Desarrollar nuestra experiencia de vida en este mundo sin
una referencia espiritual que nos
contenga y oriente es vivir despojados de nuestra esencia y entonces somos como
robots re-accionando de acuerdo con nuestra programación racional.
El hombre programado,
igual que la computadora, no es más que una máquina que repite y ejecuta la
información implantada, actualizar el sistema operativo o mudarse a uno nuevo nos
permite seguir programados tal vez de una manera más amigable, estable y
segura, pero siempre alejados de la libertad de Ser.
De acuerdo a la Ley de Correspondencia algo divino subyace
en nosotros y en todo lo que nos rodea y están dadas las condiciones para que
la Tierra sea un reflejo del Cielo, nosotros y nuestro planeta estamos en y
somos parte del Reino de los Cielos, pero no lo podemos aceptar y entonces
hacemos que la vida sea sufrimiento,
como decía el Buda.
Cuando tenemos un infierno en la cabeza no podemos esperar
otra cosa que padecer y atraer sufrimiento además de entrar en conflicto con
nuestro propio corazón. El éxito en la vida, en cualquier ámbito y lugar, no
significa poseer un estado de desarrollo interno que promueva la armonía, el bienestar
y la paz interior ni el interés por el prójimo.
Hacemos de la razón nuestro máximo exponente usando el cerebro como máquinas
y podemos competir con ellas, por ejemplo en el ajedrez. El cerebro y la razón
son herramientas provistas por la Mente Universal que está en las células en todo el cuerpo y en todo lo que hay, en la tradición espiritual
primordial la consigna es unificar la
mente con el corazón, solo desde un
corazón y una mente puros se puede vivenciar lo más sublime.
Hay quienes consideran que todo es una cuestión de creer o no creer,
pero ¿Qué significa creer? En principio tener confianza, fe, pero también
significa juzgar, y si la confusión
mental no permite que tengamos confianza siquiera en nosotros mismos, a pesar de las apariencias exteriores, es muy
difícil por no decir imposible poder confiar en los demás, y es así como los
otros se convierten en enemigos.
Asociar la confianza en uno mismo con el egoísmo y la in-diferencia es parte de la confusión cuando en su sentido más elevado ya es una manera explícita y/o implícita de re-conocer una esencia divina en nosotros.
Asociar la confianza en uno mismo con el egoísmo y la in-diferencia es parte de la confusión cuando en su sentido más elevado ya es una manera explícita y/o implícita de re-conocer una esencia divina en nosotros.
Además lo que un ser puede conocer o creer acerca de si
mismo, de una disciplina, una ciencia, una religión, la vida o cualquier cosa no es
más que aquello que su perspectiva le
permite ver y comprender en ese
momento, aceptarlo es una actitud de
integridad. Pero tenemos un potencial infinito que permanece dormido.
Hay quienes dan un paso más allá y eligen buscar ser luz y aprender a
volar vivenciando y comprobando las verdades en lugar de permanecer juzgando,
des-confiando o debatiendo creencias. ¿Qué sentido tendría el amor
incondicional de un ser que solo se derramara sobre quienes fueran obsecuentes con él y le rindieran
tributos, es decir solo sobre quienes creen en él?
A lo Superior en nosotros no se llega por medio de la razón o el entendimiento por la cerebración sino más bien cuando se renuncia a ellas, por la apertura y la práctica consciente de ponernos en situación de percibir, permitir operar y manifestar las fuerzas más elevadas.
A lo Superior en nosotros no se llega por medio de la razón o el entendimiento por la cerebración sino más bien cuando se renuncia a ellas, por la apertura y la práctica consciente de ponernos en situación de percibir, permitir operar y manifestar las fuerzas más elevadas.
Se puede decir que la emoción, que es una impresión y también una turbación, es una característica que nos diferencia de un robot, sin embargo las emociones están íntimamente ligadas a los
pensamientos programados, y si consideramos que hoy día es común pensar que sentimos, podemos hablar de emociones
programadas. Del desarrollo y dominio de nuestra mente-corazón depende toda
nuestra vida y libertad, la alegría como
el sufrimiento.
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