21/7/13

Si no se puede hacer más (coraje)

"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". Heinrich Heine


¿Hay, hoy día, muchos católicos que tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente diferentes de las de sus contemporáneos irreligiosos? y, si se comprendiera realmente la religión, ¿se le podría hacer un lugar tan mediocre entre sus ocupaciones? Se preguntaba René Guenón a principios del siglo pasado sobre la práctica de la religión  que más fieles reúne en el mundo, y las cosas no parecen haber cambiado significativa-mente.

Es común para el observador atento ver cómo a veces las personas con cierto conocimiento expresan y repiten, ni bien se presenta la ocasión, ideas y/o palabras sabias de algún maestro espiritual o pensador admirado. Lo chocante surge cuando uno comprueba que hay un abismo entre el saber de esas palabras y la vida cotidiana y real de la persona.

De hecho hay quienes se enamoran y/o siguen a alguien por su conocimiento,  la sutileza y el vuelo de sus versos. Las palabras no son la Realidad y por lo común ni siquiera suelen expresar nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos. Lo Real es el orden natural, no-verbal y no-definible.

En este sentido decía Lao- Tzé: “el sabio no habla, el que habla no es sabio”. La verdad es que el sabio habla, y a veces grita, pero no desde los conceptos o frases célebres sino más que nada a través del ejemplo de su propia vida que explica mucho más que cualquier doctrina.

Si buscamos sinceramente, desde un corazón abierto, siempre vamos a encontrar nuevos puntos de vista con los cuales nos podemos identificar: un camino o estilo de vida, un maestro, un autor iluminado o un libro como el más interesante y profundo jamás  leído. Tal vez lo ideal sería ser socio o trabajar en una biblioteca como la de Alejandría, que reunía el conocimiento del mundo en esa época.

Pero, ¿para qué? ¡Si no se puede hacer más!, en este mundo y como están las cosas. Pensar que no se puede saber ( poner en práctica el conocimiento) más sería como creer que  Aquello que llamamos Dios es lo más elevado que puede haber, en lugar de contemplar que El a su vez tiene su Dios en un Infinito, como el saber, Universo multi-dimensional (Multiverso lo llaman en los Andes).

Es frecuente encontrar discípulos, en todos los  caminos, que manifiestan no poder ni querer hablar siempre y con todo el mundo de sus disciplinas por temor a no ser comprendidos o mal interpretados. Así parece que siempre le damos más valor a las palabras en sí mismas, como si nos dieran más seguridad ante la ansiedad y necesidad de querer explicarnos, que a la serenidad y el silencio de estar transitando, fluyendo, en armonía con el Todo.

Por  otro lado en el no ser comprendido subyace el miedo implícito, por lo general no re-conocido ni aceptado, de ser rechazado, de ser considerado el loco que vive como un ermitaño aislado en una montaña. Y es un hecho comprobable en todos los campos, a medida que uno se interna cada vez más en el camino del despertar alejándose naturalmente de las cosas y situaciones artificiales, hay una serie de conocidos y amigos que huyen raudamente. Hay que tener coraje para ser fiel a las más íntimas convicciones, aunque parezca que estamos  un poco locos.

“¿Cómo puede la vida concedernos el don de vivir, contrarrestar la fealdad monótona y gris y el odio grávido, a menos que nos atrevamos a conocer el alma? Cada vez que tomamos una decisión, pagamos con coraje por contemplar el día irresistible y considerarlo hermoso”. ( Coraje en "Último vuelo", Amelia Earhat)

Buscar la verdad es una pasión que una vez despierta puede ser tan íntima, absorbente, motivante  y gratificante como pintar un cuadro, realizar una composición para el músico, hacer un trabajo artesanal o viajar sin tiempos ni destinos, no se puede explicar, y cuando parece que ya no se puede hacer más, aparece la inspiración. No importa lo que te toque hacer en la vida, pero para ser coherente y sincero con uno mismo en cualquier ámbito buscar la verdad, como el arte de vivir, implica y significa  fluir en y ser Uno con la Verdad.


8/7/13

En armonía con el Cielo y la Tierra


Si tuviéramos presente la situación en general adversa, la in-comprensión, la indiferencia y a veces la hostilidad que debieron afrontar  los grandes maestros de la humanidad, podríamos entonces re-conocer nuestra propia ignorancia y rigidez física y mental (lo contrario de la flexibilidad que propone el Tao) como el rechazo a toda forma de vivir que no encaje en nuestra estructura de hábitos de pensamientos (lo peor de todo es cuando es así aún sabiendo que se trata de algo bueno, superior y verdadero).

Un primer interrogante, que por presentarse amenazante para la cordura o normalidad de entrada ya produce rechazo para la mente del hombre occidental, racional y lineal que intenta abordar la sabiduría del Tao, es la idea del no-pensar, y si le agregamos la posibilidad del no-hacer, opuesto al modelo consumista de producir cada vez más cosas artificiales y de manera más eficiente, entramos en la categoría de las cosas o principios que suelen etiquetarse como impracticables.

Solo se puede ir contra las pautas establecidas como modelos o reglas, o el mismo sentido común, desde una posición de sabiduría fundamentada en la sencillez transparente y creativa, la inteligencia, el amor a la verdad y a la humanidad y la propia experimentación como ejemplo de vida. Y la  verdad del Tao, como la de todos los caminos verdaderos, solo se puede comprender completamente cuando es vivenciada y no cuando es argumentada, pensada o intelectualizada.

Los sabios taoístas no hablaban de  des-apego como sí lo hicieron otras tradiciones como el cristianismo con otras palabras, y especialmente el budismo, pero está implícito: no se puede concebir un fluir espontáneo y libre como el agua, y al mismo tiempo estar atado a infinidad de cosas,  pensamientos y personas.

¿Qué es el Tao, qué etiqueta otorgarle: Dios, una filosofía, una religión o una forma de ser y experimentarse unido a todo lo que hay? En este camino no se habla de Dios y cuando se menciona la palabra es en el sentido de Vida o Esencia de Vida, se puede integrar todo eso en una síntesis Superior.

En el fondo de todas las tradiciones espirituales subyace el misterio: ¿Qué es lo Absoluto, lo Incognoscible? ¿Quién puede hablar de Dios? Cualquier cosa que se pueda decir sobre El, eso no es Dios. De aquí que toda abstracción, concepto o elaboración mental sobre el Tao nunca será el verdadero Tao. Una aseveración con énfasis que es característica de este camino y que por otro lado podría ser extensiva a todos los demás.


En el desarrollo budista sobre la Perfección de la Sabiduría en Una Sola Letra, sería igual a NO. Para cualquier cosa que se piense o crea para intentar  describir el mundo, hay que ante-poner la palabra No. Por mucho que se explique el Universo, la Realidad no es eso. La Perfección de la Sabiduría trata de romper  pre-conceptos sobre todas las cosas, nos dice que son sólo engaños o ilusiones, descripciones convencionales, no la Verdad de la Realidad. 

Desde un punto de vista filosófico-racional-discursivo resulta muy extraño, por no decir incomprensible, la idea de no- pensar; en principio sería como ir a contra-mano de los grandes filósofos y pensadores griegos considerados los padres de nuestra cultura y quienes llevaron la lógica, la dialéctica y el pensamiento hasta el más elevado pedestal.

Y si bien es una actitud que no conviene promover ante el miedo generalizado de abandonar la razón y las pautas establecidas y no saber a qué aferrarnos, por otra parte no es algo tan exageradamente inusual como podría parecer a primera vista, hablamos de otra lógica, no lineal, otra manera de ser y de ver.

Hay actividades o trabajos, y no necesariamente se trata de ser místico, poeta, músico o pintor, donde por momentos se puede vivenciar este no-pensar, desde una adecuada disposición anímica y concentración y con un profundo sentimiento de unión con lo que se está haciendo es cuando se puede llegar a percibir que el ego no controla, uno es y está en plena sintonía con aquello que hace (y también se puede dar en momentos de no hacer nada).

El Tai-chi que practicaban los monjes taoístas, además de un arte marcial concebido como auto-defensa y para proteger el templo en la época de las  grandes guerras internas, y de un ejercicio interno y externo, es también  una meditación en movimiento para soltar amarras y derramarse en el más profundo vuelo.

Ante el natural y espontáneo fluir, el pensamiento surge como una anomalía, algo que in-terrumpe el libre flujo de la corriente; es como si la corriente de un río en algún punto se detuviera para pensar: ¿Por dónde me convendría seguir? 

No se trata de pensar en no-pensar sino en ver y vivenciar lo que es y no lo que uno piensa (quiere, desea o espera) que es. Como en el budismo, el dragón de la impermanencia que recuerda lo cíclico y transitorio de la naturaleza y la vida humana cabalgando sobre el viento sobre-vuela el camino del Tao.

El vacío del que hablan taoístas, budistas e hinduístas, no es una suerte de agujero negro como la nada ni algo parecido a sostener una mente en blanco, sino que es un vacío vivo, pleno de contenidos que nada tienen que ver con la ignorancia, las actitudes y pensamientos limitados del ego: el no-ser es el Ser verdadero.

Los maestros taoístas asociaban el pensar con el hacer, desde que surge el pensamiento aparece la necesidad de hacer algo y también la ansiedad, la ambición, el miedo, la frustración, la enfermedad y el sufrimiento. En el no- hacer radica el no forzar nada, el no resistirse a lo que fluye y es, el ser Uno con el Todo, y entonces por el no-hacer todas las cosas se hacen naturalmente.

Ejercitar el no-pensamiento
y seguir el no-camino de la meditación,
es el primer paso para empezar a comprender
el Tao.

No vivir en ninguna parte
y no apoyarse en nada
es el primer paso para descansar en el Tao.

Empezar desde ninguna parte
y no seguir camino alguno
es el primer paso para alcanzar el Tao.

...No estamos ni siquiera cerca de la verdad,
dado que tenemos las respuestas.

(Fragmento de "Cuando el Conocimiento se fue al norte", Chuang Tzu).