25/5/16

Cuando el Cielo Habla


“En el Verbo estaba la Vida y todas las cosas por El fueron hechas”. (Evangelio de San Juan)


Nada Brahma (Dios es sonido): el Universo es vibración, nada de lo que existe es in-móvil y toda vibración es sonido aunque no sea percibido por nuestros oídos. Cada planeta posee su propia vibración característica manifestada en una nota-clave que reverbera en nosotros y que los antiguos Iniciados denominaban la “música de las esferas”. 

No en vano se dice de la música que es la voz del alma o del espíritu. El Hombre Verdadero crea en forma consciente por su energía vibratoria mediante el Verbo.

Los mantras, aunque no sepamos su significado, son palabras de poder. De acuerdo a los testimonios de Alejandra David-Neel, los lamas-magos del Tíbet  consideraban que su sonido puede modificar la materia y la sustancia espiritual. 

Cada letra es una fuerza viva que vibra dentro y fuera de nosotros, de la combinación de letras se genera la palabra-acción que determina un fin. Decía Cristo: “Y daréis cuenta por cada palabra inútil…”. Tarde o temprano experimentamos  las consecuencias de lo que decimos, para bien o mal, como salud o enfermedad,  porque el sonido de las palabras recorre primero todo nuestro ser para fijar en él sus vibraciones armónicas o disonantes antes de salir al espacio e influir sobre todo lo demás.

Quien haya padecido el tener que escuchar a alguien, en una supuesta conversación o dialogo, enunciando un monólogo discursivo superficial e in-terminable  sabe y re-conoce muy bien la importancia de las pausas o silencios y la síntesis. En un sentido espiritual el silencio representa la ausencia de la importancia personal y ésta última suele manifestarse en  la necesidad imperiosa-compulsiva de hablar, de ser comprendido, de no sentirse aislado, etc., (hoy en día es imprescindible, para no quedar afuera, estar conectado a las redes sociales).

El hombre despierto, dueño de sí mismo, impone silencio a los deseos y parloteos internos del ego y solo habla cuando es necesario y lo que dice es lo más preciso, justo y breve posible. Cuando contemplamos o estamos inmersos en un majestuoso paisaje o frente a un gran ser el ruido mental cesa y el ego desaparece, es el no-ser y al mismo tiempo el ser uno con lo observado.

La sabiduría de algunos refranes populares nos dicen por ejemplo: “Si no tienes algo que decir que sea más importante que el silencio, mejor no digas nada” o “El silencio es salud”. El Zen es más riguroso: "El que habla no sabe, el que sabe no habla" y el Tao nos dice: "Habla menos y sé más sencillo". En nuestro ruidoso plano terrenal en que vivimos el silencio y la prudencia son un refugio para el alma.

El silencio, la ausencia aparente de sonido, es una de las sensaciones más profundas. En la música su uso es esencial, pues un descanso en una sucesión de sonidos o tras un acorde de tensión resulta agradable. Se considera que el silencio es una nota que no se ejecuta. En una buena interpretación, el silencio puede tener tanto peso como el sonido para transmitir el mensaje de la obra.

El ritmo como proporción entre los acentos, las pausas y las repeticiones es una parte esencial de la armonía no solo de la composición musical sino también de toda obra de arte y del Cosmos. El Universo se sustenta y responde a la Ley de la Armonía por lo tanto Ella es la condición fundamental para el equilibrio y el bienestar del hombre.

Desde la visión esotérica las vocales son  de origen divino y el alma del lenguaje; las consonantes  constituyen el cuerpo o plano físico donde se manifiestan el pensamiento y el Verbo. 

La oración tiene el mismo sentido que la meditación, siendo  la primera  más afectiva la segunda es del tipo intelectual-analítica. La Magia del Verbo y su evocación  era conocida y practicada habitualmente por los antiguos magos-maestros que sabían que ciertos sonidos producen fenómenos naturales y además pueden sanar los des-equilibrios del cuerpo y la mente: las Notas de la Naturaleza bien empleadas otorgan Sabiduría, Virtud y Poder.

Por medio de las siete notas de la escala musical re-suenan en sintonía y se armonizan nuestros centros de energía o chacras y también mediante la vocalización adecuada podemos llevar energía sanadora a nuestros órganos y sistemas, equilibrando, purificando y sanando así todo nuestro ser. Cuando decimos que todo es espiritual estamos diciendo que todo lo que hay posee una Fuente Unica de vibración.

La oración dada por Cristo a sus discípulos, el Padrenuestro, es un buen ejemplo de cómo mediante la evocación de ciertas palabras el hombre puede elevar y purificar sus aspectos tanto superiores como inferiores. 

En la tríada superior invocando la Voluntad Divina (y no la  nuestra ahora oscurecida por la ignorancia y el egoísmo), santificando el Nombre de Dios y por lo tanto percibiendo  todo lo que existe como una sagrada Unidad; y que el Reino de los Cielos descienda a la Tierra: "Padrenuestro que estas en los cielos, santificado sea tu Nombre, hágase tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo, venga a nos él tu Reino".

Los últimos cuatro ruegos se refieren al cuaternario inferior del ser humano: el alimento material necesario para la vida del cuerpo físico; el perdón de nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, como compensación a las faltas de nuestro cuerpo etéreo o vital hacia nuestra comunidad; no caer en las tentaciones que corresponden al cuerpo astral o de deseos;  y avanzar en la evolución evitando el mal íntimamente relacionado con la actividad del yo o ego.