El amor a la verdad viaja siempre de la mano del amor a la
libertad, ambos anhelos del alma se nutren y alientan mutuamente.
El sincero buscador de la verdad no se conforma nunca con
las apariencias y limitaciones que percibe o recibe a primera vista, tanto afuera
como dentro suyo. Es una necesidad vital de escuchar la voz interior del alma que
trasciende deseos e intereses egoístas y que nos estimula a conocer, comprender y elaborar la esencia de aquello que percibimos, por eso hablamos de amor a la verdad en
el sentido de pureza de intención, y que termina por ser un estilo de vida que
enriquece a quien lo practica, a su vida y su entorno.
Una alegoría de la aventura del buscador seria la del
viajero en el desierto que al llegar al manantial, después de mucho y arduo caminar,
comprueba que el agua tan anhelada se desvanece como su propia certeza, aquello no era más que un
espejismo. La búsqueda nunca termina, siempre hay verdades más elevadas que resuenan
en el corazón de quien las percibe. El camino en si es la alegría y la motivación del buscador, la verdad de hoy mañana puede ser un espejismo.
Lo que produce el hecho que haya diversas opiniones sobre
la verdad, es la im-posibilidad de deshacerse de la influencia del ego donde se mezclan pasiones, creencias,
instintos y deseos, o sea un estado interior débil, confundido y condicionado.Y por lo tanto, no se puede negar que es también debido a
los distintos procesos evolutivos o grados de conciencia que experimenta cada
uno.
Entre los fieles el amor a una sola y propia
doctrina suele ser mayor que el amor a la verdad y no es raro ver que el amor a
la propia iglesia, congregación y/o al maestro, sea mayor que a la misma doctrina. Y esto sin dudas se podría extender a cualquier ámbito. En todo caso no se destacan precisamente el respeto, la tolerancia y la consideración
hacia los demás.
Y si bien parece ser un dogma generalizado que no hay una verdad para todos, en los hechos su aplicación por lo común esta sujeta a la imposición y/o conveniencia egoísta.
Y si bien parece ser un dogma generalizado que no hay una verdad para todos, en los hechos su aplicación por lo común esta sujeta a la imposición y/o conveniencia egoísta.
Cuando se
pretende re-afirmar una verdad se suele agregar como prueba de valor que: “¡Es científica!”
En el único ámbito donde se puede decir que las verdades de los hombres coinciden
es en el de las ciencias duras como
la matemática, aquí desaparecen las opiniones y las preferencias personales. Siguiendo este
ejemplo y despojándose de sus condicionamientos propios y ajenos, podrían los
hombres llegar a un acuerdo sobre las verdades más elevadas.
Y a pesar de la llamada dureza de las ciencias exactas,
y a veces de quienes las desarrollan, no podemos dejar de mencionar a Pitágoras
como ejemplo del amor por su ciencia y la humanidad. Clave fue su formación en
los Misterios Mayores, a través de los hierofantes egipcios, en la concepción
de una matemática y una geometría más humanas y la vez divinas: “En la
Creación, Dios (como principio) geometriza (con amor y sabiduría) a través de
los números”.
Hay dos maneras
bien marcadas de acercarse a la verdad, una es la re-flexión u opinión sobre la observación
exterior, sobre el pasado y los hechos ya producidos, la otra
manera es la actitud interior de anticiparse de forma activa y creativa
construyendo hoy el futuro.
En el primer
caso se trata de cuidar y mantener el tesoro obtenido, transfiriendo a la
esperanza la responsabilidad que los deseos añorados o verdades se cumplan. En
el segundo se trata de un proceso creativo-productivo relacionado con lo científico-espiritual, en
tanto motivación y alimento del alma, se trata primero de obtener en nosotros el saber y el amor que
trascienden lo individual, contingente y temporal, para luego llevarlo a la práctica
universal.
Un sentido y la
grandeza de buscar siempre y en todo la verdad, sincera y honradamente,
soltando el ego, residen en alcanzar la comprensión, la armonía, el amor y
la compasión para que se re-encuentren espiritualmente y se
unan en paz los hombres.