25/1/12

No importa la razón


La practica de virtudes como el amor y la compasión no obedecen a la razón y la lógica usuales, no son respuestas adquiridas ni condicionadas a conductas, situaciones o devoluciones exteriores; surgen espontáneamente desde el centro de amor en el corazón y la mente del hombre despierto.

Pero hay que cultivarlas, estamos tan obnubilados con nuestro ego y con encontrar una razón para justificar todo lo relacionado con aquello que lo re-afirma en la vida, que terminamos por buscar una explicación racional para permitirnos sentir y poder manifestar las virtudes, realizar el bien y pensar en los demás.

Dentro del budismo Mahayana, en relación con el desarrollo de la  bodichita relativa o cultivo del amor y la compasión, existe una práctica basada en la meditación y la re-flexión: “el método para cambiarse a uno mismo por los demás”, que puede considerarse el sentido o la disposición interior para ejercitar el amor y la compasión hacia todos los seres.

Este procedimiento, transmitido por el bodhisattva Manjushri, constituye el centro de las enseñanzas conocidas en la tradición budista tibetana como “el adiestramiento de la mente” y constituye el otro aspecto de la sabiduría de la vacuidad o bodichita absoluta.

El primer paso en las enseñanzas consiste en reflexionar sobre las desventajas de pensar únicamente en uno mismo, se trata de analizar y meditar sobre el hecho que toda negatividad como el  sufrimiento, la  conflictividad y separatividad que existen en el mundo provienen del egocentrismo, tanto propio como ajeno.

Negar, rechazar o ignorar las necesidades, puntos de vista, pensamientos y sentimientos de los demás nos lleva in-evitablemente a sostener una vida auto-limitada y auto-condicionada: la existencia auto-centrada en uno mismo y/o en el entorno más cercano.

Toda la amplia gama de situaciones conflictivas, y el enorme derroche de energías, que implica defender y alimentar sin pausa, permanentemente, el propio ego, no van solo dirigidas hacia los demás, en algún momento, como una ley natural vuelven, a veces multiplicadas, y terminan por acosar y/o enfermar al propio ser.



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