quien cosecha un especial placer
en hacer algo bien; quien adivina
algo más que lo que sus ojos ven;
quien prefiere volar a comprar y comer.
Hay también quienes prefieren viajar
por lugares de encanto y aventura,
y de luminosa libertad.
Con todos ellos podré hacer
una sincera y duradera amistad”.
“Juan Salvador Gaviota”, Richard Bach
La vida puede tener tantos sentidos como las personas
quieran darle, inclusive hay quienes afirman que la vida no tiene otro sentido
que ella misma, o, simplemente, que es un misterio que no nos es dado
comprender. Así, no hay una única respuesta, y todo depende de la perspectiva
desde la cual se mira.
La conocida frase: “todo depende del cristal con que
se mire”, encierra una increíble y profunda sabiduría, pues quienes trabajan
con la magia de los cristales saben muy bien que a través de estos minerales se
puede conectar con la sabiduría ancestral de la tierra y con conciencias muy
elevadas, pudiendo equilibrar los aspectos materiales, mentales y espirituales
de la vida, a través de los chacras, por ejemplo.
En todo caso, el sentido que le demos a nuestra vida
siempre dependerá de nuestra perspectiva, de nuestra conciencia y sabiduría actual. En
la medida en que consideremos nuestras experiencias personales, así hayan sido
positivas o muy negativas, como oportunidades para aprender y crecer, vamos
hacia un sentido espiritual.
No se puede ignorar la influencia del contexto
familiar y del ambiente en que vivimos, en el mejor de los casos positivos y
beneficiosos, y en otros casos muy negativas, con prejuicios, conceptos y
presiones que determinan una herencia, que como una marca algunas personas
llevan por el resto de sus días.
En una etapa introspectiva, y si sentimos la caída de
nuestra forma de ver adquirida, si vemos la estrechez y limitación de los
patrones y valores aprendidos, podemos experimentar la necesidad urgente, y a
veces obsesiva, de encontrarle otro sentido a nuestra vida. Es aquí cuando
sentimos que perdemos el rumbo y viajamos a la deriva.
Una vez escuché a una psicóloga decir: "cuando no
le encuentres sentido a tu vida, busca en ocuparte de ayudar a otros", no sé
si será una herramienta usual como terapia, pero me parece una muy buena idea.
Otro aspecto que contemplar es la carga kármica, el
resultado de nuestras propias acciones del pasado y del presente. Creyendo o no
en el funcionamiento del proceso de causa y efecto, según el principio oriental
del karma, todo lo que pensamos, decimos y hacemos vuelve en algún momento y
como forma de energía a nosotros, es una ley universal que rige el orden
cósmico y moral.
Nos gusta pensar que, en cualquier momento podemos
elegir libremente qué sentido queremos darle a nuestra vida, pero no vemos muy
fácilmente que nuestra elección esta orientada por nuestros condicionamientos,
el tan proclamado libre albedrío así no es más que una libertad condicionada.
A pesar de todo, lo bueno es que, si sabemos mirar un
poco más lejos de nuestro ego, podemos ver innumerables ejemplos y comprobar
que es posible incluso partiendo del peor
entorno familiar y/o personal, lograr sobreponerse y abrir y expandir la
percepción y la conciencia, elevando la mirada por sobre hábitos y conceptos
adquiridos.
Todos tenemos la capacidad individual de poder
liberarnos de ataduras y condicionamientos, el grado en que lo logremos depende
del compromiso que asumamos con nosotros mismos. Hasta el karma se puede liquidar en esta vida, no será
una tarea fácil, pero sabemos que se puede; después de todo en esta vida no hay nada que valga
la pena y sea fácil.
Así, el sentido de la vida no es siempre algo único y
fijo a lo largo de nuestra existencia, va cambiando a medida que cambia nuestra
perspectiva, nuestra percepción y nuestra comprensión, y este crecimiento, este
cambio, va construyendo una vida con sentido.
Es un paso trascendente, que llega a movilizar
nuestras estructuras y esquemas más rígidos y profundos, el dejar de ver todas
las cosas en función de yo y mi o mio, el dejar de sentirnos víctimas de las
circunstancias, de los demás, de nuestros padres, etc. De esta manera podemos
comprender que la paz y el bienestar interior, que toda apertura de conciencia
y crecimiento interior, no es algo beneficioso solamente para nosotros, sino
que también afecta y beneficia a los demás, a nuestro entorno.
Llegando a este punto, podemos virar, como con un
golpe de timón, el rumbo de nuestros intereses personales enfocados en el ego,
dándole así un sentido más altruista, y compasivo a nuestra vida. En lugar de
pensar solamente en qué puede darnos la vida, qué podemos obtener de ella,
podemos considerar también qué podemos
ofrecerle nosotros a la vida.