“Algún día, en algún lugar, te vas a encontrar con vos
mismo, y sólo de vos depende que ese sea tú día más feliz, o el peor momento de
tú vida."
Después de cansarnos de buscar inútilmente amor,
calidez, comprensión y generosidad en nuestro entorno, podemos llegar a ver y
vivenciar, mediante el ejercicio del auto-conocimiento y la meditación, que
esas cualidades que tanto anhelamos están envueltas en nuestro interior.
Luego de vadear ríos de montaña y/o cruzar delicadas
pasarelas colgantes, de subir el des-nivel con una considerable carga durante
todo el día, llegar a un Refugio en un bosque, cerca de un arroyo de aguas
cristalinas, con la vista cercana de los picos nevados, produce una
in-descriptible sensación de paz, alivio y bienestar: ya se pre-siente el calor
espiritual del fuego compartido.
Si bien un camino espiritual puede y suele empezar
buscando algo, alguien o un lugar dónde refugiarse frente a las contingencias
de la vida, la soledad y el dolor que ya son in-soportables, también a veces, y sin negar el sufrimiento, todo
puede empezar cuando surgen las preguntas
esenciales que todo buscador de las verdades más profundas se hace: el por qué de la creación, el sentido último de la vida, etc.
Y toda posible respuesta lleva implícita una nueva
pregunta en un ciclo interminable: el Conocimiento igual que la Evolución son infinitos. Y las enseñanzas espirituales
también evolucionan de acuerdo a la época, las necesidades del hombre y según
el Plan. La sabiduría consiste en llevar a la práctica en sentimiento,
pensamiento, palabra y acción aquel Conocimiento en la medida de lo ya
adquirido o re-conocido (vuelto a pasar por el corazón).
"Si llegar a conocer tu propia existencia te hace
dichoso, es natural anhelar penetrar en los demás misterios de la vida: tanto
humanos como de los animales, los árboles, las estrellas.......El temor a la
muerte desaparece al entrar en contacto con uno mismo, con la existencia,
nuestro hogar. Cuanto más conozcas la existencia, más protegido te sentirás,
más dichoso, más serás.......Y entonces podrás dar y recibir amor, porque lo
tendrás." Annick de Souzenelle
Encontrar respuestas afuera que no dejan de sorprendernos, enriquecer nuestras vidas,
ampliar nuestra perspectiva y renovar
nuestro espíritu no implica dejar de observar
nuestro propio trabajo, disciplina y crecimiento interior, las verdades que como
tales resuenan en nuestro interior, si no son experimentadas se convierten en
simple conocimiento teórico o erudición. Y negarlas sería como arrojar un
boomerang que in-evitablemente se volverá en contra nuestra.
La sensación de no encontrarle un sentido profundo a
la vida; no saber nuestra verdadera vocación o misión; no escuchar o ignorar la
voz interior que nos habla de
nuestros anhelos, pensamientos y sentimientos más íntimos: nuestra
mayor verdad; el dolor físico y mental a causa de una enfermedad; la aflicción
por la muerte de familiares y amigos y con el paso de los años por la propia
muerte; el ciclo interminable de los deseos, que satisfechos o no, siguen
generando nuevos deseos y necesidades; el apego, que trae como consecuencia el
egoísmo y el sufrimiento al comprobar la im-permanencia de todas las cosas. Buscar en definitiva un lugar en el
mundo; son vivencias que, más o menos y en diferentes etapas, todos
experimentamos.
Hay quiénes prefieren ni hablar de estos temas, por las apariencias, se podría pensar en conciencias dormidas. Hay quiénes sí
tienen cierta conciencia, pero eligen no meditar ni profundizar en ellos,
permaneciendo en un estado de tranquila
desesperación. Estos dos estados del ser finalmente suelen producir más
sufrimiento, como ansiedad y/o graves conflictos internos, cuando no, se
manifiestan como enfermedad: "La
enfermedad como camino".
Y hay quiénes percibiendo las limitaciones, las
ilusiones y los condicionamientos del ego y la personalidad, buscan respuestas
profundas al sentido de la propia existencia en nuestra esencia y verdadero
hogar (altar) en el mundo: nuestro ser interior, alma o conciencia
trascendente.
No se trata de buscar sin pausa la santidad ni la iluminación,
estas llegarán en esta vida o después de muchas otras, no lo sabemos. Pero una
vez despertados y vivenciados el amor, la compasión y el sentimiento de Unidad
que nacen del corazón, y no de la razón, todo conocimiento y crecimiento
interior dejan de ser un asunto personal y se dedican al beneficio de todos.
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