18/12/11

Cielo, hombre y Tierra



¿Existe un comienzo?, ¿Cuál es el Génesis verdadero? Sin duda, para algunos eruditos y/o discípulos representa un tema  importante, pero para el hombre en general, seguidor o no de un determinado camino espiritual, este saber además de que puede ser interesante ¿en qué nos afecta? ¿Nos transforma de por si en seres más ecuánimes, bondadosos, compasivos y amorosos?

En la práctica este conocimiento se traduce en creencias y dogmas, y para los más obsecuentes  en debates in-terminables y sin sentido que pueden concluir en  conflictos: una trampa más de la mente y el ego.

Si sostenemos la existencia de un Dios creador, luego para el libre buscador surge la pregunta: ¿Cómo surgió este Dios, fue a su vez engendrado por un Ser Superior a El? Este hilo es infinito y lógico a la vez si consideramos que la evolución nunca termina y que hay otros universos. Desde lo esotérico cristiano la clarividencia nos dice que fuimos moldeados por espíritus constructores de la forma.

Si consideramos que Dios nos creó a su imagen y semejanza y como una manera de experimentarse a Si mismo a través nuestro, algo imposible de vivenciar en Su estado Absoluto, puede darnos un sentido a la existencia humana, pero ¿es necesariamente el único?, entonces ¿Por qué?

Pensar en un comienzo absoluto, implica también considerar la posibilidad de un final absoluto, pero en  tradiciones espirituales más antiguas se habla de ciclos, como un continuum indefinido, infinito, de manifestación o expansión y de reposo o contracción, cuya esencia y sentido  resultan in-comprensibles para la más científica razón humana.

En cualquier caso no venimos de la nada, y si podemos imaginar el vacío como pleno de vida aun no-manifestada, como semillas latentes, podemos percibir ahí el potencial último de todo lo manifestado. Y en este sentido, más allá de creencias, dogmas y religiones, todo es espiritual. Así, “como es arriba es abajo” (Hermes), y si nos proponemos salir de la ignorancia, las ilusiones, confusiones y perversiones del ego podríamos experimentar el Cielo en la Tierra.

No es una utopía para quien pueda y quiera ver lo que otros no desean mirar. En el Budismo se equipara el sámsara con el nirvana, el Buda histórico, en su Omnisciencia, no consideraba útil para la liberación del hombre el hablar sobre el origen o Causa Primera del mundo y del universo; y el Cristo nos decía con in-conmensurable amor que busquemos el Reino de los Cielos en nuestro interior.



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