9/10/12

La añoranza de pertenecer


“La magia es la filosofía de la alquimia”. (Paracelso)


Todo fue pensado, alguna vez imaginado, y en este sentido todo es energía-mente e inter-dependiente, tanto la vida como la muerte. Como en el sueño, percibimos las sensaciones físicas como reales. Siguiendo este principio se puede llegar a comprender por ejemplo cómo un mago, o una partícula cuántica, pueden estar en dos lugares al mismo tiempo.

El aliento vital, prana, chi o ki, es el vehículo de la mente y de ahí surge la importancia de mantener en equilibrio activo la circulación en el cuerpo de esta fuerza esencial que moviliza la mente, como nos dice la sabiduría  más antigua. Y nos muestra también cómo se relacionan finalmente todas las cosas: si el prana se estanca al no poder fluir libremente, lo mismo le sucederá a la mente.

Desde la psicología  se habla de un deseo in-consciente  de volver al útero materno (que re-presenta el recipiente alquímico) buscando segura-mente calidez y protección. Jung encontró no solo que la madre re-presenta para el hijo el primer arquetipo del anima, el in-consciente colectivo, sino  que esta imagen es luego trasladada a la mujer amada, en la hija es a la inversa. Desde la tradición  espiritual se considera como el anhelo del alma in-dividual de volver a re-unirse y experimentar el éxtasis de la Unidad con el Todo o Alma Universal: la añoranza de pertenecer.

En la vida cotidiana y frente a la ausencia de sentido  interior desarrollamos, como una necesidad imperiosa, infinitas formas de pertenencia que se manifiestan como un intenso aferramiento a algo o alguien, para de alguna manera satisfacer o sobre-llevar ese anhelo vital que, si bien in-consciente por lo común, es una fuerza  poderosa que tarde o temprano suele irrumpir en la consciencia: cuando se empieza a percibir  que hay algo más que el ego y la vida material y que si bien por algo estamos acá, no es ésta nuestra naturaleza.

Y es entonces cuando por las noches, sin la máscara del ego, y  junto al calor espiritual del fuego primordial, buscamos una estrella amiga para poder conversar.

En la numerología tántrica esta añoranza de pertenecer se corresponde con el número dos y se asocia o re-presenta con la mente negativa. Esta última es la encargada de observar,  pre-ver, advertir, evaluar y rechazar  situaciones no deseadas o queridas, peligrosas a veces, bien entendido es un aspecto del ser necesario para el orden, el cuidado y la supervivencia.

La energía del dos des-equilibrada solo ve impedimentos, lo complicado, superficial  y el sin-sentido de todas las cosas y termina por crear problemas, malas intenciones y enemigos donde no existen. Finalmente el temor, opuesto al amor,  pasa a controlar y dominar la totalidad del ser.

Este des-equilibrio también alude al aferramiento a las cosas y personas, y además a la necesidad de quedar bien con todos, al miedo al ridículo y a la falta de confianza en si mismo. En hebreo la segunda letra, Bet, tiene su origen y diseño jeroglífico en la palabra bayit que significa casa, alude por su forma y sentido a  la receptividad al Aleph, el Uno.

El segundo día del Génesis es cuando Dios separa las aguas de arriba de las aguas de abajo, separa el mundo divino de la Creación la cual es su imagen, y ambos quedarán unidos por los cielos.

Aquello que la virgen María realizó en el plano exterior-interior es la verdadera vocación grabada en la esencia de cada uno de nosotros, hombres y mujeres: “La Creación es la hija que a su vez debe dar a luz al Hijo Divino”.

Esta vivencia de nostalgia como herramienta para crecer nos puede ayudar a comprender y equilibrar la dualidad del dos y la mente que ve todo negativo, expresar la presencia Divina en uno mismo integrando la experiencia limitada de la vida material del ego con la infinitud y la gloria de la vida espiritual del alma.