13/3/16

Juntos, café para dos...




En el universo existen dos principios fundamentales que se manifiestan en toda la creación, el masculino, el Cielo o el Padre y el femenino, la tierra o la Naturaleza. Todo lo que existe es gracias a estos dos principios que deben necesariamente funcionar juntos en sintonía.

Las personas  buscan la compañía de una mujer o  un hombre según el caso porque para ellos suele ser lo  más importante,  es la realización plena y el sentido de la vida. Pero en realidad en lo profundo, para la visión espiritual, están buscando afuera, en otra persona, la unidad perdida, buscan su propio  principio complementario.

Resulta esencial para cualquier ser y gran parte de la ansiedad, los des-velos y la des-ilusión tienen que ver con esta búsqueda mal entendida. Incluso entre los fieles religiosos el hecho de buscar a Dios y lograr así  la perfección y la unidad a veces se re-vela en realidad como la búsqueda de ese principio complementario tan anhelado.

La llamada alma gemela es en realidad el polo complementario de nosotros mismos, así se enseñaba en las antiguas Iniciaciones, cómo unirse con nuestro otro polo y de esta manera con el Todo.

Uno se enamora de alguien porque pre-supone que esa persona re-presenta ese aspecto del ser que consideramos nos  falta para lograr la felicidad. Por una cuestión social-cultural-mental y de ignorancia de la función real de los principios, la humanidad se fue polarizando en positivo-activo y en negativo-pasivo, así, para estar bien adaptados y ser mejor aceptados debemos ser 100% puros, algo que al menos en este universo es imposible. Otro  gran error consiste en considerar que estos aspectos son opuestos e irreconciliables, así hay quienes llegan al extremo de hablar de razas diferentes.

Desde hace más de cinco mil años los Maestros orientales comprobaron que nuestros cuerpos están recorridos por energías masculinas y femeninas (Ying-Yang) a través de sutiles canales llamados meridianos. Y estas energías de una forma u otra necesitan fluir y manifestarse, a pesar nuestro, en lo interior y en lo exterior.  La falta de expresión, de equilibrio y el bloqueo de las mismas o de una sola de ellas produce tarde o temprano enfermedad física y/o mental.

Así, desde este punto de vista se puede decir que quienes buscan en forma obsesiva-compulsiva la compañía de una persona de otro sexo padecen en principio de un fuerte des-equilibrio energético en sus vidas.

Nuestra in-dividualidad espiritual, alma o consciencia trascendente es una unidad, venimos a este mundo solos y por mucho que amemos en la vida nos vamos solos. ¿Cuantos desearíamos que por las noches una estrella fuese nuestra para poder conversar?

Podemos compartir  amor, conocimientos y vivencias con nuestra pareja y en el mejor de los casos, cuando existe una similar madurez espiritual, apoyar y acompañar el crecimiento mutuo, pero en definitiva el trabajo del des-envolvimiento interior es siempre in-dividual.

Sería bueno que todos supieran que en este mundo de plástico hay también algunos locos-soñadores que se aman por amarse nada mas, dispuestos a dar sin esperar nada a cambio.

Para alcanzar la propia completud y para sostener luego una relación armoniosa, realista y creativa, juntos en buena compañia y que cada día sea mágico y no un día más, cada uno debe realizar primero en sí mismo los dos principios esenciales, el nuevo nacimiento de los seres más evolucionados, y que como fuerzas sustentan el Cosmos.

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