22/4/12

El amor a la verdad



El amor a la verdad viaja siempre de la mano del amor a la libertad, ambos anhelos del alma se nutren y alientan mutuamente.

El sincero buscador de la verdad no se conforma nunca con las apariencias y limitaciones que percibe o recibe a primera vista, tanto afuera como dentro suyo. Es una necesidad vital de escuchar la voz interior del alma que trasciende deseos e intereses egoístas y que nos estimula a conocer, comprender y elaborar la esencia de aquello que percibimos, por eso hablamos de amor a la verdad en el sentido de pureza de intención, y que termina por ser un estilo de vida que enriquece a quien lo practica, a su vida y su entorno.

Una alegoría de la aventura del buscador seria la del viajero en el desierto que al llegar al manantial, después de mucho y arduo caminar, comprueba que el agua tan anhelada se desvanece como su propia certeza, aquello no era más que un espejismo. La búsqueda nunca termina, siempre hay verdades más elevadas que resuenan en el corazón de quien las percibe. El camino en si es la alegría y la motivación del buscador, la verdad de hoy mañana puede ser un espejismo.

Lo que produce el hecho que haya diversas opiniones sobre la verdad, es la im-posibilidad de deshacerse de la influencia  del ego donde se mezclan pasiones, creencias, instintos y deseos, o sea un estado interior débil, confundido y condicionado.Y por lo tanto, no se puede negar que es también debido a los distintos procesos evolutivos o grados de conciencia que experimenta cada uno.

Entre los fieles el amor a una sola y propia doctrina suele ser mayor que el amor a la verdad y no es raro ver que el amor a la propia iglesia, congregación y/o al maestro, sea mayor que a la misma doctrina. Y esto sin dudas se podría extender a cualquier ámbito. En todo caso no se destacan precisamente el respeto, la tolerancia y la consideración hacia los demás.

Y si bien parece ser un dogma generalizado que no hay una verdad para todos, en los hechos  su aplicación por lo común esta sujeta a la imposición y/o conveniencia egoísta.

Cuando se pretende re-afirmar una verdad se suele agregar como prueba de valor que: “¡Es científica!” En el único ámbito donde se puede decir que las verdades de los hombres coinciden es en el de las ciencias duras como la matemática, aquí desaparecen las opiniones y las preferencias personales. Siguiendo este ejemplo y despojándose de sus condicionamientos propios y ajenos, podrían los hombres llegar a un acuerdo sobre las verdades más elevadas.

Y a pesar de la llamada dureza de las ciencias exactas, y a veces de quienes las desarrollan, no podemos dejar de mencionar a Pitágoras como ejemplo del amor por su ciencia y la humanidad. Clave fue su formación en los Misterios Mayores, a través de los hierofantes egipcios, en la concepción de  una matemática y una geometría más humanas y la vez divinas: “En la Creación, Dios (como principio) geometriza (con amor y sabiduría) a través de los números”.

Hay dos maneras bien marcadas de acercarse a la verdad, una es la re-flexión u opinión sobre la observación exterior, sobre el pasado y  los hechos ya producidos, la otra manera es la actitud interior de anticiparse de forma activa y creativa construyendo hoy el futuro.

En el primer caso se trata de cuidar y mantener el tesoro obtenido, transfiriendo a la esperanza la responsabilidad que los deseos añorados o verdades se cumplan. En el segundo se trata de un proceso creativo-productivo  relacionado con lo científico-espiritual, en tanto  motivación y alimento del alma, se trata primero de obtener en nosotros el saber y el amor que trascienden lo individual, contingente y temporal, para luego llevarlo a la práctica universal.

Un sentido y la grandeza de buscar siempre y en todo la verdad, sincera y honradamente, soltando el ego, residen en alcanzar  la comprensión, la armonía, el amor y la compasión  para que se re-encuentren espiritualmente y se unan en paz los hombres.

18/4/12

Sol de noche ( las lámparas mágicas)



Desde los albores de la humanidad existe, por transmisión y/o intuición, el culto al sol, el fuego, la luz y el rayo. El sol  físico, visible, como dador de calor y luz sostenedores de la vida o como dios personal o antropomórfico y su adoración, no eran ni son, para los Iniciados,  el único ni principal motivo del culto. Existe otro Sol, invisible, morada de las entidades espirituales más elevadas.

En la tradición esotérica la Luz que proviene del Sol espiritual, llamado Gran Sol Central, el alma del sol físico, es la que derrama sabiduría e ilumina al Iniciado en los Misterios de la existencia, Cristo es un Iniciado Solar de la misma Escuela que los Budas y Bhodisattvas.

Esta Luz espiritual, que el hombre común niega o no re-conoce, llega a todas partes y atraviesa cualquier cosa que se le interponga, sean paredes o planetas, a tal punto que el sabio o iniciado puede ver el sol en sus pies, como lo atestiguan las imágenes alquímicas alusivas donde se puede ver a un mago parado sobre un disco solar.

Hubo una antigüedad donde uno de los principales símbolos de la sabiduría, transmitida por  la luz sagrada y eterna, era representada por la llama de las lámparas perennes. Los sacerdotes-magos del templo tenían el arte y el conocimiento para construir lámparas que ardían por años sin que se necesitara alimentarlas.

En la mayoría de los casos, dice el investigador Hargrave Jennigs, se apagaban o se rompían misteriosamente en cuanto eran retiradas de sus moradas. “Se sabe que los romanos mantuvieron lámparas en sus sepulcros durante años por medio de la oleaginosidad del oro, relacionado con el misterio de los Rosacruces, y convertido por medios alquímicos en substancia liquida.”

“Una de estas lámparas, que había estado encendida por 120 años, fue encontrada en la tumba de Christian Rosencreutz. En las ruinas de un monasterio, en la época de Enrique VIII, se encontró una lámpara ardiendo en una tumba desde el siglo III D.C., o sea cerca de 1200 años.”

Dos de estas lámparas pueden verse en el Museo de Rarezas de Leyden, en Holanda. “Una  lámpara ardiente fue encontrada durante el papado de Pablo III en la tumba de Tullia hija de Cicerón, que había estado cerrada durante 1550 años.”

“Apuleyo, cuando fue iniciado en los Misterios, pudo ver el Sol de Medianoche, las cámaras del templo estaban brillantemente iluminadas, aunque no había en ellas lámpara alguna.”

H.P. Blavastky reveló fórmulas para construir estas lámparas, ella misma vió una, construida por un discípulo de las artes herméticas, que había estado ardiendo sin combustible visible durante seis años anteriores a la publicación de sus libros.

Los Lamas magos del Tíbet iluminaban sus moradas mediante una esfera fosforescente de color blanco verdoso, regulable en intensidad según disponían los Lamas hasta no quedar más que una chispa que ardía por siempre.

Todo aquel que anhela sincera y profundamente y rema por una elevación general de la conciencia humana seguramente en algún momento se habrá preguntado ¿por qué no elevar esa conciencia a través de la vibración de la Luz espiritual?, sería tan distinto…

Últimamente sabemos de canalizadores de mensajes angélicos que hablan de una próxima elevación o ajuste de la frecuencia vibratoria humana que vendría  relacionada con el fin del presente ciclo, calculado por mayas y egipcios. ¿Quién sabe como para dudar o negar estas afirmaciones? En todo caso, ¡Bienvenida sea!

Sin embargo  la evolución de la conciencia humana para una época o ciclo dado, nunca será igual y la misma para todos. En un lejano futuro, en términos humanos, relativos, una buena parte de la humanidad llegará hasta alturas espirituales hoy in-imaginables, pero una parte que no acompañará la corriente de crecimiento quedará in-evitablemente re-trasada y pasará a una esfera acorde a su evolución, esa es la Ley.

En el paso, a veces catastrófico, de un ciclo evolutivo a otro siempre hubo y habrá un grupo adelantado de seres que fueron y serán la simiente de un nuevo amanecer.

Enseñar las claves para la elevación del hombre a través del conocimiento de si mismo ha sido el trabajo de sabios y maestros a lo largo de todas las edades. El cuerpo del hombre considerado como templo vivo a imagen del Cosmos ha sido la inspiración para la construcción de santuarios e iglesias, y los procesos que en él se desarrollan son análogos a los iniciáticos. Los procesos físicos y biológicos son similares a los del desarrollo espiritual. Por algo el cuerpo físico y la vida del discípulo se van sutilizando y afinando cada vez más en orden a su desarrollo espiritual y al nuevo ser que vendrá.


Bibliografía: “Melquisedec y el misterio del fuego”, Manly P.Hall; “Isis sin Velo”, H.P. Blavatsky; “Símbolos y Números Ocultos”, Rudolf Steiner.


6/4/12

Soñador (deja que hable tu corazón)





“Cuánto darías por tener una mirada  que se asome dentro de tu soledad. Cuánto desearías que por las noches una estrella fuera tuya para poder conversar... cuánto desearías escribir una poesía que explicara más tu forma de sentir.” (Litto Nebbia)


Se puede vivir dormido o soñar despierto, soñar es también re-cordar, meditar y buscar lo esencial en las verdades más profundas.

¿Crees que un mundo mejor es posible, empezando por uno mismo y su morada? ¿Eres de los que siempre aspiran a vivir los sueños íntimos más hermosos por sobre las conveniencias materiales o sociales? ¿Sientes que tu mundo interior es tu mayor riqueza y que nadie ni nada te lo podrá arrebatar? ¿Crees que se puede vivir en resonancia armónica con todo lo que hay? Entonces tal vez seas uno de los llamados pobres e ingenuos soñadores, bienvenido al Club porque solo no estas.

Como soñador se suele experimentar soledad, in-comprendida para los demás como una in-diferencia que lo va a perseguir, pero es en esta misma soledad meditativa que se pueden encontrar momentos de plenitud y creatividad para abrir la mente y el corazón a posibilidades infinitas.

“Puede ser una filosofía de vida muy interesante pero es im-practicable en este mundo, no es real, hay que adaptarse y bajar a la realidad: el trabajo, la familia, la estabilidad, el progreso material, las obligaciones sociales, los paradigmas, etc.” “En definitiva soñar es fácil, no cuesta nada” Es el discurso que suelen invocar, a veces con cierta envidia agazapada, los no-soñadores.

Y con algunas variantes y sutilezas es el mismo discurso que han escuchado inventores, científicos, artistas, maestros, deportistas, etc., todos aquellos que con amor, voluntad, perseverancia y arduo trabajo para realizar sus sueños, han podido soltar la realidad, despegarse de los condicionamientos propios y ajenos para poder volar en beneficio de toda la humanidad.

¿Qué es un hombre sin sueños?” “La imaginación es tan importante como el conocimiento”, (A. Einstein).
“Desarrolla sueños personales y encuentra una causa más grande que ti mismo. Convierte una visión grande en una misión y terminara siendo una bendición” (Anónimo).

El concepto realista en principio se opone al de soñador, pero solo en apariencia. Por cierto que un sueño puede ser una ilusión pero no es menos cierto que una realidad  también, de hecho la propia realidad, igual que los sueños, son una construcción individual.

Por otra parte si bien el termino ilusión en su acepción más usual y negativa alude a engaño, ficción o quimera, la verdad es que también significa confianza y esperanza, como en todas las cosas todo depende de la perspectiva.

La diferencia más notable entre un realista y un soñador es que el primero solo puede ver su realidad como la única posible, mediante la negación justifica, adapta y sostiene sus creencias, su fe y confianza se basan en la dependencia exclusiva de lo ya establecido, de algo o alguien exterior, mientras que el soñador puede trascender su propia realidad y, con fe y confianza en si mismo, ser y hacer cosas imposibles para la percepción del realista.

“La fe ha de ser la corroboradora de la imaginación, pues por la fe se establece la voluntad… En todas las obras mágicas, es requisito indispensable la firmeza de voluntad… Cuando las artes no tienen reglas fijas y ciertas, es porque los hombres no saben imaginar ni creer en el resultado eficaz de lo que imaginan”. Paracelso

Imaginar es idear, inventar, crear, forjar, concebir; la imaginación, que trasciende la razón y la mente mecánica del realista, es uno de los aspectos más elevados que puede desarrollar el hombre. Como atributo divino solo basta con contemplar la belleza, el orden y la armonía en el di-seño del universo.

“Si pudiera ver algo…
tu puedes ver todo lo que quieras.
Si pudiera ser alguien…
tu puedes ser cualquier persona, celébra.
Si pudiera hacer algo…
bien que puedes hacer algo.
Si pudiera hacer lo que sea…
bien que puedes hacer algo fuera de este mundo.”
(Dreamer, Supertramp)


1/4/12

Ser humano II




Viendo en la carta la geometría que dan las coordenas celestes para el natalicio o un momento dado, se pueden conocer con precisión las influencias que, en mayor o menor proporción, ejercen los planetas sobre la vida del hombre.  Desde la vibración de los números y las letras, la fecha de nacimiento y los nombres determinan características que como tendencias influyen en todos los planos y etapas de la existencia.

Los nombres determinan características personales y los apellidos aluden a influencias paternas y maternas, de la suma de unos y otros se obtiene, entre otras cosas, la misión en la vida. Dentro de la ciencia y el arte de los números existe también un método para designar el nombre más conveniente para el ser que esta por nacer. Hay ejemplos, tanto en las escrituras como en la vida de grandes maestros espirituales, del cambio de nombre o letras del mismo para ajustarlo a un nuevo estado o vibración más elevada.

Con la noción de karma, una realidad tradicional en las culturas orientales,  la investigación científica y las terapias occidentales de vidas pasadas, surge que podemos traer a esta vida algunas deudas pendientes. Entonces aparece en algún momento, in-evitable y angustioso para algunos, la pregunta sobre la libertad del hombre: ¿En verdad poseemos un libre albedrio y hasta qué punto podemos elegir, o es una libertad condicionada?

¿Somos tan vulnerables? Si y no, depende cómo y desde dónde se mire. Una máxima  nos dice que el universo, la existencia, no nos va a demandar algo que, mas allá del mayor esfuerzo, no este dentro de nuestras capacidades o posibilidades reales. Podemos creerlo o no, o tomarlo como un gran consuelo, pero tiene sentido si vemos los desafíos que se nos presentan y aquello que consideramos lo peor que nos pueda suceder, como  medios para crecer.

Y como una ley matemática directamente proporcional, cuanto mayor sea la amplitud o nivel de conciencia mayor será la perspectiva y la capacidad de ver y resolver, y en consecuencia nuestra libertad para elegir. Imaginemos por un momento el estado de conciencia de un maestro espiritual.

¿Es casualidad que hayamos nacido a una cierta hora, de un cierto día, mes y año, en un lugar y en el seno de una familia dados? ¿es por azar la elección de nuestros padres al darnos un cierto nombre? Seria por lo menos ingenuo pensar que la creación del universo y todo lo que ocurre en él como la perfección de las orbitas de los planetas, las estaciones del año y la vida misma es casualidad. Llamamos azar a todo aquello que no podemos comprender con nuestros sentidos comunes.

Todo lo que nos sucede de alguna manera lo atraemos o provocamos nosotros, desde la experiencia, los anhelos y las asignaturas pendientes de esta vida o de otras, todo tiene un sentido último que siempre tiende a la elevación, la armonía y la perfección, las influencias externas no son así tan in-ciertas ni externas como se podría suponer, ni mucho menos casuales.

Dios, lo Absoluto o Superior, la existencia o como quiera llamárselo no nos abandonó en esto, aunque no lo veamos el Sol siempre está: desde la más remota antigüedad existen métodos idóneos para conocer el por qué y comprender nuestra misión y tendencias en esta vida, si lo queremos saber.

Cuentan las leyendas tibetanas que hubo una época donde los lamas magos recogían el agua de lluvia en sus cuencos, que ellos mismos forjaban con siete metales, y al reflejarse en ella podían ver y conocer sus vidas pasadas.

Al igual que la información, y el amor, que existe en las partículas más elementales, en alguna parte que, según nuestras creencias, podemos llamar alma, llevamos impresa las vivencias de toda la historia,  la evolución humana y del universo, en términos relativos lo bueno y lo malo. De ahí cobra sentido la verdad espiritual que, en potencia, ya somos un Buda o el Cristo,  portamos las semillas de la unidad, la sabiduría, el amor y la compasión para serlo, pero no lo creemos.