10/6/15

El maestro del regreso

En el occidente religioso es muy común el uso del término culpa o culpable, y el debido arrepentimiento, en referencia a la falta de responsabilidad que consideradas en un sentido general o abstracto suelen provocar malas interpretaciones y/o confusiones.

Cuando alguien siente en su corazón  culpa o pecado por alguna acción de nada sirve apegarse a ella y recordarla permanentemente, esta actitud produce la alienación de la acción  y ésta con el tiempo se vuelve patológica: el sentimiento de culpa o auto-acusación-castigo crea auto-rechazo, tristeza, depresión, desprecio por la vida y finalmente enfermedad.

En principio ser responsable significa saber responder con ecuanimidad en cada situación y para ser plenamente responsable hay que estar totalmente libre de condicionamientos; lo cual implica poseer la condición de un ser muy elevado, un bodhisattva por ejemplo, que en su infinita compasión nos ve a todos por igual. Pero  hay otra forma de ver la responsabilidad, más cercana al hombre común, que no tiene que ver con castigo o culpa y en este sentido solo significa sé que lo hice o lo dije, en un momento determinado y en circunstancias específicas.

La sabiduría del maestro jasídico Isaac Meir de Ger nos da una hermosa y práctica visión del tema:

“El que habla de una cosa mala que hizo y reflexiona sobre ella, recuerda la vileza que realizó, y está atrapado dentro de lo que recuerda, con todo su ser atrapado en lo que recuerda, y así está atrapado aun en la vileza. Y seguramente no podrá cambiar porque se hará tosco su espíritu y su corazón se corromperá, y además se apoderará de él un humor triste. ¿Qué queríais? Revolved inmundicia de una u otra manera y seguirá siendo inmundicia. Durante el tiempo que estoy cavilando sobre esto, podría estar ensartando perlas para alegría del cielo. Por eso está escrito: “Apártate del mal y haz el bien”, apártate por completo del mal, no te demores en su camino y haz el bien. ¿Has obrado mal? Pues compénsalo obrando bien”.

"Aquel de vosotros que esté sin pecado que arroje la primera piedra". Si nuestra luz languidece equivocamos el camino, y suele pasar no una sino muchas veces, entonces no se trata de echarle la culpa al camino ni a nadie, sino de ver por qué nos equivocamos, después de todo el verdadero compromiso  es siempre con uno mismo.

Con este mismo sentido la palabra chatah del Antiguo Testamento que suele traducirse por pecado, en realidad significa errar (el camino); y carece del aspecto de condenación que sugieren las palabras pecado o pecador. Por otro lado la palabra hebrea teschubah equivalente a arrepentimiento, significa regreso (al ser interior, al camino recto, a Dios) y también carece del sentido de auto-condenación.

Así, el Talmud emplea la expresión el maestro del regreso (el pecador arrepentido) y dice de él que está aún por encima de aquellos que no pecaron nunca. En la parábola de la oveja perdida Cristo nos dice que:“... habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. 


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