2/10/13

La isla del tesoro



“Tú eres el Sendero, se le dice al adepto-gurú, y este último lo dice al discípulo después de la Iniciación”. (H.P.Blavatsky, La Voz del Silencio)

Hay una vida des-conocida, como un ave del cielo que no despliega sus alas al viento... 

En un tiempo más, que puede ser hoy mismo o mañana, dejaremos nuestro equipaje: recuerdos, familiares, una casa, obligaciones importantes y una enorme ansiedad, nuestra túnica de piel humana, mil cosas que no volveremos a usar jamás y tal vez los sueños no realizados de una vida simple y natural. ¿Qué hemos hecho? Una etapa más, que el tiempo y la tierra cubrirán con mano maestra.

¿Quién no ha tenido alguna vez vislumbres de su esencia o ser interior, nuestro mayor tesoro al cual nos cuesta tanto acceder y que percibimos como una forma de encontrarse a sí mismo? Estos chispazos nos pueden llegar de muchas maneras: por ejemplo en una frase, entre ciertos  acordes musicales, en la poesía simple y bella  de una canción des-esperada o en un paisaje mágico de montaña donde el aire es tan puro que el cielo  se siente más profundo y majestuoso que nunca.

Por lo común estas vivencias son solo breves instantes de plenitud pero tienen la fuerza suficiente para poder sentir que hay algo más profundo detrás del ego, la personalidad y la vida mundana, algo que se agita en nuestro interior y pugna por manifestarse: una vida des-conocida.

No es divertido (de di-vidido o di-vidirse) encarar el camino al despertar de esa vida, se habla de soledad, de des-apego, de auto-disciplina, etc. Lo cierto es que en la soledad de la vida interior se siente en el corazón la compañía de  seres afectuosos que como amigos o hermanos del alma, compañeros de viaje, maestros o protectores aclaran errores y sanan  heridas.

Por otro lado no es necesario dejar todo y convertirse en un asceta, pero si es esencial una vez iniciado en el camino que éste sea la principal motivación en todos los aspectos de la vida. De otro modo todo se convierte en especulación filosófica-psicológica-intelectual.

Las prácticas espirituales continuas como la meditación permiten acceder en forma directa a nuestra naturaleza esencial en lugar de esperar que algún día un destello nos alumbre breve-mente,  de ahí la importancia del esfuerzo y la perseverancia como auto-disciplina. Es la alquimia interior que trasciende lo individual, donde el discípulo debe primero purificarse a sí mismo, sublimarse, para poder llevar adelante la Gran Obra: lo elevado de la tarea exige la dignidad y la integridad de quien pretenda realizarla.

A veces por excesiva humildad, o por ignorancia, decimos  no pretender la iluminación sino simplemente mejorar un poco, en lugar de querer des-cubrir nuestro mayor tesoro nos conformamos con algunas monedas grises: la pequeña obra. También puede ser una justificación para el menor esfuerzo, pero no tiene nada de malo fijarse semejante meta que trasciende lo individual, no se trata aquí de esperar el aplauso, y lo que solemos llamar despertar o iluminación es el primer gran paso en el camino infinito de elevación.

Hay quienes hacen preguntas tales que no tienen respuesta cierta, muestran falta de iniciativa propia y una dependencia absoluta  del maestro: ¿Cómo hacer para tener tiempo para la práctica espiritual en un medio tan exigente? El camino somos nosotros, siguiendo una guía cada uno lo construye con sus posibilidades, con sus propias vivencias, así como desarrolla su potencial interior y su consciencia.“Yo soy el camino y la vida” enseñaba Cristo. 

No se puede transferir el trabajo y la responsabilidad del ser y su realización. Tampoco  tiene mucho sentido estar probando y cambiando de maestros, enseñanzas y caminos buscando afuera una forma o síntesis ideal, pues al final la Verdad es una para todos o como dice la máxima: “No hay religión más elevada que la Verdad”.

"Sed cada uno de vosotros vuestra propia isla. Sed vuestro propio refugio; no hay ningún otro refugio. Haced que la verdad sea vuestra isla, haced que la verdad sea vuestro refugio; no hay ningún otro refugio” (Buda Sakyamuni)


Preferimos no pensar en ello como si fuera algo ajeno o muy lejano, pero se nos va la vida como el agua entre las manos, la impermanencia es una característica de nuestra existencia humana y si no  empezamos a buscar  el Tesoro de los tesoros, nuestra riqueza interior, el potencial de la semilla  para des-plegar  una vida aún no-conocida seguirá oculto: "Es necesario que el cuerpo se haga espíritu y que el espíritu se haga cuerpo"(Roger Bacon).

No hay comentarios: