29/5/09

Enseñanzas esotéricas


La Doctrina Secreta:

La mayoría de los que se llaman cristianos ignoran que también en el cristianismo hay una Doctrina Secreta, conocida siempre de los místicos de dentro y fuera de la Iglesia, cuya llama mantuvieron y mantienen viva unas cuantas devotas almas escogidas para esta sagrada labor.

La doctrina secreta del cristianismo no tuvo su origen en Jesús, quien por su parte también fue iniciado en los Misterios que se enseñaban desde muchos siglos antes de su nacimiento.

Así dice San Agustín: “Lo que llamamos la religión cristiana existió entre los antiguos y nunca cesó de existir desde el principio de la raza humana hasta que Cristo tomó carne, cuando la verdadera religión ya existente se empezó a llamar Cristianismo”.

Cabe afirmar sencillamente que ya no se enseñan estas doctrinas en las Iglesias. ¿Cómo es esto? Porque el cristianismo ha olvidado gran parte de sus originarias enseñanzas y se satisface hoy con la parte restante, que es muy corta en relación a lo que primitivamente conoció. Se dirá que el cristianismo tiene todavía las mismas Escrituras. 

Es cierto; pero estas Escrituras enseñan algo que hoy esta olvidado. ¿Qué significan las constantes referencias a los Misterios del Reino de Dios, la frecuente declaración de Jesús a los discípulos de que solo a ellos les era dado conocerlos y que a los demás les había de hablar en parábolas? ¿Por qué emplea siempre Jesús los términos técnicamente peculiares de las enseñanzas esotéricas de la antigüedad? ¿Qué significa San Pablo al decir: “Hablamos sabiduría entre los perfectos”, palabra esta última aplicada a los que habían alcanzado cierto grado de Iniciación?

Repetidamente emplea San Pablo términos técnicos pues habla de la “sabiduría de Dios en misterio, la que Dios ordenó antes del principio del mundo y que no conocen los príncipes de este mundo”. Desde luego que no hubiera sido verdadera esta afirmación de Pablo si únicamente se refiriera a las exotéricas enseñanzas del cristianismo, que abiertamente se predicaban a todas las gentes. Los inmediatos sucesores de Pablo, los Padres de la Iglesia, sabían perfectamente bien lo que significaban las afirmaciones de su predecesor, pues todos ellos usan precisamente la misma fraseología. San Clemente Alejandrino, uno de los primeros y más insignes, nos dice que “no es licito revelar a los prófanos, los Misterios del Verbo”.

La iglesia solo procura hoy que las gentes sean piadosas y señala la santidad como la meta y corona de su propósito. Pero en los primeros tiempos requería mucho más, pues cuando un hombre alcanzaba la santidad, es decir cuando ya era perfecto, entonces lo consideraba capaz de recibir las enseñanzas que hoy día no puede dar porque ha olvidado el antiguo Conocimiento. La Iglesia Primitiva señalaba tres etapas disciplinarias: purificación, perfección e iluminación. Hoy día se satisface con la purificación y a lo sumo con la perfección o santidad porque no tiene iluminación que dar.

Decía San Clemente de Alejandría: “La pureza es tan solo un estado negativo, principalmente valioso como requisito de la intuición". El purificado por el bautismo e iniciado después en los Misterios menores, en los que adquirió los hábitos de reflexión y dominio propio, está ya maduro para los Misterios Mayores, para la Gnósis o científico conocimiento de Dios. El conocimiento es algo más que la fe. La fe es el sumario conocimiento de apremiantes verdades, a propósito para las gentes ocupadas en los negocios del mundo; pero el conocimiento es la fe científica


El Espíritu Santo:

Para la generalidad de los cristianos, la naturaleza del Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad es muy oscura y no la comprenden. El cuidado examen de los escritos cristianos ortodoxos demuestra que la Iglesia estámuy ofuscada en este punto que debiera ser importantísimo para los sacerdotes y congregaciones. Si le preguntamos a un clérigo de vulgar entendimiento cual es la naturaleza del Espíritu Santo, veremos cuan vagos, contradictorios y deficientes son los conceptos que mantiene. 

Si consultamos las enciclopedias y libros de referencia, notaremos que muy poco saben y dicen sobre tan importante asunto. Únicamente lo esclarecen las enseñanzas del cristianismo místico, pues son explícitas sobre este punto atestado de dificultades e incomprensión por parte de los teólogos ortodoxos.

Las enseñanzas del cristianismo místico acerca del Espíritu Santo pueden compendiarse en la siguiente declaración: El Espíritu Santo es lo Absoluto en su fase de manifestación, comparado con su fase de in-manifestación. Es el Ser manifiesto comparado con el in-manifiesto. El Dios creado en comparación del in-creado Dios. Es Dios operante como activo Principio, en comparación con Dios el Absoluto Ser. Para bien comprenderla es necesario tener en cuenta que podemos considerar al Absoluto en dos fases; no como dos personas, entidades o seres, sino como dos fases. No hay más que un Ser, ni puede haber más que un Ser Absoluto; pero podemos considerarlo en dos fases o aspectos: el in-manifestado y el manifestado. 

El in-manifestado es el Único en su fase de Absoluto Ser, indiferenciado, in-manifestado, increado, sin atributos ni cualidades ni naturalezas. La mente humana es incapaz de concebir el Ser In manifestado como una cosa, como algo, porque si así lo concibiéramos dejaría de ser el Absoluto e In-manifestado. Siempre que pensáramos en algo sería este algo una manifestación en la objetiva existencia.

Materialmente hablando Dios es incognoscible, pero en alto sentido puede conocer y probar su existencia el espíritu humano por el ejercicio de las facultades superiores de la mente y el corazón. El Ser in-manifestado es el Único en su propia existencia y esencia. Si todo el mundo de objetiva vida manifestada, aún en sus formas superiores, quedara substraído de la manifestación ¿Qué restaría? Únicamente el Ser In-manifestado. Únicamente Dios Padre en cuyo ser quedaría absorbido el universo. Nada habría fuera de él. Sería El por sí mismo, el Único en su fase de in-manifestación.

Desde luego que esta idea puede parecer demasiado abstrusa a primera lectura, como si fuese la afirmación de un Ser que es el No-Ser; pero conviene no apresurarse y esperar a que la mente se asimile el concepto, pues entonces reconocerá cada cual que dicho concepto se armoniza con la correspondiente verdad oculta en lo íntimo de su conciencia, y comprenderá a Dios Padre comparado con Dios Espíritu Santo, quien, según dijimos es el Absoluto en su fase de Ser Manifestado. Es Dios manifiesto en toda vida objetiva y en todos los fenómenos del universo.

Hay un Espíritu de Vida inmanente y manifiesto en todas las formas de vida, en el universo todo esta vivo, hasta los minerales y los átomos componentes de la materia.

La verdad referente a la inmanencia de Dios subyace en las místicas enseñanzas de todos los pueblos, razas y épocas. Sea cual sea el nombre que se les dé y la religión que las contenga, enseñan que Dios está inmanente en todas las formas de materia y en todas las modalidades de vida y energía. Esta verdad constituye la Doctrina Secreta o esotérica de toda filosofía, credo y religión.

"Cristianismo Místico"; Yogi Ramacharaka.


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