17/3/09

Percepción y conciencia espiritual

"Por suerte, los principios absolutos del cosmos no dependen de la creencia ni de la aprobación humanas". Paramahansa Yogananda

Una vez, conversando sobre el misterio de la Creación, un amigo y guía espiritual me decía: “a partir de un montón de chapas de aluminio dispersas sobre una pista, y si soplara de pronto un viento muy fuerte, es impensable que se formara un avión”.

En todas las cosas hay un Principio Rector que crea, organiza, da forma, así hay Leyes que rigen la Naturaleza, el Cosmos, la Vida y las relaciones entre ellas, leyes que a veces apenas llegamos a vislumbrar.

Los grandes Principios o Verdades, que podemos llamar Universales, tienen un origen no-humano, están más allá de las contingencias, del tiempo y del espacio. Los Maestros y los grandes seres que aportaron su conocimiento y se volcaron enteramente hacia el crecimiento y beneficio de la humanidad, tuvieron una inspiración divina.

Así, los principios espirituales no son algo abstracto, teórico ni utópico, no son frases célebres u ostentosas que se declaran cuando conviene la ocasión; ni tampoco pertenecen a una religión determinada, las verdades universales no se pueden restringir a una sola doctrina. Los principios y enseñanzas espirituales son una guía para la vida, bien concreta, que nos ha sido dada como un Regalo Divino para todos, y en esto no se trata de creer o no creer ni de sentimentalismos, es más bien una cuestión de inteligencia, de comprensión, de darse cuenta que es algo útil y práctico, de sabiduría en definitiva. ¿Acaso existe una guía mejor?

Cristo unía la verdad y la vida: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Una frase tan aparentemente simple y tantas veces repetida como expresión de algo bueno pero inalcanzable: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, encierra una profunda sabiduría que determina ni más ni menos que la índole de nuestra relación con los demás, con la naturaleza, con los animales, es la esencia del Respeto a la Vida.

Desde la propia limitación es muy difícil poder hablar de principios espirituales, y más aún cuando ni siquiera nos conocemos bien a nosotros mismos, ni somos siempre conscientes de nuestras propias conductas negativas. El auto-conocimiento y la meditación son el primer paso en el camino, y su sentido no radica como a veces se mal-interpreta, en solamente conocerse a uno mismo y sus problemas, actitudes, limitaciones o talentos, sino que también es la base para superarse, ampliar y elevar la conciencia, para abrirse y preparar el terreno para recibir la influencia y las enseñanzas espirituales.

¿Es posible practicar los principios espirituales en un contexto materialista, de doble discurso e inversión de los valores? Todos tenemos el potencial interior para hacerlo, es posible si tenemos la fuerte convicción de que lo es, si sincera y profundamente queremos vivir en paz y armonía con el Todo, y de hecho también depende nuestra propia supervivencia.

La violencia, el des-amor, la des-igualdad, el ego exacerbado, la in-comprensión, el sentirse separado, tienen su raíz profunda en el hecho de ignorar las leyes y enseñanzas espirituales y las consecuencias que ello produce; se desconoce totalmente la guía que nos fue concedida con Amor y Sabiduría.

En épocas antiguas la vida del hombre común no estaba separada de su percepción espiritual. En un mundo materialista, donde se busca la certeza a toda costa, las normas humanas sirven para la convivencia y son necesarias, pero son subjetivas, relativas y sujetas a las contingencias, mientras que los principios espirituales son eternos e inmutables.

“Quien este libre de pecado que arroje la primera piedra”, en un contexto general donde todos nos quejamos y expresamos la necesidad de que haya justicia y cambios en todos los ordenes de la vida, y mientras esperamos que siempre sean los otros, o el sistema los que cambien primero, nos olvidamos por completo que el cambio, el ejemplo, empieza por uno mismo. La revolución humana no es política, ni social, ni económica, es interior. La grandeza de una sociedad no esta dada por su riqueza material, sino por las virtudes de sus integrantes.

Los ejemplos y las enseñanzas espirituales abundan y están a nuestra disposición, pero hay que hacer un esfuerzo, nada que valga la pena en esta vida es fácil. Y cuando sea el momento la luz interior siempre aparece. El que busca encuentra, al que golpea la puerta con el corazón se le abrirá siempre.