28/12/10

El Zen del Buda



Considero el estado de reyes y soberanos como el de motas de polvo.

Observo los tesoros de oro y gemas como ladrillos y guijarros.

Miro las vestiduras de más fina seda como andrajos.

Veo las miríadas de mundos del universo como pepitas desgranadas,

y el mayor lago de la India como una gota de aceite sobre el pie.

Percibo las doctrinas del mundo como ilusión de magos.

Discierno las más altas concepciones de liberación como un áureo

brocado en un sueño, y diviso el sacro camino de los iluminados

como flores que aparecen al ojo.

Veo la meditación como el pilar de una montaña, el nirvana como

una pesadilla en pleno día.

Miro los juicios sobre el bien y el mal como la danza serpentina de

un dragón,

y el surgir y caer de las creencias como no más que vestigios de las

cuatro estaciones.


Buda Sakhyamuni

18/12/10

La ciencia espiritual, el eslabón perdido


Hubo una antigüedad donde los sacerdotes, también llamados magos, se interesaban y ocupaban de las ciencias, y los ahora llamados científicos estaban imbuidos de lo espiritual. La ciencia y la espiritualidad estaban unidas en una misma cosmovisión.

Luego comenzó una época que se caracterizó, en un principio en Occidente, por el dominio de la razón y de la búsqueda incesante de objetividad y certeza, y que junto con la especialización a ultranza y el progreso material, se convirtieron en nuevo objeto de poder y adoración. 


Fue entonces cuando la ciencia y lo espiritual se separaron como opuestos, la ciencia se estableció en el paradigma racional-materialista, y la espiritualidad, como religión, pasó a ser  una cuestión de fe emocional y creencia en el dogma.



Ya superando la primera década del siglo XXI, luego de tanta historia transcurrida y de tanta sabiduría  legada a la humanidad desde hace milenios, nos encontramos lejos aún de una conciencia de lo espiritual, de una vida en armonía con el Cielo y la Tierra, más o menos común a todos. Y así, a la hora de tratar sobre temas espirituales surge por lo general y aún en círculos académicos como una cuestión central y determinante y en definitiva como todo fundamento la fe y el hecho de creer o no creer.

Nuestras creencias se originan en la formación del ego y la personalidad, en los conceptos y valores absorbidos en la memoria in-conciente en las primeras etapas de la vida, y hay creencias que son globales y determinan un gran  apego que hunde sus raíces muy profundas en el hombre,  por eso es tan difícil ver el proceso y revertirlo en uno mísmo. Muchas guerras se hicieron para reivindicar o imponer las propias creencias.

Así como hay un número  de seres que anclan para siempre su madurez en una etapa de la vida, por lo común en la adolescencia, en gran medida todo lo que pensamos, decimos, juzgamos, creemos y hacemos no es nuestro, no fue elaborado conscientemente y a partir del libre discernimiento, sino que esta basado más bien en contenidos antes adquiridos. Y esta in-formación  condiciona y determina nuestra propia realidad.

“Aunque la experiencia puede variar con el individuo, las estimaciones dicen que hasta el 90% de nuestras experiencias cotidianas están dirigidas desde el nivel sub-conciente” (“La curación espontánea de las creencias”, Gregg Braden).

Creer en nada es también una creencia, aquellos que ostentan su adhesión al escepticismo como una actitud y una filosofía de vida, si fueran fieles con su doctrina y sinceros con ellos mismos, debieran empezar por ser escépticos y cuestionarse sus propias creencias.

Sin el despertar de la conciencia, la mente mecánica no puede transformar nuestras percepciones en realidades cada vez mayores, no alcanza  con el discurrir de la razón. Las cosas tal como la más elevada razón del hombre puede comprender, son verdades relativas, o verdades a medias. Y ya se comprobó que la tan pretendida objetividad no existe.


Tradiciones espirituales como el budismo, por ejemplo, ponen  su mayor énfasis en el sin-sentido de aferrarse a las ilusiones que percibimos en el mundo, en tanto que son construcciones y proyecciones de nuestro ego que originan más sufrimiento.

En cuanto a la fe, esta es una cualidad  interior indispensable para adentrarse en lo espiritual y en cualquier disciplina, ningún emprendimiento es posible sin la confianza en uno mismo. Y depositar ciegamente la fe y la confianza en algo o en alguien exterior es una buena manera de no hacerse cargo de uno mismo, ningún maestro ni enseñanza nos puede hacer crecer interiormente si no desarrollamos un esfuerzo individual.

A diferencia de otras disciplinas más duras pareciera que en el ámbito de lo espiritual todo se presenta como opinable y discutible. Pero así como seria absurdo e imposible comprender las formulas matemáticas de una ciencia exacta desde un parecer individual, sin el conocimiento y las herramientas apropiadas, para poder percibir y comprender el mundo espiritual es necesario ubicarse en una perspectiva afín,  utilizando los principios y los métodos de una disciplina y una inteligencia espiritual.

Estamos acostumbrados a des-creer y negar  todo aquello que no vemos, experimentamos ni podemos comprobar con la razón y los sentidos ordinarios y lo etiquetamos como irracional y no-científico, y, finalmente, reducimos y rebajamos todo el mundo espiritual a una cuestión de creencias y apreciaciones personales. Y esto sería lo mismo que negar la existencia de los fenómenos cuánticos simplemente porque no los conocemos ni podemos verlos a simple vista.

Si ocurriera delante de nosotros una experiencia meta-física, espiritual, seguramente seriamos incapaces de re-conocerla como tal, o, en todo caso, trataríamos de encasillarla dentro de algún esquema racional o paradigma reinante.

Así como tenemos y desarrollamos los sentidos físicos para poder experimentar las cosas del mundo, para poder percibir lo espiritual debemos desarrollar otro tipo de percepción, la meta-física, aquello que esta mas allá de lo físico y material. Sin una conciencia y métodos idóneos para su desarrollo, no es posible abordar y comprender una disciplina espiritual partiendo desde un enfoque de escepticismo racional-mecanicista.

“Dado que la causa del sufrimiento reside únicamente en la Ignorancia metafísica, solo se puede resolver a través del Conocimiento, es decir a través de la toma de conciencia de lo que realmente somos” ("La esencia del Vedanta", Sri Samkararcaya.)

Muy a pesar de todas las creencias y para quien quiera ver e investigar existen muchos ejemplos en la historia de la humanidad de aplicaciones prácticas basadas en principios y métodos de una ciencia espiritual: en la alquimia, el arte, la arquitectura, la astrología, la astronomía,  la medicina,  la geometría y la matemática, etc.

Un buena demostración del conocimiento espiritual llevado a la ciencia, es el trabajo de Rudolf Steiner en el siglo pasado, recordando con un nuevo impulso e iluminando las enseñanzas cristianas esotéricas a través de su disciplina antroposófica. 


Además de sus profundas y metódicas enseñanzas, entre otras cosas, creó y desarrolló la medicina antroposófica que considera al hombre y la enfermedad en todos sus aspectos: físico, mental y espiritual; un método de educación holístico y su aplicación en las escuelas Waldorf diseminadas por el mundo; un sistema de cultivos orgánicos en plena armonía con la naturaleza y el hombre. También trabajó en la realización de  un común saber, una sabiduría espiritual que trascienda las interpretaciones, opiniones y creencias personales.

Un capítulo merece el florecimiento, o re-nacimiento, últimamente de disciplinas y/o terapias holísticas, llamadas alternativas porque no encajan en el paradigma de la ciencia actual y que vienen a llenar amplios espacios vacíos dejados tanto por la ciencia como por la religión.

"Como una semilla que no puede ver la luz, hunde sus raíces más profundo aún..."; el motor que impulsa el despertar de la conciencia de unidad  con el Todo, no se puede parar...y por cierto que ya se lo ha intentado.

1/12/10

Aunque no lo veamos, el sol siempre está


Jesús, querido Hermano
te venden en medallitas
en nuevos circos romanos,
o detrás de presidentes,
o te visten de jeans con fusil,
o usan tu nombre para matar gente.

Jesús, querido Hermano mío,
qué te ha pasado,
te sujetaron fuerte en la cruz
y después te olvidaron...

Y como vos eras tan bueno te dijeron
seguí en el cielo,
inmortal es tu vida,
te adoramos Señor,
cuánto habrás llorado solo, solo...

Pero te hemos esperado,
y te hemos buscado,
y te hemos seguido,
y te hemos creído,
y te encontramos...

Te encontramos,
en los ojos del que espera,
en las manitas de quién nace,
en la sonrisa del loco,
en el dolor del que está sólo,
en las rodillas de quién reza,
en las arrugas de un anciano,
en los tumbos de un borracho,
en dos cuerpos que se juntan...

En las canciones populares,
y hasta en el hambre de quién
tiene hambre y puede.

Como si hubiera vuelto a ver,
luego de dos mil años;
fue como descubrir en este
espeso bosque el Sendero perdido...

Fue como cuando la lluvia
de repente en verano
retorna a la tierra,
fue como un día de paz,
primer día de paz terminada la guerra,
fue como cuando esta oscuro
y se encuentra la Luz.

Jesús, querido Hermano re-encontrado,
quédate aquí para siempre,
que cantamos juntos
la gloria de estar vivos,
que cantamos tus inmensas palabras:
AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.


“Gesú, caro fratello” de Claudio Baglioni, interpretado por Marilina Ross en "A mis queridos seres".

1/10/10

Simple andar








“Andando por la vida encontramos cosas simples que nos dan tanto a cambio de nada…



Hace ya 14.013 días que vivo en la tierra y la verdad es que esta muy bueno. Hubo momentos difíciles, pero soy consciente de que en gran medida yo los he creado. Que tontos somos los seres humanos. En qué hemos convertido a este mundo…


Ahora llegó el momento de volver atrás. Esa será nuestra forma de ir hacia adelante.


…a los arquitectos de lo que vendrá, soñadores y actores de una realidad iluminada”.


Nuevamente el sol:

El día que tus pies desnudos

re-encuentren la frescura de la hierba,

y te inunde el aroma de praderas mansas;

cuando tu mirada se vuelva etérea

ante la luz del sol que traspasa follajes,

y los grillos, cantando,

enamoren dulcemente a tu alma.



Entonces,

como si ya todo hubiera terminado,

solo la vida en su magnifica y desnuda simpleza

dará sentido a tu tiempo.

Y querrás compartirlo,

y la poesía que emane de tu piel

contagiará a quienes te rodeen.


Pero tarde o temprano, viendo como

el gris mundo del hombre sigue girando y girando,

un aire de tristeza llenará tu espacio…



Hasta que un buen día gritarás,

tan silenciosamente

que todos habrán de oírte,

y entonces despertarán.


Respirando profundamente, dejarán sus

enloquecidas carreras, se quitarán los zapatos,

abrirán sus ojos verdaderos y por fin,

nuevamente,

verán el sol brillar…



CHAMAN (El Bolsón, Río Negro, Argentina)

6/9/10

La negación

Mientras sabios, maestros y chamanes siguen anunciando el fracaso de los métodos usuales, seguimos negando la validez y la aplicación de leyes, principios y enseñanzas espirituales.

Seguramente nadie que haya visto o escuchado, y comprendido medianamente unas enseñanzas espirituales o a un maestro que vivencia diariamente sus principios, puede permanecer indiferente, no se pueden negar sus virtudes, su transparencia, su sabiduría y los beneficios que conlleva su práctica para toda la humanidad y para nuestra tierra.

Pero aun así una multitud que observa distante sigue preguntándose: ¿Por qué seguir unas enseñanzas espirituales? Si después de todo “soy bueno, compasivo y trato de comprender a los demás, y también debo ocuparme de mi familia, mi trabajo y mis actividades personales, entonces ¿para qué comprometerme además con una disciplina espiritual?”. Y la mente negativa agrega: “¡Es muy difícil, no sería capaz de (o, por ahora no me interesa) transformarme en un Buda, ser como Khrisna o Jesús!”.

“El hombre está profundamente confundido, recibe la presión y cede. Los amigos lo empujan, los familiares lo empujan, los compañeros de trabajo lo empujan y allí va, pobre corderito, a sentarse frente del televisor para enterarse de lo ocurrido afuera. Y, así, se apura como todos, repite como todos, se cansa como todos y un día se muere como todos, sin descubrir para qué vivió.” (Sai Baba)

No obstante, para quienes puedan y quieran ver y comprender más allá de sus narices, resulta mucho más difícil y tortuoso llevar una vida limitada, indiferente y alejada de toda práctica y saber espiritual. Por dónde miremos los hechos dicen más que las palabras. En cualquier aspecto de la vida nada se consigue mediante la negación, y negar lo espiritual es negar nuestra propia esencia. Todo lo que rechazamos, resistimos o negamos, inexorablemente persiste, solo la aceptación produce una verdadera transformación. Y en esta vida, nada que valga la pena es fácil.

En la mente de algunos discípulos y de quienes ya han transitado una parte del recorrido, surge a veces la duda creativa, positiva, que puede provocar la deserción y/o el cambio del camino elegido, pero si prevalece la mente negativa, la duda se transforma en negación, y todo termina en el abandono de toda práctica y consideración espiritual.

Viéndolo en perspectiva, como si fuera una película, no se puede dejar de percibir que lo vivido por el camino no fue entonces en verdad comprendido, y que todo fue un espectáculo mas de un ego que en esta función se asume por sobre lo espiritual. Ni remotamente se ha transmutado la devoción emocional en desinteresado beneficio ni para si mismo ni para los demás, no para el maestro ni para el camino.

Poseer cierto caudal de conocimiento o experiencia no significa poder comprender cabalmente ni vivenciar intensamente el sentido de lo espiritual. A veces por una pretendida humildad y muchas otras por ignorancia, no se percibe que seguir un camino espiritual no consiste en perseguir logros personales, como si se tratara de cumplir estrictamente un plan de estudios solo para acceder a una maestría.

Como afirman las genuinas y más antiguas tradiciones espirituales, todos llevamos dentro la chispa divina, el potencial sagrado del despertar absoluto, pero nuestra divinidad y conciencia de unidad están envueltas por una túnica de piel humana que provoca confusión y olvido, entonces primero tenemos que asumirlo, tomar conciencia y trabajar  para poder des-envolverlo.

Y no hay otra opción mas que seguir alguna disciplina, y empezar a soltarse, abrirse y crecer, no alcanza con la quietud y la amabilidad de ser bueno y comprensivo, que muchas veces se manifiestan como postergación o resignación, la sabiduría implica un trabajo intenso de desarrollo interior y una práctica constante que igual que la evolución nunca terminan.

Todos poseemos la semilla, aunque no todos venimos  a esta vida con la misión de ser maestros espirituales, traemos al nacer ciertas características y disposiciones individuales; y sin embargo todos podemos vivir y desarrollar nuestras actividades, relaciones y obligaciones mundanas llevando a la práctica con plena conciencia principios y valores espirituales. 

La existencia nos propone crecer, evolucionar, y también la posibilidad de elegir aquello que queremos experimentar y, hasta cierto punto, cuánto tiempo nos llevará, la decisión es nuestra, y las consecuencias también.

Una paradoja que enfrentamos cada día es: "que si bien el saber espiritual, la moralidad y la vida cotidiana se han alejado tanto entre si que uno podría pensar que la mejor forma de seguir una senda espiritual es alejarse de una sociedad despiadada y convertirse en asceta; en la sociedad corrompida de hoy en día están las lecciones que nos llevarán a nuestra sabiduría.” (Phileas Fogg)

Si se comprende el sentido profundo de encarar la vida con actitud espiritual, se asume que no es un conocimiento teórico o filosófico ni una meta lejana de alcanzar, es una manera concreta, y en definitiva la única comprobada durante eones, de experimentar con plena conciencia cada momento y situación de la vida desde el sentimiento, el pensamiento y la acción más elevada posible.

No se trata de esperar o añorar llegar a un destino determinado para empezar a disfrutar lo conseguido, sino de vivenciar intensamente cada instante y cada paso del camino.

A pesar del mayor esfuerzo que podamos realizar, es improbable que podamos llegar a la iluminación, el despertar absoluto de la conciencia, en una sola vida. Pero el esfuerzo y la intención verdaderos, lo  que hemos crecido y lo que demos en esta existencia nunca se pierden, como una energía o vibración pasan a formar parte del almacén de la conciencia colectiva de la humanidad y volverán en beneficios no solo para nosotros en ésta o en otra vida, sino para todos los seres y para nuestra Madre Tierra siempre.



23/8/10

La magia del silencio



 
Si consideramos la existencia del sonido Primordial, el Verbo creador de la manifestación física del universo que percibimos, deberíamos considerar también la presencia del silencio Primordial, lo aún no-manifestado, la fuente y la esencia de todo lo creado.

En el universo todo es vibración, desde la frecuencia más alta, sutil y etérea que se va transformando hasta llegar a la mas lenta, la materia densa: la luz, los sonidos, los colores, las palabras, las letras, los números, las partículas, los chacras, etc., y por lo tanto nosotros mismos.

Hay músicos que destacan la importancia de los silencios en sus composiciones, pero ¿Cómo percibimos el sonido del silencio o la vibración que existe entre dos notas musicales?

Como en la música, el universo es armonía y existe el ritmo y los tonos de los ciclos, y en el pentagrama de la existencia entre dos notas de la vida hay un silencio. Pero no consideramos el valor sagrado del silencio como vibración y poder armonizador y creador.

Así como todo lo que percibimos como manifestación física se originó en lo no-manifestado, el sonido es el silencio manifestado.

El color negro evoca lo no-manifestado, lo oculto, el misterio, la oscuridad, en muchas culturas la muerte; así como a partir del blanco irradian los demás colores, el negro absorbe y guarda en si mismo las vibraciones de todos los colores. Los cristales que tantos beneficios nos aportan, crecen en la profunda oscuridad de la tierra. Hoy los científicos saben, sin poder determinar su origen ni su sentido ultimo, que el 75 % de la energía que hay en el universo es energía oscura. Y la Luz surgió de las Tinieblas.

Podemos considerar el silencio auditivo y el visual, en principio como los más evidentes que percibimos, y el más trascendente y menos común de experimentar es el silencio mental, la quietud de los maestros y el medio para centrarse, salir del ego y conectar con el Todo. En la respiración, la pausa entre la inspiración y la espiración evoca el silencio, la calma, una “pequeña muerte”, el cese total de la respiración vital es la muerte física y el paso a otro estado de existencia y de vibración.

No hablar, suponer que escuchamos atentamente y creer que pensamos en nada suele ser una trampa del ego, la mente sigue generando pensamientos que no podemos controlar (en algunos lenguajes de computación se utiliza el término daemon o demonio para designar los procesos que se ejecutan en segundo plano).

Son muy pocos quienes pueden permanecer siquiera unos minutos en silencio interior, siempre necesitamos y estamos buscando la compañía de las palabras, los recuerdos, los deseos para el futuro o algún ruido de fondo que nos entretenga y distraiga.

Tememos y escapamos del silencio así como escapamos de nosotros mismos, del presente y de considerar la presencia inevitable de la muerte, el “gran silencio”, la impermanencia de todas las cosas de la vida, como un aspecto que forma parte de la existencia.

En el trabajo espiritual el silencio significa controlar y detener la mente mecánica y los pensamientos, hasta llegar a experimentar que ya no tienen poder sobre uno, y al mismo tiempo estar en plena y alerta conciencia, como en los estados elevados de meditación. Los maestros investigan, estudian, meditan y practican una disciplina para la vida física y los sentidos, y una para la muerte considerada como la ausencia de aquellos, es necesario aprender a vivir y también a morir.

Hay el aprender del escuchar que no tiene nada que ver con el sentido del oído, es un comprender y aceptar con el corazón. Y también hay una transmisión por “Presencia”, donde no se trata de hablar ni de escuchar sino de captar desde el silencio interior la vibración del otro.

En una oportunidad el Buda histórico convocó a todos los monjes a una reunión, ya en el lugar de encuentro durante la ceremonia los discípulos venidos de todas partes aguardaban las palabras del Maestro, el Buda después de permanecer por mucho tiempo en actitud meditativa y en completo silencio levantó entre sus manos, sin decir una palabra, una flor de loto, solo uno de los monjes sonrió y mirando al Buda comprendió, fue el nacimiento del budismo Zen.

27/7/10

Mente vs.corazón

Creer o pensar que sentimos y pretender analizar los sentimientos es la actividad propia de una mente mecánica que no puede salir y elevarse por sobre el plano de las emociones, los juicios y las comparaciones.


Sostenemos la tendencia generalizada, tan errónea como arraigada, de considerar a las emociones como sentimientos y distinguirlas como separadas e irreconciliables con la actividad mental, y así diferenciamos y etiquetamos a las personas y sus actitudes como emocionales o mentales. Asignaciones que suelen ser re-conocidas, aceptadas y asumidas con cierto orgullo de pertenencia. Es significativo ver como las personas se encolumnan tan fácilmente en forma extrema y excluyente detrás de una u otra tipología.

Desde el enfoque energético, sutil o espiritual, tanto las emociones como los pensamientos racionales son dos aspectos, dos formas de expresión que tienen el mismo origen y se nutren de la misma fuente de energía: la mente analítica, que divide y separa, desmenuza, racionaliza, compara, opina, enjuicia, y que se encuentra bajo la órbita del tercer chacra, el plexo solar o Manipura, y es también donde se asienta la personalidad humana (la máscara).

Así, decir que alguien es muy emocional es también una forma de decir, implícitamente, que es muy mental, las emociones no son otra cosa más que la manifestación de un aspecto de la mente analítica. Aquí no estaría de mas aclarar que la mente no es ni reside en el cerebro, esta en todas partes, pues hasta las células tienen mente.

Es in-sostenible pretender que sea mejor ser más mental que emocional o viceversa, parecería como muy sencillo y evidente pero sin embargo en los hechos nunca lo es tanto, comprender que para llevar una vida equilibrada, coherente y ordenada hay que armonizar las dos fuerzas.

Conductas y respuestas emocionales-mentales son siempre re-acciones frente a algún estímulo, y, ya sean positivas o negativas nunca es bueno negarlas o ignorarlas: la ira, la in-tolerancia, el odio, el re-sentimiento, etc., no canalizadas y guardadas por mucho tiempo terminan provocando enfermedades en la zona de influencia del plexo solar: problemas en el hígado, vesícula, estómago, etc. La palabra emoción viene de pathos. Entre los aspectos positivos de este centro de energía podemos destacar la auto-estima, la claridad mental y la salud psíco-física.

Otra cosa son los verdaderos sentimientos, asociados al Principio Superior, que surgen del corazón que se encuentra bajo la influencia del cuarto chacra o Anahata, y que  no son una respuesta a estímulos exteriores. Como ejemplos podemos citar el amor y la compasión incondicionales, la calidez,  la generosidad, la ecuanimidad. El corazón representa metafisicamente el centro integral del ser.

Una característica del chacra del corazón es que por su ubicación funciona como puente que puede unir y armonizar los aspectos más densos (los chacras inferiores) con los aspectos más sutiles o espirituales (chacras superiores). Un equilibrio tan importante como aparentemente tan lejano para una gran mayoría.

Cuando se habla, tan frecuentemente, de la dualidad amor-odio como dos caras de una misma moneda, se considera al amor como condicional, como una emoción más, al mismo nivel que el odio. Pero en el corazón no existe la posibilidad del odio, ni del análisis, el corazón no juzga; un des-fasaje del centro energético que lo armoniza y regula produce temor y sentimiento de soledad entre otras cosas, ante la ausencia manifiesta del amor que une y da confianza.

Desde la más remota espiritualidad las tradiciones y los maestros consideran que desde el centro de amor en el corazón del hombre, y no desde la mente, se puede llegar a Dios y experimentar la unidad con todos los seres, con la naturaleza, con la Tierra y el Universo.

29/6/10

Conociéndonos III: las relaciónes difíciles y una oportunidad para crecer



No sabemos, no recordamos por qué hay seres en nuestro entorno que parecen ocuparse siempre de poner trabas y obstáculos en nuestro camino, quizás esa sea su misión en esta vida, tal vez sean como ángeles que solo de esa manera pueden ayudarnos a despertar nuestras conciencias dormidas.


Es muy agradable y sencillo estar bien con quienes piensan como uno y tienen experiencias de vida y una forma de ver similares, pero resulta todo un desafío poder relacionarnos bien con aquellos seres que tienen una forma de percibir aparentemente muy distinta y que a veces parece ser opuesta e in-compatible para nosotros. 

Pero las relaciones difíciles, y a pesar de experimentarse como muy penosas, son una magnífica oportunidad para crecer en comprensión, conciencia y compasión, y para conocimiento de nosotros mismos.

Hace unos años, mientras hacía un curso de Feng-Shui le pregunté al maestro por una posible solución de un caso real y cercano, cuando las energías de una vivienda eran muy negativas y por lo tanto afectaban malamente a sus moradores. Sabiendo que la situación planteada no era nada fácil, de alguna manera esperaba un remedio mágico, pero la respuesta fue: “cuando nos enfrentamos a fuerzas muy poderosas no sabemos si seremos capaces de vencerlas, si estamos suficientemente preparados para ello, a veces es mejor evitar el enfrentamiento.”

Esto significaría, dentro del arte del Feng-Shui de armonizar las energías de una vivienda con sus habitantes, tener que dejar el lugar y buscar un ambiente más sano, favorable y equilibrado.

Hay relaciones que nos resultan sumamente conflictivas y que pueden durar muchos años e incluso toda la vida, y que además no sabemos o no podemos dejar. Solo quien ha tenido la experiencia de un familiar, un jefe o alguien cercano que pareciera abocarse por todos los medios posibles para hacernos la vida más difícil y complicada, puede comprender la angustia que se puede llegar a vivenciar.

Es de lo más penoso y desagradable sentir que alguien se empecina, y a veces pareciera que con cierta obsesión, en evitar que despleguemos las alas del alma, nuestros potenciales recursos y valores.

En momentos de reflexión y viendo que no podemos salir de una relación así solemos culpar al destino: “yo no elegí el lugar donde nací, ni a mis familiares ni a las personas que conocí”; y cuando se trata de la pareja: "si bien yo decidí y acepté, fue algo que se presentó, simplemente se dio así."

Desde el estudio de las conductas humanas sabemos que para que alguien pueda dedicarse a mortificarnos, des-valorizarnos y hacernos daño, a veces muy difíciles de reparar, nosotros tenemos que permitirlo de alguna manera, así sea en forma in-consciente. Una conducta sádica no podría sobrevivir en el tiempo sin una victima masoquista, es una relación complementaria.

Por eso deberíamos preguntarnos íntimamente si nuestras propias conductas no están favoreciendo y atrayendo de alguna manera esta clase de relaciones. Es significativo que quienes suelen sentirse perseguidos o victimas de una relación muy conflictiva, muchas veces experimentan lo mismo también con otras personas y en diferentes ámbitos. Y entonces el problema ya no es solamente lo que dice o hace el otro sino qué y cómo hacemos, pensamos y decimos nosotros.

Si podemos elevar un poco la mirada por sobre el ego y nuestra particular relación-situación podremos ver seguramente que, salvo casos especiales de doble personalidad por ejemplo, en general las conductas agresivas e in-tolerantes de las personas no se dirigen exclusivamente hacia nosotros, sino mas bien forman parte de una manera de ser y relacionarse con el mundo. Son así porque no conocen otra forma de ser.

Podríamos catalogarlos de in-conscientes e ignorantes de las consecuencias negativas de sus actitudes, pero también podríamos contemplar que tarde o temprano esta forma de ser solo va a producir rechazo en los demás y como resultado limitación, sufrimiento y aislamiento para ellos mismos. 

No se trata de buscar justificaciones, pero si podemos ubicarnos y ver y comprender desde una perspectiva más amplia, finalmente sentiremos compasión por estos seres y sus actitudes.

En cualquier caso siempre lo más importante será la actitud que tomemos nosotros frente a una relación así, cómo la experimentamos y respondemos: reaccionamos con ira y resentimiento y nos quedamos sufriendo por el orgullo herido y el sin-sentido de una situación supuesta-mente no querida ni buscada; o nos elevamos por sobre la contingencia y el ego y actuamos con amor y comprensión viendo una experiencia y una oportunidad in-valorable para aprender, crecer y cambiar actitudes propias. 

En lugar de quedarse esperando eternamente algún cambio en los demás, tomar la iniciativa, elevar y modificar la perspectiva propia sobre la situación puede hacer milagros en cualquier relación.

Desde una actitud de profunda compasión podemos comprender sin juzgar e incluso aceptar las conductas de los demás que percibimos como erróneas o injustificadas hacia nosotros, pero esto no significa tener que convalidarlas ni mucho menos soportarlas toda la vida como una pesada carga kármica, lo que nos provocaría un in-calculable e inútil derroche de energías.

Como decía el maestro de Feng-Shui, cuando las fuerzas opuestas son muy poderosas y no estamos muy bien preparados, a veces es mejor evitar el enfrentamiento, la lucha; en el caso de las relaciones muy conflictivas y ya in-sostenibles, implicaría una actitud de desapegarse, soltarse y salir de ellas para buscar nuevos vínculos afianzados en los lazos invisibles de un desarrollo y una realización interior común.

13/6/10

100 palabras para todo en la vida

La esperanza es el umbral para creer, creer es el umbral para saber, saber es el umbral para crear, y crear es el umbral para la experiencia.


La experiencia es el umbral para la expresión, la expresión es el umbral para llegar a ser, y el llegar a ser es la actividad de toda la Vida y la única función de Dios.


Lo que esperas, lo creerás eventualmente; lo que crees, lo conocerás eventualmente; lo que conoces, lo crearás eventualmente; lo que creas,lo experimentarás eventualmente; lo que experimentas, lo expresarás eventualmente; lo que expresas, lo llegarás a ser eventualmente.



“En Casa con Dios”, Neale D. Walsch.

30/5/10

La libertad interior y la elección del camino espiritual

"El infierno no existe como lugar, tanto el cielo como el infierno son estados del ser." (Juan Pablo II)

“No tienes que seguir los dictados de ningún sistema de creencias, ni aceptar ni adoptar las enseñanzas de nadie. Puedes tomar una decisión consciente de buscar tu propia verdad. En realidad, de crearla.” (En Casa con Dios, Neale D. Walsch).

Si podemos llegar a percibir que lo espiritual es nuestra propia Esencia y el origen y la razón de toda la existencia, el siguiente paso sería intentar acercarnos a Ella para re-conocerla, re-cordarla (volver a pasar por el corazón) y volver a amarla.

Con la determinación de realizar la libertad interior, de soltar las pesadas cadenas del ego y la personalidad que provocan confusión, limitación y dolor, se comprende y se internaliza que solo un camino espiritual puede dar respuestas profundas a los anhelos del alma. Para un ser interior inquieto y abierto, todo lo relacionado con lo espiritual como una unidad mayor, por sobre las divisiones religiosas, resulta atrayente e interesante como alimento para ser, crecer y manifestarse.

Y es aquí precisamente donde empieza a generarse la duda hiperbólica: ¿qué camino tomar, cuál es el mejor para mí?, y seguir un camino espiritual o religión determinada ¿no sería también otra forma de atarse y limitarse, perdiendo así la libertad interior?

Frente a varias opciones, una elección siempre implica una limitación, porque se dejan afuera todas las demás posibilidades y lo que más anhela el espíritu es la libertad. Afirmar que un camino espiritual determinado o una religión es mejor que otra es una apreciación subjetiva del ego, cuando no una demostración de soberbia espiritual.

Y hay tantos caminos…….¿y por qué uno y no otro? Un camino más corto y rápido no significa mejor ni más completo. Hay una pauta muy apreciada por muchos: cuanto menos obstáculos, más fácil será el recorrido. Sucede muy a menudo que nos adherimos a un camino espiritual o religión siguiendo una tradición cultural y/o familiar, o simplemente porque se nos presenta la ocasión, o alguien nos aconsejó probar y no conocemos otra cosa.

No es lo mismo un sentimiento profundo que nace del corazón que una emoción o capricho que surgen de la mente. La elección de un camino espiritual no debiera hacerse en un estado emocional o mental desarmonizado, ni dejarlo librado al azar, sino en un estado no contaminado de claridad, apertura y sinceridad interior. 

Aquí son de la mayor importancia la amplitud de conciencia y el grado de libertad interior que se posean para poder discernir. La certeza se obtendrá a través de las vivencias del camino y la calidez y la vitalidad de la vida espiritual encenderán la devoción.

Si fuera posible de-finirlo, ¿cuál seria el mejor camino o religión? En palabras del Dalai Lama: “La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al Infinito, es aquella que te hace mejor”. Y, ¿Qué es lo que me hace mejor?: “Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético…la religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión.”

Tan importante como la elección del camino es cómo y desde dónde lo transitamos; desde una actitud de obediencia ciega y sumisión o desde la reflexión y la comprensión integral, con todo el ser; desde el ego y el anhelo de salvación personal o desde la compasión y el amor por todos los seres.

Todos los Grandes Maestros nos ofrecieron como un Regalo Divino sus in-valorables enseñanzas y ejemplos de vida, y crearon para nosotros diferentes caminos, pero todos basados en el mismo espíritu de alegría que da la sabiduría espiritual, de la compasión, la comprensión y el amor incondicional. Algunos hombres interpretan esas bellas y cálidas enseñanzas como rígidas y frías estructuras y dogmas sostenidos por creencias que determinan la salvación o el infierno, con sus variantes según sea el camino elegido.

Hacer de la opción cielo o infierno, y santidad o pecado y condenación el centro y la principal motivación para seguir un camino espiritual es una imposición o limitación para un espíritu libre. El infierno es lo que podemos experimentar viviendo dormidos en la ignorancia, la inconsciencia y la incomprensión, una vida vacía y sin sentido. El pecado seria estar ausente

El Despertar Absoluto puede llegar en esta vida o después de muchas otras, quién sabe. Lo que sí sabemos que podemos vivenciar y compartir en esta vida, cada día y momento, es una armoniosa y plena vida interior, ampliar la conciencia y la percepción de todas las cosas y practicar las virtudes universales que nos llevarán finalmente a experimentar la conciencia de unidad.

Teniendo en cuenta las formas de las tradiciones espirituales, su sabiduría ancestral, sus linajes, sus métodos de transmitir las enseñanzas y las iniciaciones, etc.; comprobados y afinados durante milenios, parecería algo totalmente irreverente y utópico pretender crear y/o seguir un camino propio, distinto de los ya establecidos, pretendiendo a toda costa sostener nuestra libertad interior.

Al fin y al cabo habría que preguntarse también si este anhelo de libertad interior considerado como parte de un espíritu rebelde y que se asume a veces como muy creativo, no es en definitiva una trampa del ego que tiene miedo a perder su reino, pues el compromiso más sincero y profundo no es con el maestro ni con el camino sino con uno mismo.

Siempre es posible mantener nuestra libertad interior siguiendo un determinado camino espiritual: sin creer que éste es el único poseedor de la verdad; meditando y reflexionando sobre el significado y el sentido esotérico y muchas veces metafórico de las enseñanzas; estudiar, investigar y no aceptar ciegamente los dogmas; vivenciar lo aprendido; si aunque sea el centro y el motivo de nuestra vida interior podemos no apegarnos a él; si podemos re-conocer, aceptar, compartir y enriquecernos con las enseñanzas, las prácticas y vivencias de otras tradiciones; si podemos comprender que las verdades espirituales no se pueden circunscribir a una sola religión o camino porque son universales. 

En definitiva desarrollar una rica vida interior para poder discernir y llegar a la propia verdad, que cada vez será más elevada, y se acercará un poco más a la verdad Ultima.

Se encuentra en la más pura esencia del budismo, como un buen ejemplo  en este sentido, el no apegarse ni al maestro ni al camino, y no creer ni aceptar ciegamente los preceptos y las enseñanzas, sino más bien meditar sobre ellas y experimentarlas.

13/5/10

Conociéndonos II: sobre las tendencias que traemos al nacer

“Olvidé casi toda la enseñanza que mis maestros sacaron de sus libros, pero recuerdo muy bien todo lo que me enseñaron fuera de sus manuales.” Mahatma Gandhi

Nacemos con ciertas características individuales, que se manifiestan como tendencias a lo largo de la vida y que siempre de alguna manera intentarán realizarse en la medida que las re-conozcamos y/o les permitamos ser.

Seria muy favorable para nuestro crecimiento interior dejarlas fluir para perfeccionarlas y vivirlas positiva e intensamente, pues representan nuestras aptitudes y habilidades, la manera de relacionarnos con los demás y con la vida, aquellos aspectos que hemos desarrollado en otras vidas y lo que aún nos falta desenvolver en esta, nuestro grado de evolución y conexión con lo espiritual y en definitiva nuestra misión en esta vida.

Hay quienes pueden seguir y experimentar en forma espontánea y natural al menos algunas de estas tendencias, como por ejemplo la capacidad innata para enseñar y ser un maestro. Pero para una gran mayoría, las cosas no se presentan tan fáciles pues no se conocen, no afloran tan fácilmente a la conciencia; y entonces se transita por un proceso a veces interminable de búsqueda y de pruebas, de ensayo y error. Un ejemplo muy común se presenta a la hora de elegir la vocación.

Y entonces no hay otra salida más que comenzar un sincero y profundo trabajo de auto-conocimiento y meditación, buscar la orientación de un Maestro, o recurrir a una disciplina que nos ayude a encontrar nuestros propios recursos para esta vida.

Algunos aspectos que traemos, como la personalidad, a veces aluden a deficiencias que es preciso trabajar para mejorar, y otros indican un enorme potencial que como un Regalo Divino solo es necesario manifestar.
Si los conocemos y comprendemos podemos trabajar con ellos con un sentido de crecimiento interior, de otra manera quedarán como recursos propios no aprovechados ni realizados, con consecuencias nunca bien comprendidas.

Si podemos considerar como primera y última vocación de todos el despertar y desarrollo interior, hay muchas maneras de realizarlo según las propias aptitudes innatas: siguiendo una disciplina espiritual; sintiendo la presencia de Dios en el interior; a través del dar sin condicionamientos; mediante la plegaria y la intuición; mediante el ejercicio, el cuidado y la sanación del cuerpo; siguiendo un profundo proceso de interiorización para conectar con el propio ser; elevarse a sí mismo y a los demás mediante el fortalecimiento del aura; la apertura y armonización de los chacras; etc.; o más bien una integración o combinación de ellas.

El conocimiento y activación de los propios recursos como un medio para el desenvolvimiento interior y la realización plena de la vida representan mucho más que un simple ejercicio intelectual, pues originan profundas influencias en todos los planos del ser.

Ocurre que ciertas aptitudes o capacidades, consideradas como energía potencial, y que algunos poseen como un designio, por ejemplo la de poder elevarse a sí mismo y elevar a los demás, tienen una fuerza tan poderosa que si no se canalizan y llevan a la práctica, si se ignoran o rechazan, tarde o temprano se volverán en contra nuestra, siendo causa de graves conflictos interiores y/o enfermedad.

28/4/10

Vida en la naturaleza


Experiencias de vida en la naturaleza, semejanzas con las vivencias en el camino espiritual

“Ahora debo bajar hacia el llano…hacia la supuesta normalidad, o sea hacia la vida concreta…donde nos agotamos en perseguirnos los unos a los otros sin jamás entender nada. De verdad creo y lo pienso en este momento, que no existe ningún puesto de contemplación mejor que los solemnes lugares lejos de toda contaminación.
Desde aquí el mundo de los hombres parece ser solo de locuras o de oscuridad en su interior…¡¡Pensar que lo creen vivo por caótico y ruidoso!!” Walter Bonatti (considerado uno de los mejores escaladores del mundo de todos los tiempos), antes de bajar del Hielo Continental Patagónico.

“Una verdadera vida espiritual comienza en la naturaleza, siendo como un niño. Una vez que la verdadera conexión con tu ser inferior sucede, solo entonces podrás conectar con tu ser superior. Será la Madre Tierra quien dirá si estas listo y te presentará al Ser Superior” Drunvalo Melchizedec

Desde que era muy pequeño empecé a descubrir mi amor por la naturaleza, y tal vez, pienso ahora, también queriendo alejarme de un contexto general que no me gustaba ni comprendía. Pasaba una gran parte de mis momentos de ocio leyendo libros de viajes y expediciónes, y nunca perdía la oportunidad de una salida, así fuera faltando a mis obligaciones del momento (estudio, trabajo, relaciones). De alguna manera, inconsciente, ya estaba buscando un refugio interior. Mis primeros campamentos por la zona se fueron transformando en viajes cada vez más lejanos y finalmente en salidas de trekking y expediciónes a la montaña.

Pero me llevó mucho tiempo empezar a ver que esas experiencias de vida en la naturaleza me iban conduciendo, sin darme cuenta, a la introspección, a la búsqueda interior. Y así, de a poco, fui descubriendo que mis salidas tenían muchos patrones comunes con las etapas del sendero espiritual, como dos maneras distintas de recorrer el mismo camino.

El siguiente relato, es una síntesis basada en la travesía que hicimos en Marzo del 2009 con dos amigos, caminando durante cinco días, cruzamos la cordillera desde paso El León en Río Negro, Argentina, hasta llegar a Cochamó, en la costa del Pacífico, Chile, pasando por bosques, subiendo montañas y cruzando ríos y lagos. Elegí esta salida porque encuentro que de alguna manera resume y cierra muchas experiencias vividas en viajes anteriores:

Cuando salimos de viaje a la naturaleza, y cuando valoramos cada etapa del camino, cada lugar, su gente y su cultura por donde pasamos, es tan importante el recorrido como el destino final. Y entonces cada experiencia es una oportunidad para aprender y crecer.

Empezando a caminar por el sendero, el terreno puede volverse muy difícil, con pendientes y descensos muy fuertes. Dentro del bosque cerrado y en lugares muy húmedos hay que caminar sobre el barro y los mallines, a veces hasta enterrarse. 

Como uno arrastra los hábitos y pensamientos de la forma de vivir, en algún momento, debido al agotamiento y al cambio de entorno de los primeros días, solemos expresar un carácter irascible. Podemos llegar a sentirnos al límite físico y mental, realmente exhaustos, y entonces suele ocurrir que en algunos de esos momentos nos preguntamos ¿Qué estoy haciendo acá?

Llevando como carga lo que podamos guardar en la mochila y cuando empezamos a sufrir los 20 kilos o más, que llevamos en la espalda ¡Cuánto quisiéramos poder deshacernos de esa pesada carga! (Y qué pesada mochila llevamos a veces en nuestra vida cotidiana, ¡ni siquiera somos conscientes!)

La mayoría de estas cosas suceden generalmente, y por suerte, en la primera etapa del sendero, luego normalmente, uno se va aclimatando al entorno y se acostumbra al esfuerzo, se siente pero se sufre menos, y por otra parte se asume que no hay alternativas si queremos seguir caminando hasta nuestro objetivo.

En lugares muy agrestes a veces el sendero desaparece, se pierde la huella, y entonces todo depende de la buena orientación y la intuición entrenadas luego de varias salidas, es como que el camino lo va haciendo uno mismo.

Después de pasar varios días caminando y viviendo en medio de la naturaleza, uno empieza a sentirse cada vez más integrado con el lugar, con la tierra, el agua, los árboles y las piedras, y de a poco se va olvidando de los hábitos propios de la forma de vivir en su lugar de origen; se empieza a vivir cada momento como único, no hay pasado ni futuro. 

Si uno se dispone bien y se abre, puede llegar a percibir que se va llenando de prana, la energía vital, y teniendo alguna fuente de agua cristalina cerca para beber y zambullirse, uno se siente pleno y experimenta no necesitar nada más.

En esos momentos surge espontáneamente la actitud de tocar y abrazar un gigantesco alerce que guarda la sabiduría de milenios, y también saludar, agradecer y honrar desde lo más profundo del ser a la Madre Tierra (Namasté).

Por el sendero, se va conociendo pobladores que viven en medio de la nada, según la visión del habitante de la ciudad, y en medio del Todo según ellos mismos. Nunca encontré a alguien que no se sintiera feliz ni fuera muy amable en estos lugares, nadie que se quejara, nadie que conociera el progreso de la civilización y quiera dejar su lugar, aun viviendo solo, sin tele, dvd ni computadora.

Una vez alcanzado el destino final, uno se relaja y regocija admirando el paisaje, y reflexionando sobre el camino recorrido, re-conoce que por mucho valió la pena el esfuerzo realizado, así también como una forma de superarse a uno mismo, y entonces cesan los pensamientos, inclusive el recuerdo de las dificultades sufridas, se experimenta un profundo bienestar y paz interior (completud). Uno quisiera quedarse ahí para siempre.

Y entonces, ya próximo el regreso, más que la tranquilidad de empezar a volver, se experimenta tristeza por lo que se empieza a dejar, y uno termina por preguntarse ¿para qué volver?”

Tal vez la respuesta posible sea: volver al mundo que conocemos renovado mental y físicamente y enriquecido interiormente para seguir creciendo, y también para intentar compartir y transmitir que hay otro cielo, otras formas de percibir, de sentir y de vivir.

Después de muchos años de reflexionar y meditar sobre estas vivencias, tratando de encontrar mi lugar, creo finalmente que nuestro verdadero hogar, nuestro lugar en el mundo esta en nuestro interior, desde donde podemos llegar a sentirnos uno con todo lo que hay.

                                                                           
                                                                                                                                                                                  
                   


                                                                              

7/4/10

Conociéndonos




Solo reconociendo nuestra propia ignorancia, nuestras creencias y condicionamientos adquiridos y las limitaciones del propio ego y la personalidad, podremos llegar a ver y comprender la des-armonía, el des-equilibrio y la estrechez de miras en nosotros mismos y en los demás.

Andamos por la vida pensando y creyendo que sabemos quiénes y cómo somos, que siempre tenemos claro qué debemos hacer y qué es lo “correcto”. Es un lugar común la expresión: ¡“yo soy así y no voy a cambiar”!, y entonces ¿para qué me sirve el auto-conocimiento? Y cada uno está en lo cierto según su propio punto de vista o perspectiva, su nivel de comprensión y de conciencia.

Sin embargo tanto disciplinas como terapias con un enfoque holístico muy a menudo nos revelan rasgos y conductas desconocidos para la conciencia y a veces muy diferentes de los esperados.

No es lo mismo ser consecuente, y/o estar apegado, con una forma de pensar, que ser coherente con nuestra propia verdad actual. Y, en el mejor de los casos, nuestra percepción del mundo y del universo va cambiando y creciendo junto con nuestra verdad y nuestra conciencia. También sería de esperar que cambiaran para bien nuestros valores, nuestra conducta ética y la forma de relacionarnos con los demás.

De otro modo pasar por la vida sin experimentar cambios profundos, sin enriquecernos interiormente, sería una existencia sin sentido, oscura, muy limitada y vacía, sin la luz y la alegría que da la sabiduría. 

Tener más años, más experiencias y conocimientos no significa necesariamente ser más consciente y abierto a otras realidades; todos conocimos personas que llegadas a su último suspiro de vida siguen manteniendo pautas y pensamientos in-flexibles, adquiridos como férreos condicionamientos y anclados en la etapa mental de la adolescencia o la juventud.

También se podría hablar de involución, pues mantener rígidamente y a lo largo de la vida una misma forma limitada de ver y pensar no solo es no crecer ni avanzar sino que implica retroceder al menos un lugar en el tablero del juego de la vida.

Siempre resulta fácil considerar lo que creemos imperfecciones de los demás y es habitual pensar, hablar y criticar las características que percibimos como negativas de la personalidad y la conducta de tal o cual persona. Esta actitud podría ser una forma de aprendizaje si sirviera como modelo para no imitar y para cuestionarnos qué aspectos de eso que vemos y criticamos en los demás tenemos incorporados nosotros mismos, en lugar de expresar simplemente una apreciación superficial.

En el mundo de la psicología se trabaja con las proyecciones, así las falencias y debilidades que notamos y criticamos en los otros no serían otra cosa que una proyección en los demás de nuestras propias carencias. 

En cualquier caso, ya sean proyecciones o percepciones, lo que vemos y criticamos en los demás es una parte de nosotros mismos que negamos o rechazamos, pudiendo ser aspectos negativos o positivos y elevados, de ahí que nos moleste y duela tanto hasta el punto de hacerse insoportable para el propio ego.

Si podemos llegar a ver conscientemente este proceso de ida y vuelta podremos percibir que la in-comprensión no viene de afuera, está en nuestro interior, y que solo mediante el auto-conocimiento podemos develar quiénes somos, cómo y por qué sentimos, pensamos, decimos y hacemos, para entonces poder elegir y decidir quiénes y cómo queremos ser.

Lo primero establece un punto de partida, saber dónde estamos ubicados, lo segundo es una actitud creativa, decidir hacia dónde queremos ir. Y no existe ningún punto de partida si no sabemos bien a donde ir.

Podemos estudiar, reflexionar, teorizar, comparar y aprender sobre las cosas del mundo, sobre las ideas, las formas de vida, los valores y las conductas de los demás, pero si en verdad aspiramos al cambio y al crecimiento interiores, a una auto-transformación, debemos trabajar más que nada en el conocimiento profundo de nosotros mismos.

26/3/10

La determinación de ser libre


"Más que ninguna otra enfermedad, el cáncer parece reflejar en su proceso el nivel de libertad humana. Desde el punto de vista espiritual, toda enfermedad es una proyección corporal de procesos de desarrollo que también pueden desenvolverse en la auto-educación y práctica consciente. La evolución de la enfermedad siempre será positiva si el afectado se esfuerza por tomar conciencia de la capacidad psíquica o espiritual relacionada con ella. En el caso del cáncer será, por ejemplo, la conciencia de la libertad interior." (El Cáncer, Dres. Michaela Glöckler y Jürgen Schürhlz)

Puede parecer muy sencillo de comprender el concepto de libertad como un bien del más alto valor para la independencia y el desarrollo personal, la palabra suena muy bien en los discursos. Pero en los hechos no es tan simple, hay una connotación mucho más profunda, existe el miedo tangible a la libertad de ser uno mismo, a la libertad interior, porque entonces tendríamos que vivir y tomar decisiones en soledad con nuestra propia conciencia y esencia, en lugar de basarnos en los modelos ya establecidos.

La determinación de ser libre, por sus implicancias en todos los aspectos de la vida, es la decisión más trascendente que un ser humano pueda tomar. El espíritu, limitado por el cuerpo físico y el ego, siempre anhela la libertad de ser y poder manifestarse.
Pero queremos ser libres e independientes ¿de qué, o para qué?, ¿de alguien o de algo, para pensar, hacer y decir lo que nos plazca, para experimentar que nuestros deseos no tienen límites?

Cuando hablamos de libertad la primera definición que surge de la mente es la de poder hacer y decir siempre lo que queremos, de poder opinar y disentir, y así experimentar y mostrar que somos independientes, es la libertad física, la libertad de hacer, decir y tener que se manifiesta en la personalidad como el tesoro más apreciado.

Si bien, en un sentido profundo, esta libertad se puede vincular con los anhelos del alma de superar los condicionamientos y las barreras físicas y poder volar, en la práctica en general se nutre y crece con la ambición y los deseos; cuanto mayor sea el ego más deseos de libertad física se tendrán, y, como una consecuencia de esta expansión, en forma in-consciente o deliberada, cada vez se tendrán menos en cuenta las libertades de los demás. “El instinto hacia la auto-expansión es también la raíz de la esclavitud”.

Llegados a un punto extremo, la libertad total, sin límites, de tener y hacer, implica la sumisión y/o destrucción de todo aquello que se interponga con el objetivo establecido: bosques, montañas, ríos, animales, seres humanos y todo lo que uno se pueda imaginar. Son tan abundantes estos hechos a lo largo de la historia de la humanidad, que se podría crear una enorme biblioteca especializada.

Ha sido increíblemente nefasta, perjudicial y con consecuencias inimaginables para nuestro planeta y por supuesto para todos nosotros, la ideología racional-materialista-cientificista de que el hombre es dueño absoluto de la tierra, de la naturaleza, y por lo tanto es libre de explotarla, manejarla y destruirla a su antojo.

Pero hay otra libertad, la libertad de conciencia que se elige como una determinación interior y se expresa como una actitud de vida que no consiste en querer ser libres de alguien o de algo externo, sino en soltarse de las propias ataduras: las propias limitaciones del ego y la personalidad, la ignorancia y la in-comprensión de los resultados de nuestros actos, la in-tolerancia y la in-conciencia, los condicionamientos incorporados a lo largo de la vida.

No se trata de ser libres para alejarse del mundo, de los afectos y las obligaciones, ni para desestimar la libertad física, no es una renuncia en el sentido de ascetismo o auto-inhibición, es la percepción que el problema radica en cómo somos y cómo y desde dónde nos relacionamos con los seres y las cosas del mundo, y en todo caso la comprensión profunda que todo cambio siempre empieza desde uno mismo, con la auto-transformación.

Se puede hablar de grados de libertad en analogía con los niveles de conciencia: a un nivel más elevado de conciencia, corresponde un mayor grado de libertad interior.

La determinación de ser libre es una decisión que nace desde lo más profundo del ser, como el resultado ineludible y la consecuencia lógica de un trabajo de comprensión y despertar interior. Es la íntima convicción que nos da la fuerza y el impulso para entender y trascender nuestras mas rígidas estructuras, para salir de la esclavitud del ego, para saber y poder elegir en cada situación la actitud y la respuesta más elevada, para poder sostener la fe y la confianza en uno mismo para emprender el camino del auto-conocimiento,el crecimiento interior y la búsqueda de la verdad.

Es la luz que nos guía e ilumina en la noche más negra del alma, y la certeza de que nada ni nadie podrán cambiar nuestro mundo interior, espiritual. Es la semilla, que al crecer y madurar nos permitirá ser uno mismo en íntima comunión y respeto con todo lo que hay.