¿Qué significa ganar o perder? En cuanto movimiento o
actividad, todo, la vida misma, se puede ver como un juego. En principio, jugar
se puede considerar un entretenimiento o pasa-tiempo, algo para di-vertirse
(di-vidirse) o simplemente una actividad realizada por el placer de hacerla,
sin más. Pero también hay juegos que favorecen el desarrollo de ciertas
capacidades físicas, mentales y/o espirituales.
En el juego siempre
hay oponentes (adversidades) , pues si no los hubiera no puede haber juego
alguno. Aprender a jugar es aprender a compartir y a respetar
las reglas del juego y a los demás participantes que no son enemigos sino otros jugadores igual que
nosotros. Los problemas empiezan cuando queremos jugar solo para ganar y a
veces a cualquier costo.
“En la Creación los principios aparentemente opuestos
no son sino complementarios entre sí. Su aparente oposición hace que surja el
juego de la Creación”. Parvathi Kumar
Los conflictos que genera la obsesión de querer ganar
siempre se ven en el juego como en la vida: in-capacidad de ver y aceptar la
realidad, resentimiento, in-tolerancia, odio, envidia, etc. No poder aceptar
que podemos perder, que es una posibilidad real en cualquier actividad-juego,
que el otro jugó mejor, que nos
equivocamos o no tenemos razón, lleva al sufrimiento del orgullo herido.
Una característica-habilidad del buen jugador es la
creatividad para resolver problemas, lo que implica una cierta capacidad de
dis-cernimiento e in-dependencia. Por comparación con el creativo, la falta o
no desarrollo de esta cualidad hace que las personas compulsivas a ganar se
sientan de manera consciente o in-consciente im-potentes, algo que el ego jamás
podrá aceptar.
En su peor aspecto, al nivel de regresión más
profunda, la im-posibilidad de crear y ser in-dependiente, dueño de sí mismo,
promueve la tendencia a destruir como una forma de auto-afirmación y trascendencia, si no se puede crear hay
que destruir, considerando a la naturaleza y a las personas como cosas. La tendencia a la destrucción es
inversamente proporcional al amor hacia los demás y todo lo que hay, y crece
como un cáncer en la medida que el amor a la vida no se manifiesta.
Otra posibilidad, tal vez la más común, es la de
seguir ciegamente a un líder-gurú esperando que sea él quien cree y realice las
condiciones de vida y los sueños que de otra manera serían im-posibles de
concretar, es decir depositar nuestro destino y nuestra libertad en manos de
otro.
Mediante el auto-conocimiento y la disciplina que
implican estudio, meditación y reflexión, el buscador de la verdad desarrolla
una comprensión profunda de sí mismo y
por lo tanto de los demás que abre la puerta de la ecuanimidad el amor y
la compasión, suelta condicionamientos y afirma su libertad interior para poder
jugar-vivir en armonía con los demás, su realidad y la Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario