14/3/12

La negación II


“La Luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron” (Evangelio de San Juan)


Es un rasgo de conducta por lo menos significativo, y bastante común para quien pueda percibirlo, no ya la actitud de negar hechos contundentes o bien ni siquiera conocidos, sino de cambiarlos, adaptarlos, para que encajen en la  estructura de pensamiento o realidad propia o ajena y que se da tanto en el hombre común como en el científico académico.

Negar o distorsionar algo es una manera de rechazar lo que de otra manera seria in-soportable, pero también implica una actitud de impedir el desarrollo de otros puntos de vista necesarios para poder llegar a una visión equidistante, creativa y más elevada.

Si bien vivimos en un mundo de dualidades y por lo tanto todo es variable; en nuestro tiempo todo parece ser etiquetado como relativo pero en un sentido de des-calificación, con tendencia a la des-consideración y cuando no al des-precio y la negación por la percepción ajena.

Toda relatividad puede ser fundamentada mediante la racionalización, para ser finalmente justificada o negada. Incluso los principios espirituales tradicionales son cuestionados, pero una cosa son  los principios mismos y su práctica consciente y otra muy distinta el opinar sobre ellos o interpretarlos caprichosamente.

Se considera que el pensamiento hace uso de la razón y la inteligencia, pero ¿cómo y para qué? Podemos citar como ejemplos al científico o al médico que crean nuevos métodos, menos cruentos, para enfrentar la enfermedad y aliviar el dolor, o al gran escritor; pero es evidente que también para realizar un gran acto de corrupción es necesario pensarlo muy bien y hay quienes manejan a la perfección su inteligencia para mentir y/o alcanzar fines egoístas.

Pensar es opinar, creer, juzgar, imaginar, soñar y también proyectar en los demás. Y entonces, ¿Cuál es, dónde está la realidad? Se la define como sinónimo de la objetividad y la verdad, tal vez sería más apropiado designarla como la misma existencia. Sin embargo la física cuántica ya demostró que la tan preciada objetividad no existe, es una falacia; y en términos de pensamientos humanos precisamente no hay verdades absolutas. Lo absoluto esta en un plano superior a lo físico-humano.

Así hay quienes sostienen que no tendría sentido buscar la verdad porque en definitiva no existe, solo sería filosofía pura, dogma o teoría, pero ¿qué verdad? Por cierto que si se trata de verdades humanas, parciales, seria un trabajo que a pesar de su valor creativo y buena intención, solo llevaría a nuevas verdades  relativas o distintas formas de verlas. Por otra parte el hombre no habría avanzado nada si no se hubiera hecho permanentemente preguntas.

La única forma de salir de este laberinto es empezar a aceptar, comprender con la mente y el corazón, y ejercitar en la vida diaria, no solo en el templo y en el discurso, la sabiduría de las verdades espirituales, porque solo ellas pueden trascender la ignorancia y todas las limitaciones del ego para re-solver los problemas de la contingencia humana. No en vano Cristo decía “Yo soy la verdad y la vida”, “Quien tenga oídos para oír que oiga”.

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