegido no nos produce paz y alegría interior, si no nos hace más tolerantes y comprensivos hacia los que no piensan como nosotros, si no aprendemos a escuchar sin pre-juzgar, si no nos estimula el amor y la compasión por todos los seres sintientes, no es verdadera sabiduría. 

Podemos encontrar arte y belleza en el camino, hay una exquisita poesía mística en algunos textos espirituales. Se puede llegar a ver la espiritualidad en todo, si lo espiritual esta en los ojos del que mira.

“Si tuviéramos una visión plena de la ver­dad, ya no buscaríamos a Dios, sino que seríamos uno con El, porque la verdad es Dios. Mientras no lo logremos, seremos imperfectos. Por consiguiente, la religión -tal como la concebimos- también tiene que ser imperfecta: está sujeta a evolución” (Mahatma Gandhi).