7/2/15

El extranjero

Quien haya viajado por lejanas tierras seguramente apreciará los paisajes recorridos al igual que las diferentes culturas encontradas, pero para el viajero-buscador sin dudas lo más enriquecedor será la relación con la gente, poder comprobar que a pesar de todas las diferencias y formas de vida posibles la condición de ser humanos nos une.

Sería inútil pretender que desaparezcan  las diferencias, aun en el mejor de los mundos siempre habrá distintas perspectivas.

El arte mayor del buscador consiste en ver lo esencial del ser humano en el extraño o extranjero, es decir en aquel con el cual no hay lazos de sangre ni sociales, filosóficos, políticos, religiosos, etc., para finalmente des-cubrirse y re-encontrarse en él. Y solo es posible amar al extraño, y al enemigo, cuando se ha vencido el egoismo. Así es posible  experimentar el no sentirse extranjero en ningún lugar.

La más profunda vivencia  consiste en sentir en el corazón que todo aquello que tenga que ver con lo humano  es propio y forma parte del ser. En cada uno de nosotros, en el ser interior, se encuentra el Hombre Universal. 

El crecimiento de la humanidad siempre será el resultado final de muchos esfuerzos, a menudo aislados, de personas y grupos en todo tiempo y lugar. De alguna manera, por acción u omisión, todos somos responsables y llevamos en la mochila el destino de la humanidad.

El narcisismo y/o egoísmo es algo que todos tenemos al nacer y se considera un instinto de supervivencia (en este sentido de auto-protección en la persona adulta sería aconsejable una dosis mínima de egoísmo), para el recién nacido no existe el mundo exterior, la única realidad para el niño es él mismo y poder satisfacer sus necesidades básicas.

Cuando la persona queda anclada en esta etapa instintiva, a pesar de crecer  en otros aspectos, no puede controlar su pulsión narcisista (la diferencia con el egoísta es tan sutil que ni los psicólogos suelen detectarla) que se encarga de sobre-valorar y querer imponer los dones, los intereses y la consiguiente visión personal.  

La persona alucinada con el brillo de sus propias cualidades es in-capaz de re-conocer otras realidades diferentes a la suya, por lo tanto no aceptará crítica alguna, racionalizando la invalidez de su fundamento y viéndola como una amenaza a su integridad; sus palabras y sus decisiones constituyen juicios in-apelables, absolutos, el mundo debe ser un reflejo de si mismo.

Cuando el narcisismo  traspasa la frontera de lo individual se  transfiere a un objeto externo como por ejemplo la nación, la religión, la política, la pareja, los hijos o un grupo que pasan a ser suyosin-superables como una extensión del sí mismo.

Está en la esencia del des-envolvimiento integral-espiritual  del hombre trascender las ilusiones, la separación y el sufrimiento que surgen del narcisismo-egoísmo, no podemos amar al prójimo si no re-conocemos y aceptamos tanto las diferencias humanas como Aquello  que como esencia espiritual íntimamente nos une. No es fe ni creencia, es una vivencia.

Desde la visión espiritual, en este mundo todos somos extranjeros; como peregrinos que estamos de paso, éste no es nuestro verdadero hogar. Entonces, ¿Para qué aferrarse a él?

Cristo lo afirmó de varias maneras: “Vivimos en este mundo pero no somos de este mundo” y “Mi Reino no es de este mundo…”. En el budismo  alcanzar el punto más alto del despertar, la Iluminación, significa terminar con la rueda in-cesante de muertes y re-nacimientos, es decir no tener la necesidad de volver a este mundo.

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