Maestros y caminos
espirituales se refieren a nuestro mundo y a la
condición mundana con la connotación de un estado inferior, poco
desarrollado y limitado. La aspiración del hombre debería ser siempre a elevarse, de ahí la comparación permanente con
otros mundos o planos más
evolucionados. Pero esos otros mundos, ya sea los de arriba o los de abajo están,
en potencia, en éste y el más simple y humilde de los hombres tiene la semilla del poder para
realizarlos.
Cuando está todo bien, o mirando desde afuera, resulta
fácil pensar y decir que toda crisis es
una oportunidad para crecer y crear. Pero la realidad es que cuando estamos
inmersos en una fuerte crisis existencial o padeciendo una grave enfermedad el médico de cabecera anuncia que no existe opción de cura, no es nada
fácil no solo ver una salida sino poder realmente acceder a ella.
El mejor de los eruditos a veces
no puede resolver su propia crisis. Por analogía, es la
experiencia de entrar a un
museo y tener que conocer composición, teoría del color, morfología, historia
del arte y hasta las últimas teorías filosóficas-psicológicas para ver y
comprender una obra. Una verdadera Obra de Arte, como el Universo y todo lo que
existe en El, debe conmover y comunicar algo a un espíritu sensible, más allá de su
interpretación intelectual.
La teoría no es la realidad que se vivencia en carne
propia, las herramientas espirituales, invocaciones, visualizaciones, mantras,
etc. no funcionan como nosotros quisiéramos. ¿Qué se hizo mal, las palabras o
el modo de expresarlas no fueron las correctas, no hubo suficiente convicción,
disposición y/o repetición suficiente o… las deidades no contestan?
Somos nuestro
peor enemigo y el mayor obstáculo a vencer para dar paso a la luz espiritual, en
cuanto a los aspectos del yo que incorporamos en nuestro interior más profundo,
que acechan en segundo plano como demonios
y buscan la oportunidad para manifestar su veneno, que se nutren del recuerdo de las peores y más
penosas influencias y vivencias, que nos quieren quitar o negar lo mejor que
tenemos y que no desean que sanemos (que seamos íntegros).
En el misterio del mal, las influencias de los llamados demonios, que obedecen al señor tenebroso, en la vida del hombre consisten en crear y fomentar la ignorancia
que a su vez genera la des-confianza, la duda permanente,
la mentira, la ilusión, el miedo, el odio, la difamación, etc., conductas que terminan provocando sufrimiento
y enfermedad, lo
contrario de la Unidad, la Verdad y la Vida. Por otra parte se asume que en la
responsabilidad y la integridad moral de cada uno se encuentra el poder de
vencer la tentación, una prueba y el
ejemplo que el mismo Cristo realizó.
Ser pobre en
espíritu es la condición primera, el estado más puro y
transparente de la mente-corazón, para
abrirse y acceder a los mundos superiores y consiste precisamente en
des-pegarse y trascender la ignorancia y las ilusiones que construye el ego, que
incluyen caer en la soberbia de erudición
y la soberbia espiritual, en este sentido nos dice Cristo: “El mundo es como un puente,
crúzalo, pero no construyas tu hogar en él”.
Cuando estamos en
nada, interiormente a la deriva, estamos
expuestos y vulnerables a influencias de
toda clase, a merced del viento y las
mareas. La autoridad, la concentración y el dominio de sí
mismo (representados por la vara o bastón del mago y el cetro del rey)
determinan la dignidad y la libertad
para discernir, ser y obrar en consecuencia con el poder adquirido.
En el Dzogchen
de la tradición Bön del Tíbet, de al menos 9000 años de antigüedad, se llama
auto-conocimiento a la consciencia que percibe nuestro estado natural, no-contaminado,
es darse cuenta de la totalidad única de la esencia en nuestro ser y su manifestación no-dual. El
prefijo auto se relaciona con el vacío
y lo que se entiende por conocimiento
es la consciencia despierta de la base o esencia.
Para un corazón endurecido los buenos pensamientos no alcanzan, no pueden
liberar o borrar los malos pensamientos enquistados. Los pensamientos no pueden
ir más allá de los pensamientos, y si bien son creadores a veces es necesario
crear o hacer algo primero, ser autor (todo lo que es es movimiento) para que se produzca un nuevo pensamiento-estado más
armónico y elevado.
¿Quién no tiene ni tuvo nunca pensamientos y actitudes
negativas? Las enseñanzas de Cristo nos hablan de una verdadera transmutación interior de las influencias, pensamientos y
conductas negativas por medio de la fuerza del fuego espiritual o espada flamígera.
Elevar lo inferior o im-perfecto a una cualidad superior
es un método que ya enseñaba Hermes
Trismegisto y es la Obra del alquimista.
Igual que en el proceso exterior, la alquimia interior consiste primero en disolver en sus componentes las impurezas del cuerpo y la mente para luego
re-integrarlas-coagularlas en Luz.
Viendo los efectos de los pensamientos que alimentan
y construyen el ego se comprueba la
verdad del no-pensar en la sabiduría del Tao, donde los pensamientos son obstáculos para vivir en
armonía espontánea y natural desde y con la totalidad del vacío-esencia. La Libertad
y el Hombre Verdadero surgen con el despertar de la auto-consciencia de la sabiduría
innata que es luz ilimitada.
La premisa del buscador de la verdad es hacer de la
posada que lo alberga en esta vida transitoria una
casa de devoción, y de su viaje por este mundo una aventura de iniciación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario