1/7/14

Yo robot

Desarrollar nuestra experiencia de vida en este mundo sin una referencia  espiritual que nos contenga y oriente es vivir despojados de nuestra esencia y entonces somos como robots re-accionando de acuerdo con nuestra programación racional.

El hombre programado, igual que la computadora, no es más que una máquina que repite y ejecuta la información implantada, actualizar el sistema operativo o mudarse a uno nuevo nos permite seguir programados tal vez de una manera más amigable, estable y segura, pero siempre alejados de la libertad de Ser.

De acuerdo a la Ley de Correspondencia algo divino subyace en nosotros y en todo lo que nos rodea y están dadas las condiciones para que la Tierra sea un reflejo del Cielo, nosotros y nuestro planeta estamos en y somos parte del Reino de los Cielos, pero no lo podemos aceptar y entonces hacemos que  la vida sea sufrimiento, como decía el Buda.

Cuando tenemos un infierno en la cabeza no podemos esperar otra cosa que padecer y atraer sufrimiento además de entrar en conflicto con nuestro propio corazón. El éxito en la vida, en cualquier ámbito y lugar, no significa poseer un estado de desarrollo interno que promueva la armonía, el bienestar y la paz interior ni el interés por el prójimo.

Hacemos de la razón nuestro máximo exponente usando el cerebro como máquinas y podemos competir con ellas, por ejemplo en el ajedrez. El cerebro y la razón son  herramientas provistas por  la Mente Universal que  está en las células en todo el cuerpo y en todo lo que hay, en la tradición espiritual primordial la consigna es unificar la mente con el corazón,  solo desde un corazón y una mente puros se puede vivenciar lo más sublime.

Hay quienes consideran que todo es una cuestión de creer o no creer, pero ¿Qué significa creer? En principio tener confianza, fe, pero también significa juzgar, y si la confusión mental no permite que tengamos confianza siquiera en nosotros mismos, a pesar de las apariencias exteriores, es muy difícil por no decir imposible poder confiar en los demás, y es así como los otros se convierten en enemigos. 

Asociar la confianza en uno mismo con el egoísmo y la in-diferencia es parte de la confusión cuando en su sentido más elevado ya es una manera explícita y/o implícita de re-conocer una esencia divina en nosotros.

Además lo que un ser puede conocer o creer acerca de si mismo, de una disciplina, una ciencia,  una religión, la vida o cualquier cosa no es más que aquello que  su perspectiva le permite  ver y comprender en ese momento,  aceptarlo es una actitud de integridad. Pero tenemos un potencial infinito que permanece dormido.

Hay quienes dan un paso más allá y eligen buscar ser luz y aprender a volar vivenciando y comprobando las verdades en lugar de permanecer juzgando, des-confiando o debatiendo   creencias. ¿Qué sentido tendría el amor incondicional de un ser que solo se derramara sobre quienes  fueran obsecuentes con él y le rindieran tributos, es decir solo sobre quienes creen en él? 

A lo Superior en nosotros no se llega por medio de la razón o el entendimiento por la cerebración  sino más bien cuando se renuncia a ellas, por la apertura y la práctica consciente de ponernos en situación de percibir, permitir operar y manifestar las fuerzas más elevadas.

Se puede decir que la emoción, que es una impresión y también una turbación, es una característica que nos diferencia de un robot, sin embargo las emociones están íntimamente ligadas a los pensamientos programados, y si consideramos que hoy día es común pensar que sentimos, podemos hablar  de emociones programadas. Del desarrollo y dominio de nuestra mente-corazón depende toda nuestra vida y libertad,  la alegría como el sufrimiento. 

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