4/9/12

Más allá del horizonte (hay otros cielos)


Hay una intuición de orden superior, que nada tiene que ver con las emociones ni la mente racional, que des-plegada, permite ver y comprender lo esencial, in-visible a la percepción común. Vivenciar que hay otros cielos, otros horizontes más allá de aquello que nos muestran los sentidos ordinarios, y querer compartirlo, es una profesión de amor y compasión.

Como una ley implícita, no escrita pero grabada en el corazón, cuando encarna  una verdad del alma ya no se la puede ignorar, determina una  visión y un compromiso con la propia vida y con todo lo que hay.

¿Cómo ver más allá del horizonte que nos muestra el pensamiento  mecánico en  un mundo de plástico? Puede parecer obvio, sin embargo los hechos demuestran que no lo es, pero todo empieza por  la perspectiva: el des-apego, la apertura y  elevación  por sobre las contingencias, deseos y limitaciones de uno mismo  nos da ya una visión y una comprensión cada vez más amplias.

Así sea como investigación intelectual o incluso salud física, moral y mental, siempre es beneficioso salir de la propia estructura de pensamiento para contemplar y considerar otros panoramas y respirar nuevos aires. Y si queremos elevar en algo nuestra perspectiva debemos aceptar que hay cosas que no vemos, sabemos y/o no somos conscientes de ellas.

Se habla tanto de la consciencia y de ser consciente pero lo cierto es que hay una gran ignorancia de su significado o sentido más profundo, de parte de la ciencia en general y del psicologismo  en particular de buena parte de los llamados médicos del alma.

Ser consciente, si, pero ¿de qué y para qué? Es un hecho que el hombre común no es consciente de la mayoría de los actos de su vida cotidiana, y si a veces parece despertar es solo para obtener algún beneficio de ocasión.

El conocimiento  profundo del propio cuerpo físico, que se corresponde con el primer estado de consciencia, su funcionamiento interno desde el punto de vista de las fuerzas que actúan en él y como espejo del  macro-cosmos  es aún para muchos algo muy distante.

Así también siempre habrá quienes consideran el sentido espiritual lo esencial de todo lo vivido y lo único digno de ser re-cordado, quienes re-conocen sus propias limitaciones y viéndose en el jardín de infantes de su evolución trabajan por su anhelo de elevarse y crecer.

El despertar y la elevación de la consciencia, y el poder del Verbo, junto con el conocimiento de las claves de aplicación de las leyes naturales, de las energías del cielo y de la tierra, han sido siempre las premisas principales de las Escuelas de Sabiduría, también llamadas de Misterios o Iniciáticas.

La Sabiduría Primordial nos habla de siete estados de consciencia vinculados con las siete etapas de desarrollo o madurez del hombre, con los siete vórtices de energía o chacras que vibran en armonía con los siete tonos musicales, los siete ciclos o rondas de nuestro planeta, los siete sellos… los siete grados de iluminación…por solo nombrar unas pocas de las in-numerables relaciones significativas.

Vislumbres o chispazos de verdadero amor motor del Universo y característico del más elevado estado de consciencia (el séptimo cielo), podemos vivenciar en lo cotidiano cuando trascendemos las preferencias y diferencias del ego y experimentamos Unidad, y para volver a Ella es preciso salir de la multitud o multiplicidad.

Sería equivalente a hacer consciente lo in-consciente colectivo, es decir el conocimiento de Aquello que hay en todos los reinos y que hace que en esencia todos seamos Uno con y ante el Todo, la ciencia  de los más elevados Magos (la raíz y el origen de mago y maestro es la misma).

Un tal desarrollo de los niveles de consciencia no es un saber teórico ni un dogma de fe ni la enseñanza de un maestro en particular, es una de las in-numerables herramientas que nos confió el Universo para conocernos a nosotros mismos y a todo lo demás.

Saber por cúal estado de consciencia estamos transitando nos permite comprender por ejemplo el por qué de la afinidad, compatibilidad y/o rechazo con determinadas personas  en lugar de etiquetar todo en términos de amor y des-amor. Podemos des-cubrir las causas y motivaciones ocultas de nuestras conductas, de nuestro propio trabajo y hasta las distorsiones como posibles causas de enfermedad.

Nos permite  saber de nuestra propia realidad presente:…”la consciencia pura del instante presente es el auténtico Buda” (Dudjom Rimpoché); dónde y cómo estamos interiormente y si en verdad queremos  expandir nuestro horizonte  y pintar otros cielos.