En el occidente religioso es muy común el uso del término culpa o culpable, y el debido arrepentimiento, en referencia a la falta
de responsabilidad que consideradas en un sentido general o abstracto suelen provocar
malas interpretaciones y/o confusiones.
Cuando alguien siente en su corazón culpa o pecado por alguna acción de nada sirve
apegarse a ella y recordarla permanentemente, esta actitud produce la alienación
de la acción y ésta con el tiempo se
vuelve patológica: el sentimiento de culpa o auto-acusación-castigo crea
auto-rechazo, tristeza, depresión, desprecio por la vida y finalmente
enfermedad.
En principio ser responsable significa saber responder
con ecuanimidad en cada situación y para ser plenamente responsable hay que
estar totalmente libre de condicionamientos; lo cual implica poseer la condición
de un ser muy elevado, un bodhisattva por ejemplo, que en su infinita compasión nos ve a todos por igual. Pero hay otra forma de ver la responsabilidad, más
cercana al hombre común, que no tiene que ver con castigo o culpa y en este
sentido solo significa sé que lo hice o
lo dije, en un momento determinado y en circunstancias específicas.
La sabiduría del maestro jasídico Isaac Meir de Ger
nos da una hermosa y práctica visión del tema:
“El que habla de una cosa mala que hizo y reflexiona
sobre ella, recuerda la vileza que realizó, y está atrapado dentro de lo que
recuerda, con todo su ser atrapado en lo que recuerda, y así está atrapado aun
en la vileza. Y seguramente no podrá cambiar porque se hará tosco su espíritu y
su corazón se corromperá, y además se apoderará de él un humor triste. ¿Qué queríais?
Revolved inmundicia de una u otra manera y seguirá siendo inmundicia. Durante
el tiempo que estoy cavilando sobre esto, podría estar ensartando perlas para alegría
del cielo. Por eso está escrito: “Apártate del mal y haz el bien”, apártate por
completo del mal, no te demores en su camino y haz el bien. ¿Has obrado mal? Pues
compénsalo obrando bien”.
"Aquel de vosotros que esté sin pecado que arroje la primera piedra". Si nuestra luz languidece equivocamos el camino, y
suele pasar no una sino muchas veces, entonces no se trata de echarle la culpa
al camino ni a nadie, sino de ver por qué nos equivocamos, después de todo el verdadero
compromiso es siempre con uno mismo.
Con este mismo sentido la palabra chatah del Antiguo Testamento que suele traducirse por pecado, en
realidad significa errar (el camino); y carece del aspecto de condenación que
sugieren las palabras pecado o pecador. Por otro lado la palabra hebrea teschubah equivalente a arrepentimiento,
significa regreso (al ser interior,
al camino recto, a Dios) y también carece del sentido de auto-condenación.
Así, el Talmud emplea la expresión el maestro del regreso (el pecador
arrepentido) y dice de él que está aún por encima de aquellos que no pecaron
nunca. En la parábola de la oveja perdida Cristo nos dice que:“... habrá más gozo en el cielo por un pecador que se
arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.
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