6/2/11

Normósis y ego-esclerosis

  
La normósis es la dolencia que torna mediocres a los seres humanos, conduciéndolos a una vida sin meta, sin fulgor, sin paz, sin significado, sin vigor, sin creatividad, sin felicidad, sin aquello que en verdad podríamos  llamar euforia (alegría auto-generada e imperturbable), sin eutonía (el punto exacto entre la hipertonía y la hipo-tonía), sin eutensión (ni hipertensión ni hipo-tensión), sin eutimia o condición de serenidad imperturbable, sin eu-ritmia o condición de armónico e integrado funcionamiento fisiológico.........

Un normótico es el tipo engendrado por la colectividad, por ella condicionado y dependiente de ella. Es el tipo tenido por normal en la sociedad en que vivimos.

Normótico es el mismificado, quién siempre buscando ajustarse a lo colectivo, pierde su identidad y hace todas las concesiones posibles, y sin la mínima posibilidad de optar ni disentir, adopta las mismas ideas, entroniza los mismos valores, sigue a los mismos líderes, consume los mismos productos.........

Es un robot accionado por la batuta del marketing. Inconsciente de la importancia de una vida libre y auténtica, está perdido de si mismo, dejándose arrastrar por la presión de la cultura de su época.

Y la egoesclerosis, ¿qué es?
El mismo nombre lo dice. ¿Qué es arteriosclerosis? Aún quién no es médico lo sabe. Es la obstrucción y el endurecimiento de las arterias. Pues bien, en casi todo ser humano el ego obstruyó y endureció.

Esto es egoesclerosis. Son pocos los seres humanos no egoístas, o sea, hombres y mujeres que antes de pensar en si mismos (en su interés, su bienestar, su lucro, su alegría, sus valores) por obra del amor y la sabiduría, cuidan de los demás; si los otros sufren, ellos se compadecen y sensibilizados, se dedican a ayudar, asistir, socorrer.

Lo que el egoísta piensa, dice, aspira, evita, programa, hace, tiene por objetivo aquello que él piensa que es: un ego distante, distinto, indiferente a todos.

La egoesclerosis es la más dominante enfermedad pandémica (en todos, en todo tiempo y en cualquier lugar), y es la causa sutil y principal de todo sufrimiento humano.

El ego personal, esto es, el sentirnos diferentes y distantes de los otros, es lo que impide el amor y, por lo tanto, todo lo bueno y feliz que el amor produce. Es el virus más destructivo de la felicidad humana.

El viaje de regreso a la casa del Padre, comienza, por lo tanto, con la renuncia al mundo normótico. Esta renuncia para ser válida y definitiva, no puede dejar de ser el resultado de un discernimiento muy agudizado y lúcido.

Cuando el alma ya no está más ilusionada con lo efímero, lo falso, lo ilusorio, sólo entonces brota de su interior una fuerte decisión por la media vuelta, por la metanoia. Los hindúes llaman a esto vairagya, que consiste en un profundo des-apasionamiento por lo que tanto antes la atraía, distraía y retenía.

A partir de ahí, comienza la segunda fase del viaje, la del retorno, la retracción y el verdadero des-apego.

La motivación imperiosa ahora, es la conquista de la liberación , el alma ansía vencer el cautiverio de las tinieblas exteriores. Los falsos placeres normóticos ya no la atraen, los del espíritu sí. Los falsos poderes perdieron el atractivo. El deber ahora se transformó en una ética superior guiada por el amor, por la renuncia, por la pureza, por la honestidad, por la compasión Universal.


YOGATERAPIA, Hermógenes.

1 comentario:

Alejandro Melo Florian dijo...

Qué interesante motivo de reflexión. Cito blog en nota de FB
Saludos