¿Existe un comienzo?, ¿Cuál es el Génesis verdadero? Sin
duda, para algunos eruditos y/o discípulos representa un tema importante, pero para el hombre en general,
seguidor o no de un determinado camino espiritual, este saber además de que
puede ser interesante ¿en qué nos afecta? ¿Nos transforma de por
si en seres más ecuánimes, bondadosos, compasivos y
amorosos?
En la práctica este conocimiento se traduce en creencias y dogmas,
y para los más obsecuentes en debates in-terminables y sin sentido que
pueden concluir en conflictos: una
trampa más de la mente y el ego.
Si sostenemos la existencia de un Dios creador, luego para el
libre buscador surge la pregunta: ¿Cómo surgió este Dios, fue a su vez
engendrado por un Ser Superior a El? Este hilo es infinito y lógico a la vez si
consideramos que la evolución nunca termina y que hay otros universos. Desde lo
esotérico cristiano la clarividencia nos dice que fuimos moldeados por
espíritus constructores de la forma.
Si consideramos que Dios nos creó a su imagen y semejanza y como una manera de experimentarse
a Si mismo a través nuestro, algo imposible de vivenciar en Su estado Absoluto,
puede darnos un sentido a la existencia humana, pero ¿es necesariamente el
único?, entonces ¿Por qué?
Pensar en un comienzo absoluto, implica también considerar la
posibilidad de un final absoluto, pero en
tradiciones espirituales más antiguas
se habla de ciclos, como un continuum
indefinido, infinito, de manifestación o expansión y de reposo o contracción, cuya
esencia y sentido resultan
in-comprensibles para la más científica razón humana.
En cualquier caso no venimos de la nada, y si podemos
imaginar el vacío como pleno de vida aun no-manifestada, como semillas
latentes, podemos percibir ahí el potencial último de
todo lo manifestado. Y en este sentido, más allá de creencias, dogmas y
religiones, todo es espiritual. Así, “como es arriba es abajo” (Hermes), y si
nos proponemos salir de la ignorancia, las ilusiones, confusiones y
perversiones del ego podríamos experimentar el Cielo en la Tierra.
No es una utopía para quien pueda y quiera ver lo que otros
no desean mirar. En el Budismo se equipara el sámsara con
el nirvana, el Buda histórico, en su Omnisciencia, no consideraba útil para la
liberación del hombre el hablar sobre el origen o Causa Primera del mundo y del
universo; y el Cristo nos decía con in-conmensurable amor que busquemos el
Reino de los Cielos en nuestro interior.
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