“En el Verbo estaba la Vida y todas las
cosas por El fueron hechas”. (Evangelio de San Juan)
Nada Brahma (Dios es sonido): el
Universo es vibración, nada de lo que existe es in-móvil y toda vibración es
sonido aunque no sea percibido por nuestros oídos. Cada planeta posee su propia
vibración característica manifestada en una nota-clave que reverbera en
nosotros y que los antiguos Iniciados denominaban la “música de las esferas”.
No en vano se dice de la música que es la voz del alma o del espíritu. El Hombre Verdadero crea en forma consciente por su energía vibratoria mediante el Verbo.
No en vano se dice de la música que es la voz del alma o del espíritu. El Hombre Verdadero crea en forma consciente por su energía vibratoria mediante el Verbo.
Los mantras,
aunque no sepamos su significado, son palabras de poder. De acuerdo a los testimonios de Alejandra David-Neel, los lamas-magos del Tíbet consideraban que su sonido puede modificar la materia y la sustancia espiritual.
Cada letra es una fuerza viva que vibra dentro y fuera de nosotros, de la combinación de letras se genera la palabra-acción que determina un fin. Decía Cristo: “Y daréis cuenta por cada palabra inútil…”. Tarde o temprano experimentamos las consecuencias de lo que decimos, para bien o mal, como salud o enfermedad, porque el sonido de las palabras recorre primero todo nuestro ser para fijar en él sus vibraciones armónicas o disonantes antes de salir al espacio e influir sobre todo lo demás.
Cada letra es una fuerza viva que vibra dentro y fuera de nosotros, de la combinación de letras se genera la palabra-acción que determina un fin. Decía Cristo: “Y daréis cuenta por cada palabra inútil…”. Tarde o temprano experimentamos las consecuencias de lo que decimos, para bien o mal, como salud o enfermedad, porque el sonido de las palabras recorre primero todo nuestro ser para fijar en él sus vibraciones armónicas o disonantes antes de salir al espacio e influir sobre todo lo demás.
Quien haya
padecido el tener que escuchar a alguien, en una supuesta conversación o
dialogo, enunciando un monólogo discursivo superficial e in-terminable sabe y re-conoce muy bien la importancia de las
pausas o silencios y la síntesis. En un sentido espiritual el silencio representa
la ausencia de la importancia personal y ésta última suele manifestarse en la necesidad imperiosa-compulsiva de hablar, de ser
comprendido, de no sentirse aislado, etc., (hoy en día es imprescindible, para no quedar
afuera, estar conectado a las redes
sociales).
El hombre
despierto, dueño de sí mismo, impone silencio a los deseos y parloteos internos
del ego y solo habla cuando es necesario y lo que dice es lo más preciso, justo
y breve posible. Cuando contemplamos o estamos inmersos en un majestuoso
paisaje o frente a un gran ser el ruido mental cesa y el ego desaparece, es el
no-ser y al mismo tiempo el ser uno con lo observado.
La sabiduría
de algunos refranes populares nos dicen por ejemplo: “Si no tienes algo que
decir que sea más importante que el silencio, mejor no digas nada” o “El
silencio es salud”. El Zen es más riguroso: "El que habla no sabe, el que sabe no habla" y el Tao nos dice: "Habla menos y sé más sencillo". En nuestro ruidoso plano
terrenal en que vivimos el silencio y la prudencia son un refugio para el alma.
El silencio,
la ausencia aparente de sonido, es
una de las sensaciones más profundas. En la música su uso es esencial, pues un descanso
en una sucesión de sonidos o tras un acorde de tensión resulta agradable. Se
considera que el silencio es una nota que no se ejecuta. En una buena interpretación,
el silencio puede tener tanto peso como el sonido para transmitir el mensaje de
la obra.
El ritmo como proporción entre los acentos, las pausas y las repeticiones es una parte esencial de la armonía no solo de la composición musical sino también de toda obra de arte y del Cosmos. El Universo se sustenta y responde a la Ley de la Armonía por lo tanto Ella es la condición fundamental para el equilibrio y el bienestar del hombre.
El ritmo como proporción entre los acentos, las pausas y las repeticiones es una parte esencial de la armonía no solo de la composición musical sino también de toda obra de arte y del Cosmos. El Universo se sustenta y responde a la Ley de la Armonía por lo tanto Ella es la condición fundamental para el equilibrio y el bienestar del hombre.
Desde la visión esotérica las vocales son de origen divino y el alma del lenguaje; las consonantes constituyen el cuerpo o plano físico donde se
manifiestan el pensamiento y el Verbo.
La oración tiene
el mismo sentido que la meditación, siendo la primera más afectiva la segunda es del tipo
intelectual-analítica. La Magia del Verbo y su evocación era conocida y practicada habitualmente por
los antiguos magos-maestros que sabían que ciertos sonidos producen fenómenos
naturales y además pueden sanar los des-equilibrios del cuerpo y la mente: las
Notas de la Naturaleza bien empleadas otorgan Sabiduría, Virtud y Poder.
Por medio de
las siete notas de la escala musical re-suenan en sintonía y se armonizan nuestros
centros de energía o chacras y también mediante la vocalización adecuada podemos llevar
energía sanadora a nuestros órganos y sistemas, equilibrando, purificando y sanando así todo
nuestro ser. Cuando decimos que todo es espiritual estamos diciendo que todo lo que hay posee una Fuente Unica de vibración.
La oración
dada por Cristo a sus discípulos, el Padrenuestro, es un buen ejemplo de cómo
mediante la evocación de ciertas palabras el hombre puede elevar y purificar
sus aspectos tanto superiores como inferiores.
En la tríada superior invocando
la Voluntad Divina (y no la nuestra ahora
oscurecida por la ignorancia y el egoísmo), santificando el Nombre de Dios y
por lo tanto percibiendo todo lo que
existe como una sagrada Unidad; y que el Reino de los Cielos descienda a la
Tierra: "Padrenuestro que estas en los cielos, santificado sea tu Nombre, hágase
tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo, venga a nos él tu Reino".
Los últimos cuatro
ruegos se refieren al cuaternario inferior del ser humano: el alimento material
necesario para la vida del cuerpo físico; el perdón de nuestras deudas así como
nosotros perdonamos a nuestros deudores, como compensación a las faltas de
nuestro cuerpo etéreo o vital hacia nuestra comunidad; no caer en las
tentaciones que corresponden al cuerpo astral o de deseos; y avanzar en la evolución evitando el mal
íntimamente relacionado con la actividad del yo o ego.