27/4/15

La nube del orden cósmico

De acuerdo a los Yoga-Sutras de Patanjali, quien se mantiene completamente establecido en la inteligencia discernitiva adquiere un Samadhi cualitativamente elevado y diferente, éste recibe el nombre de Dharma-megha Samadhi (Sutra 29). La palabra Dharma en su antiguo sentido védico significa orden cósmico y megha significa nube. Esto quiere decir que quien vive en este Samadhi vive en total armonía con el orden cósmico.

Megha sugiere que este estado extra-ordinario semeja una nube llena con las aguas eternas de la Vida (las aguas de arriba en el Cristianismo), que es capaz de derramar sobre la humanidad la Sabiduría Divina y sus dones como impulsos de vida. 

Compartir ese elevado estado es vivenciar la bienaventuranza infinita de la unidad cósmica y la finalidad última del Yoga y de todo camino de des-envolvimiento espiritual: la creación de una mente nueva y del ser humano Verdadero.

Este Dharma-megha Samadhi produce la supresión de las tensiones y de toda actividad nacida en la tensión, y cuando se eliminan todas las tensiones se eliminan las impurezas que nublan la mente. Puesto que la mente es el medio a través del cual se obtiene el conocimiento, una mente totalmente purificada se vuelve accesible a la omnisciencia. Luego poco queda que sea cognoscible fuera del alcance de una mente así.

Se describe al ser con tal mente y bendecido con tal omnisciencia como  totalmente auto-satisfecho-realizado, para él las acciones causativas del mundo objetivo llegan a su fin. Se libera así de la prisión de la causalidad (Karma) cuya rueda inexorable es mantenida en movimiento por las tres energías cósmicas (gunas).

El Karma (Sutra 31) es el resultado de las secuencias de causalidad, y la causalidad es temporal. El tiempo es una secuencia continua de momentos, es tan sutil que nadie puede observarlo, pero su efecto acumulado se torna visible y por lo tanto cognoscible. De esta cognición se infiere que  es el resultado de la secuencia de muchos momentos que desaparecieron. El efecto es entonces el producto de una serie de momentos  que llamamos tiempo.

El tiempo y el espacio medibles son las ilusiones de una mente atrapada en impresiones-experiencias pasadas que la memoria re-vive y mantiene activas. Estas medidas del tiempo y del espacio nunca podrán ofrecer una comprensión verdadera al misterio del Universo y la Vida, ni siquiera en el nivel puramente físico. El tiempo mismo es el enigma, y el tiempo es totalmente interno, invisible e incognoscible sin prestarse jamás a medición alguna.


Una mente orientada hacia la medida es incapaz de comprender lo in-mensurable que es el tiempo en tanto sutiles secuencias de movimientos in-observables. Por lo tanto es primero la mente la que ha de aquietarse, observarse, investigarse,  comprenderse y purificarse antes de pretender entender cualquier otra cosa.

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