"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que
la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha
tomado la inteligente resolución de volverse loca". Heinrich Heine
¿Hay, hoy día, muchos católicos que
tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente
diferentes de las de sus contemporáneos irreligiosos? y, si se comprendiera
realmente la religión, ¿se le podría hacer un lugar tan mediocre entre sus ocupaciones? Se preguntaba René Guenón a principios del siglo pasado sobre la práctica de la religión que más fieles reúne en el mundo, y las cosas no parecen haber
cambiado significativa-mente.
Es común para el observador atento ver cómo
a veces las personas con cierto conocimiento expresan y repiten, ni bien se
presenta la ocasión, ideas y/o palabras sabias de algún maestro espiritual o
pensador admirado. Lo chocante surge cuando uno comprueba que hay un abismo
entre el saber de esas palabras y la vida cotidiana y real de la persona.
De hecho hay quienes se enamoran y/o siguen a alguien por su conocimiento, la sutileza
y el vuelo de sus versos. Las
palabras no son la Realidad y por lo común ni siquiera suelen expresar nuestros
verdaderos pensamientos y sentimientos. Lo Real es el orden natural, no-verbal y no-definible.
En este sentido decía Lao- Tzé: “el
sabio no habla, el que habla no es sabio”. La verdad es que el sabio habla, y a
veces grita, pero no desde los conceptos o frases célebres sino más que nada a través del
ejemplo de su propia vida que explica mucho más que cualquier doctrina.
Si buscamos sinceramente, desde un corazón
abierto, siempre vamos a encontrar nuevos puntos de vista con los cuales nos
podemos identificar: un camino o estilo de vida, un maestro, un autor iluminado
o un libro como el más interesante y profundo jamás leído. Tal vez lo ideal sería ser socio o
trabajar en una biblioteca como la de Alejandría, que reunía el conocimiento
del mundo en esa época.
Pero, ¿para qué? ¡Si no se puede hacer
más!, en este mundo y como están las cosas. Pensar que no se puede saber ( poner en práctica el conocimiento) más sería como creer que Aquello que llamamos
Dios es lo más elevado que puede haber, en lugar de contemplar que El a su vez tiene su Dios en un Infinito,
como el saber, Universo multi-dimensional (Multiverso lo llaman en los Andes).
Es frecuente encontrar discípulos, en
todos los caminos, que manifiestan no
poder ni querer hablar siempre y con todo el mundo de sus disciplinas por temor a no ser comprendidos o mal interpretados. Así parece que siempre le damos más
valor a las palabras en sí mismas, como si nos dieran más seguridad ante la
ansiedad y necesidad de querer explicarnos, que a la serenidad y el silencio de estar
transitando, fluyendo, en armonía con el Todo.
Por otro lado en el no ser comprendido subyace el
miedo implícito, por lo general no re-conocido ni aceptado, de ser rechazado,
de ser considerado el loco que vive como un ermitaño aislado en una montaña. Y
es un hecho comprobable en todos los campos, a medida que uno se interna cada
vez más en el camino del despertar alejándose naturalmente de las cosas y
situaciones artificiales, hay una serie de conocidos y amigos que huyen
raudamente. Hay que tener coraje para ser fiel a las más íntimas convicciones, aunque parezca que estamos un poco locos.
“¿Cómo puede la vida concedernos el don
de vivir, contrarrestar la fealdad monótona y gris y el odio grávido, a menos
que nos atrevamos a conocer el alma? Cada vez que tomamos una decisión, pagamos
con coraje por contemplar el día irresistible y considerarlo hermoso”. ( Coraje en "Último
vuelo", Amelia Earhat)
Buscar la verdad es una pasión que una
vez despierta puede ser tan íntima, absorbente, motivante y gratificante como pintar un cuadro, realizar
una composición para el músico, hacer un trabajo artesanal o viajar sin
tiempos ni destinos, no se puede explicar, y cuando parece que ya no se puede
hacer más, aparece la inspiración. No importa lo que te toque hacer en la vida,
pero para ser coherente y sincero con uno mismo en cualquier ámbito buscar la
verdad, como el arte de vivir, implica y significa fluir en y ser Uno con la Verdad.